Siete Párrafos: Adolfo Mota debe quedarse en Educación


Por Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Con un inusitado manejo de filtraciones periodísticas que rayan en la saturación absurda, se maneja desde hace días que Adolfo Mota está pronto para irse  de la Secretaría de Educación, arguyéndose, a través de amanuenses connotados, que una de las razones primordiales es un abucheo recibido públicamente por el Gobernador del Estado, Javier Duarte de Ochoa, en un reciente evento del cual el coatepecano fue parte,  lo cual daría pauta a que observadores del devenir del gobierno veracruzano pensáramos que este régimen se gobierna con base a berrinches.

Dudo mucho que el mandatario cordobés guíe sus decisiones por arrebatos o desplantes de soberbia, y más aún que esto implique el tomar decisiones drásticas e irrevocables como el remover a un Secretario de Educación debido a una reacción popular que obliga a la reflexión más que a la represión de subordinados.

Pienso más bien de que se trata de los acomodos de grupos de poder en el estado que le tiran a una Secretaría en extremo importante tanto en lo político, como en lo social y, sobretodo, en lo financiero. De ahí deben partir las cuñas que empujan para practicar el conocido ejercicio del “quitate tú para ponerme yo” tan comúnmente acostumbrado en los vericuetos de las políticas palaciegas.

Con pocos meses al frente de la Secretaria de Educación, Adolfo Mota debe mostrar su capacidad para el manejo de una organización cuyos mecanismos de funcionamiento no le son ajenos, puesto que ya estuvo laborando ahí en el anterior sexenio. Y eso solo se logra dándole el tiempo necesario para que sus planes diseñados cumplan las metas establecidas para bien de un sector completamente desfavorecido en el anterior gobierno estatal, al menos en resultados de impacto real en la educación de todos los niveles.

Con base a ello, entonces si determinar si las metas se cumplen o no, si son pertinentes o no, si traen beneficios reales o no. En fin, aplicar una política de rendición de cuentas que permita evaluar de manera certera lo que Adolfo Mota está realizando al frente de la secretaría a su cargo. Si no se hace así, entonces no se está más que aplicando la política de terror robespierrana que acostumbraba ejercer Fidel Herrera para acalambrar a sus funcionarios del gabinete, que en término reales solo condujo a un pésimo clima organizacional en su gobierno.

Cuestionado en un principio con el argumento de que carecía de perfil de educador o maestro, Adolfo Mota tiene la oportunidad de mostrar que esa “aparente debilidad” es su principal fortaleza dado que desde su otra mirada, la de un profesional  con experiencia  en la gestión de recursos públicos  y su formación de nivel superior, es egresado de la carrera de Derecho en el Sistema de Enseñanza Abierta de la Universidad Veracruzana, puede conjuntar su habilidad política para que los expertos de la Secretaría     apliquen sus saberes técnicos y trabajen en equipo para echar a andar los programas de la entidad mencionada.

Pero si la maquinaria de la rumorología, que ahora hasta ubica Gerardo Buganza Salmerón como el verdugo exquisito del régimen, sigue su marcha hasta concretar la salida del actual Secretario de Educación, para colocar en su lugar a alguien que de entrada solo esté avalado por el consabido valor de corresponder a favores recibidos de corte político en las pasadas elecciones, por ejemplo dar posesión de la Secretaria de Educación a un líder magisterial connotado, entonces si la rechifla será mayor a cualquier otra recibida en días anteriores porque se estaría entregando una plaza importante para el cambio y progreso del estado, a quienes precisamente  se han mantenido sempiternamente en contra de los cambios de fondo en la educación nacional. ( rcalderonvivar@yahoo.com )

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