
Si uno analiza los últimos movimientos políticos en torno a la sucesión presidencial, sobretodo en los terrenos que abonan a la candidatura en ciernes del Partido Revolucionario Institucional, los movimientos confrontados entre Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto en pos de ser nominados a dicho cargo electoral evidencian una ruptura entre el grupo salinista y el grupo Atlacomulco.
Ya desde julio de este año, Martin Moreno, en su columna de Excelsior planteaba la ríspida advertencia de Manlio Fabio a Peña Nieto, cuando este trataba de acercarlo a su movimiento en pos de la candidatura. Beltrones, según el escritor, le dijo: “No cuentes con mi apoyo ni como candidato ni como Presidente” Si hasta entonces, la invocación de la palabra unidad era la clave para mantener la fortaleza del PRI en el camino de regreso a Los Pinos, la postura del político sonorense no era pues una apuesta hacia esa estrategia, sino a la alternativa de su propio proyecto como viable para también llegar a la candidatura.

Este desafío no puede venir sin la venia de Carlos Salinas de Gortari, verdadero poder detrás del trono en los últimos veinte años en México, y hace renacer su lucha contra la nomenklatura, como el mismo ex presidente mexicano calificó a varios de sus enemigos, algunos de ellos prominentes miembros del grupo Atlacomulco. En ese contexto, la propuesta de moda en estos días de un gobierno de coalición suena más a un intento salinista por prolongar la estancia de sus aliados –los panistas, los izquierdistas moderados, los tecnócratas de Hacienda- en la transición del 2012, que a una sana e independiente postura democrática de Manlio Fabio Beltrones.
Según el periodista Renato Consuegra, ya John Wormack había nombrado a los miembros de la Nomenklatura que presionaron al presidente Salinas de Gortari en sus últimos años de gobierno y aún después, durante el sexenio de Ernesto Zedillo. Esos nombres eran: Ignacio Pichardo Pagaza, Gustavo Carvajal Moreno, Fernando Gutiérrez Barrios, Alfonso Martínez Domínguez, Fernando Ortiz Arana, Alfredo del Mazo, Augusto Gómez Villanueva, Javier García Paniagua y Francisco Labastida Ochoa.
La propuesta del gobierno de coalición propuesta por Beltrones, es un frente de presión para el futuro presidente de la república que acote su poder y permita que notables de las actuales esferas de gobierno sobrevivan a la evidente derrota del actual grupo panista en el poder, grupo aconsejado y guiado desde hace años por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Por otro lado, otro notable salinista, Emilio Gamboa Patrón, mueve sus piezas al interior del PRI para lograr la destitución de Humberto Moreira como presidente del CEN de ese partido, y si esto no es posible, colocar en puestos claves a emisarios suyos de antaño, como es el caso de Enrique Jackson, metido de último momento como Secretario Técnico del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Manlio Fabio y Emilio Gamboa Patrón se apuntan nuevamente para ser bisagras del poder en el PRI, como lo fueron en las candidaturas de Francisco Labastida y Roberto Madrazo, ambas, por cierto, perdidas.
Esta escisión Peña- Salinas pondría fin a una convivencia pacífica entre miembros de sus equipos tanto en la esfera del concluido sexenio de Peña Nieto como en el grupo de poder de la Cámara de Diputados, y podría apuntarse que que son escarceos para negociar posiciones y permitir a Salinas volver a ser el fiel de la balanza para incrustar a sus aliados de su modernidad en el gabinete del próximo presidente de la República, si es que éste es Peña Nieto, quien si llega a Los Pinos haría válida la profecía de la vidente Francisco Castro Montiel, quien dijo a Isidro Fabela que de ahí, de Atlacomulco, surgiría un presidente de la República, después de que seis oriundos de esa población llegaran a ser gobernadores. Peña Nieto fue el sexto gobernador nacido en ese poblado mexiquense.
Si ya en una ocasión, el grupo Atlacomulco se opuso a Carlos Salinas de Gortari de manera firme y contundente, sobretodo al aliarse al presidente Ernesto Zedillo al inicio de su sexenio, no cabe duda que ahora, con un precandidato sólidamente posicionado, tratarán de mantener a raya al ex presidente, porque finalmente el máximo poder presidencial no debe compartirse más que entre las familias de ese legendario grupo que durante años mantuvo vigente su unidad hasta este momento que están a punto de alcanzar el poder total en México. Carlos Salinas logró aliarse a dos gobiernos panistas incrustando miembros de su corriente sobretodo en posiciones ligadas a las finanzas nacionales. Su influencia fue mayor en este sexenio porque su grupo fue determinante para que Calderón fuera presidente, enarbolando en la mano las famosas banderitas en la sesión del Congreso de la Unión, donde se dió la toma de posesión más rápida de la historia. Hoy, Enrique Peña Nieto parece dar a entender que no necesita de Salinas para nadar en las turbulentas aguas del próximo gobierno mexicano. De ahí la presión de los compadritos, Manlio Fabio y Emilio Gamboa, para hacerlo entrar en razón.
