Basura Urbana, concepto de vida urbana sostenible


  

Por María Guadalupe Rico Martínez, egresada de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Annie Leonard, en 2007 creó el video “La historia de las cosas” en el que analiza el ciclo de producción, consumo y desecho de lo que utilizamos en nuestra vida diaria. En internet alcanzó doce millones de visitas. La experta en desarrollo sostenible, basa su trabajo, ahora también editado en un volumen, en los efectos dañinos de los contenidos de los basureros formados por “restos de sillones, electrodomésticos, cajas de cartón, ropa, botellas, restos de animales, libros y toneladas de cosas”.

   Veinte millones de personas generan en la ciudad de México, 12, 600 toneladas diarias de desperdicios. En los últimos 3 años las autoridades trabajaron para aplicar a futuro un proyecto: composta con los residuos orgánicos; separación de basura inorgánica de acuerdo al valor calórico para la industria del cemento; capturarán biogás para electricidad; pondrán en marcha una planta de cascajo y deshechos de construcción. Todo ello sucederá después de cerrar el mayor basurero del mundo, así evitar seguir contaminando los mantos acuíferos, la atmósfera, atentando contra la salud de los capitalinos.


   En algunas ciudades del orbe, como por ejemplo Canberra, Buenos Aires, Kovalam y San Francisco, aprobaron resoluciones de Basura Cero. La primera ciudad en aplicar este tipo de legislación fue Canberra, Australia, que en 1995 planteó “ningún desecho en el 2010”. La ciudad de San Francisco, en Estados Unidos, con 7.000.000 habitantes, también la adoptó poco tiempo después y logró reducir en 50% sus residuos urbanos en 10 años.  

   Basura Cero, es una filosofía y un modelo para el siglo XXI, a través de: reducir el consumo y los desechos, reutilizar los desechos, extender la responsabilidad del productor, reciclaje integral, compostaje o biodigestión integral de materiales orgánicos, participación de los ciudadanos, prohibir la incineración de desechos, políticas, reglamentación, incentivos y estructuras de financiación efectivos que respalden los sistemas.

   No cabe la menor duda que los ciudadanos y autoridades, necesitamos cambios de paradigmas si queremos vivir con calidad de vida, porque basta saber la cantidad de contaminantes contenida en los lixiviados, -el líquido tóxico y cancerígeno que se desprende de los depósitos o de los camiones recogedores de basura que pasan frente a nuestros domicilios- para suponer del daño que estamos otorgándonos como individuos y al medio ambiente.

                                                                          Periodista y Docente de Desarrollo Sustentable

http://www.verde-claro.org

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