Siete Párrafos: Javier Duarte, ¿a tres fuegos?

Los últimos acontecimientos que han puesto en un predicamento al gobierno en Veracruz dan lugar a muchas especulaciones, enmedio de la guerra mediática desatada a nivel nacional en contra de la figura del gobernador  Javier Duarte. Sobretodo porque hay cosas que no embonan en este sucesivo e intenso golpeteo contra el cordobés.

Uno, por ejemplo, es la desaparición de la edición de la revista Proceso donde sale un artículo acerca de la violencia en Veracruz, motivo por el cual, según algunos comentaristas, prontamente se compraron masivamente y al mismo tiempo, por un mismo comprador, que dan por supuesto fue enviado por el gobierno veracruzano, para que los lectores jarochos  no se diera cuenta de las terribles verdades   que la investigación de los periodistas del PROCESO dan a conocer sobre la guerra del narcotráfico en la entidad.

Pues bien, a muchos de los que estamos inmersos en el medio nos ha llegado una copia de la revista susodicha y por más que le trata uno de encontrar algo novedoso, acusaciones severas, descubrimientos de complicidades, datos comprometedores, no halla mas que un resumen de lo que ya conocemos y ya publicado a través de ediciones periodísticas de meses y años pasados. Vaya, uno que sin verla hasta se imaginaba severas acusaciones contra el anterior gobernador de Veracruz, no halla más que referencias ingenuas de la enemistad entre Fidel Herrera y Felipe Calderón como única causa de que la federación no haya entrado antes a sanear al estado de la presencia de los grupos delincuenciales.

Con esto me queda claro que no fue el gobierno de Veracruz quien a través de emisarios recogió la edición de Proceso, misma que ya a estas horas ha de estar nuevamente reponiéndose en los puestos de periódicos, sino otro grupo político interesado en propalar la creencia de intervención del gobierno de Duarte para dar otro golpe mediático en su contra.

Otro suceso que no embona  es el de los 35 cadáveres arrojados en céntrico lugar de Veracruz en días pasados, que causó una conmoción a nivel mundial y provocó los tartamudeos y temblorinas al declarar de Reynaldo Escobar, procurador de justicia en la entidad. Sobretodo porque causa extrañeza que la macabra entrega es enmedio de los operativos previos a la llegada de los procuradores de otras entidades a Boca del Río, es decir, un marco de supervigilancia que nada hace por impedir el hecho que, otra vez, obtiene un objetivo claro: dañar la imagen del gobernador Javier Duarte.

Al respecto, la columna del día de hoy de Raymundo Jiménez no tiene pérdida, es preciso leerla, para encontrar  una contrarreacción informativa filtrada en donde se vincula la macabra entrega de cadáveres a una alianza Chapo Guzmán-PAN-Operadores Militares, que propició que nadie del equipo de seguridad en Boca del Río interviniera en contra de los que dejaron los cadáveres enmedio de la avenida jarocha.

Si esto es así, y sumidos también en los supuestos deductivos, uno podría pensar que el primer fuego en contra que arremetió contra Duarte partió desde el propio búnker de gobierno panista tal vez molesto por la temprana y fuera de lugar adhesión de Duarte hacia la candidatura presidencial de Peña Nieto; el segundo fuego parte de las huestes de Manlio Fabio Beltrones molesto por la misma situación y pensando en el derecho que le toca por haber intervenido para que el triunfo de Duarte en las urnas fuera reconocido finalmente por el gobierno federal; y el tercer fuego al que está sometido Duarte es el los recalcitrantes peñistas veracruzanos que, antes de tiempo, ya empiezan a reclamar el control político electoral del estado, para que los panistas no lo asuman, dadas las evidencias históricas de los últimos nueve meses. ( correo electrónico: rcalderonvivar@yahoo.com )