60 segundos: Ecos del miércoles de ceniza en iglesias


Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

* RECLUSORIOS,
ESCUELAS DEL CRIMEN

En ninguna parte del país, los reclusorios escapan a ser simples escuelas del crimen.
La readaptación o rehabilitación de los internos, es una especie de sueño guajiro, en el mejor de los casos.
Los de fuera empujan a los de adentro a que sigan delinquiendo y si no allí los ejemplos, en donde los reos cuentan con espacios diferentes, gozan de televisión, radio, teléfono y mujeres en horarios fuera de los establecidos legalmente para la llamada visita conyugal o familiar.

Sin embargo, lo que ha ocurrido en Apodaca, del estado de Nuevo León, pone de cuadros los ojos de cualquiera, aunque la matanza de reos y la fuga de otros tantos, es tan solo una voz de alerta para el resto de penales del país, dado que igual enfrentan un severo hacinamiento y las condiciones de vida en interiores de todos ellos, son similares.

El amontonamiento de reclusos es en áreas bastante restringidas y con vigilantes contaditos, para cubrir la existencia de centenares en sus celdas y demás espacios, vuelven a dichos reclusorios en trampas mortales de antemano.

Nadie confía en nadie. Fue lo dicho por feligreses que formaron largas colas, con la angustia de no poder recibir la ceniza en sus frentes en las iglesias de Xalapa

Si se desata la violencia y se registran las fugas, queda el sabor de la impotencia, porque dichos centros de readaptación no lo han sido y la suma de sus huéspedes forzados se eleva cada vez a numeritos nunca experimentados.

Y es que el descontrol, de dichas cárceles surge desde el momento en que en sus interiores lo mismo hay juntos violadores, asesinos, ladrones, traficantes de drogas y personas y por cuanto a su reclusión, empezando desde su alimentación, deja mucho que desear y decir. Hasta cuándo.

* Y LOS DUEÑOS DE
MASCOTAS, LO SABEN

La pregunta que muchos xalapeños se hacen es en el sentido de saber si a ciencia cierta hay la reglamentación que supuestamente estaba vigente o ya pasó a mejor vida, pero las mascotas sin dueño se multiplican en nuestras calle y aún las que son jaladas por aquellos no dejan de regar de heces fecales las calles y avenidas, sin que las recojan, provocando un ambiente pestilente.

Esto viene a colación, porque los perros callejeros se multiplican sin un aparente control.

Ninguna autoridad vigila este fenómeno, que a decir de funcionarios municipales lo contempla un ordenamiento emitido por la administración municipal desde hace varios trienios.

Ninguna caza de perros callejeros se realiza por parte de sanidad animal y en cambio, son numerosos los canes recorren las arterias públicas sin un mando y mucho menos, sus presuntos propietarios recogen las heces fecales que van dejando como reguero dichos animalitos.

La pestilencia se registra en los parques y jardines, las banquetas y calles del corazón de la ciudad, así como también en las zonas marginadas y periféricas.

Allí en el parque de los Berros y todas las arterias del casco histórico de la ciudad, la afluencia de canes sin aparente propietario y otros que son jalados por sendas cadenas y cinturones, igual, van sembrando de desechos fecales los espacios públicos, sin que aparezca la autoridad para orientar e informar, que un fenómeno semejante no puede realizarse sin que se tenga que enfrentar correctivos y otros llamados de atención, sobre todo porque afectan la salud pública e imagen citadina.

Esto siempre y cuando se confirme que existe un reglamento que rige el manejo de mascotas en la ciudad.

* ECOS DEL MIÉRCOLES
DE CENIZA EN IGLESIAS

Miles fueron los feligreses que se enfundaron de la convicción de que ir a recibir ceniza el miércoles último, les ayudaría a mejor conducirse en una sociedad bastante desalentada y afectada por las tantas crisis, que inciden en sus vidas cotidianas.

La escasez de valores éticos y morales, es una constante que se padece en la calle, la escuela y el trabajo.

Nadie confía en nadie. Fue lo dicho por feligreses que formaron largas colas, con la angustia de no poder recibir la ceniza en sus frentes, acto con el cual inició la cuaresma y por ende, las buenas razones de los asiduos a la religión católica y presumiendo a la vez todos ellos, en que ojalá las cosas vendrán mejores.

Día y tarde la del último miércoles, en la que muchos simpatizantes de la iglesia confiaron en que hay sobradas razones y preocupaciones, para suponer que un rasgo o una acción semejante, les habría de acarrear la tranquilidad que no tienen y la paz que les es regateada objetivamente y que mantiene al borde de la zozobra, la angustia y el miedo a una inmensa mayoría.

El común de quienes tomaron la ceniza en cuestión, son familias completas, que pululan entre las clases media y baja, que no confían en nadie, pero que siguen siendo creyentes a pie juntillas, porque es lo último que nos queda. Diría la señora Josefina Díaz González, luego de recibir con singular respeto la ceniza en su frente.

Lo anterior en señal de respetuoso silencio, porque hablar en días como éstos, igual, les puede acarrear los ratos amargos de la intranquilidad y el desaliento que se generalizan, frente a una caída en todos sentidos, y sin que se produzca aún el milagro que rehaga sus vidas como otrora con sencillez modestia y humildad, si, pero felices. Por eso fueron a recibir ceniza cientos de miles en Catedral.

 

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