EN ABRIL MES DE LOS NIÑOS: Mardonio, el Niño de la Mixteca, un mundo de vivencia y sueños


Por Luis Armas Bravo, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Mardonio, tiene 14 años, pero por la desnutrición parece que tiene diez, él, es el mayor de cinco hermanos y trabaja en una casa que cuida…Su lengua materna es el mixteco, y con cierta dificultad habla el español, a pesar de estar desnutrido, tiene una mirada viva e inteligente, los ojos negros y el cabello largo y lacio.

Mardonio es de la mixteca poblana, una zona marginal, árida y desnuda, dónde sólo hay cactos, biznagas, huizaches y mezquites; después de cierta desconfianza y reticencia, decide hablar…”Yo soy de un pueblo que está cerca del Estado de Oaxaca, es un pueblo donde hay más sol que árboles, la mayoría de la gente tiene chivos y de vez en cuando hay cosechas de maíz, frijol y chile, porque en mi pueblo casi nunca llueve”…”Mis papás tenían diez chivos y cuando era chico los llevaba por el monte para pastearlos”…-“En medio del monte había una gran piedra boluda, donde a mí me gustaba recostarme, allí; jugaba con las nubes, las miraba y me imaginaba figuras de animales, seres fantásticos que pasaban y se desbarataban con el viento: a veces cerraba mis ojos y escuchaba el sonido del monte y del viento cuando estaba enojado”….”AAH….¡ Porque el viento se enoja y levanta polvaredas! ¡Se llevaba hasta mi sombrero”!…

”También escuchaba cantar a los pájaros que se paraban en los mezquites; ellos me contaban que viajaban mucho y que recorrían los valles y montañas”-bueno- “eso era lo que yo imaginaba mientras los escuchaba a través de sus cantos”…”A veces observaba a las lagartijas, asomándose debajo de las piedras sacando la lengua, te miraban como si quisieran hablar, pero después se arrastraban rápidamente cuando les aventaba piedras con mi resortera”…

”Yo nunca fui a la escuela, desde chiquito tenía que ayudar a mi papá, recogía leña de los árboles secos, acarreaba agua y cuidaba a los chivos”…”Un día, vino un señor a la casa y les dijo a mis papas que yo tenía que aprender a leer y escribir, y que él era el nuevo maestro del pueblo”-me acuerdo que corrí a esconderme al monte, porque mis amigos, me dijeron que me llevarían no sé a donde-“El maestro hablaba como nosotros, pero mis papás nunca me mandaron a la escuela, ni yo quería ir, a mi me gustaba más estar en el monte con mis chivos, escuchar el sonido del viento y el canto de los pájaros”…

”Después se murió mi mamá, y toda la gente del pueblo cooperó para su entierro y nos quedamos solos…Mi papá ya no estuvo a gusto en el pueblo y junto con mis hermanos nos fuimos a Tehuacán; mi hermana la más chica se quedó con una tía que vivía en la sierra…En Tehuacán empezamos a trabajar, me acuerdo que un señor le dijo a mi papá –llévalo a la granja yo le doy trabajo- “yo pensé ¿que será una granja? ¡nunca imaginé como era!…Cuando fui por primera vez, descubrí las casas largas, muy grandes, había muchas gallinas encerradas, -¡cuando me asomé!- vi tantas gallinas echadas que me acordé de mi mamá…¡cómo le gustaban tenerlas en casa, junto con los guajolotes!-…Ese día, junto con otros niños que después fueron mis amigos, nos metimos en medio de las jaulas, embarradas de comida y caca, de allí sacábamos los huevos que se atoraban, como era chiquito y flaco bien que me acomodaba, y juntaba hartos huevos, ¡no sé cuantos!, los acomodábamos en unos cartoncitos, hasta que acabábamos cansados…Pero un día me enfermé y no quise regresar a la granja, muchos de mis amigos me rogaron que volviera, pero la verdad, me dio mucho asco regresar a los gallineros y empezar otra vez a ensuciarme de caca y de comida de animales, así que no regresé más”…”

Después entré a trabajar a una fábrica de esas donde hacen ropa…¡como me cansaba cuando cargaba el montón de pantalones mojados! sentía que me mareaba y me caía ¡pero no!, aguanté mucho tiempo en el trabajo, no me acuerdo cuanto, hasta que un día una señora me ofreció cuidar su casa, entonces me salí de la maquiladora; además porque las pobres muchachas se me figuraban gallinas encerradas en su jaula, sentía feo, por eso también me salí…Ahora estoy contento porque mi nuevo trabajo me gusta mucho, me parece que estoy en mi tierra –¡porque escucho cantar a los pajaritos! –es que la señora tiene su casa grande y tiene muchas jaulas con pájaros de todos los colores;…Hay jilgueros, chapes, primaveras, gorriones y otros que no conozco”…”

“Cuando tengo tiempo, me recuesto en el pasto y veo el cielo de Tehuacán que es azul…azul…como el de mi tierra, a veces en el cielo hay nubes y juego a ver figuras como cuando era chiquito…Ya aprendí a escribir y hablar en español, pero todavía me cuesta trabajo, lo noto porque la gente se ríe cuando me escucha, me miran como si fuera tonto…El mixteco sólo lo hablo con mi hermana, cuando los domingos nos juntamos y nos vamos a pasear; a mí me gusta ir a los pueblos, porque me recuerdan como era mi tierra, pero ya me acostumbré a vivir en Tehuacán y aquí nos vamos a quedar, quien sabe hasta cuando”…

Mardonio cuida una casa, allí es feliz, él ignora porque habla una lengua diferente al español, y menos sabe quiénes fueron sus antepasados: los mixtecos que fundaron las ciudades de Tilantongo y que conquistaron Mitla, también ignora que el en siglo VII de nuestra era, dejaron como testimonio unos Códices pictóricos que relatan la historia dinástica de los mixtecos, hasta hoy los únicos documentos americanos que han sobrevivido con datos históricos tan antiguos…

Pero Mardonio sigue conservando su lengua y por lo tanto su cultura, continúa hablando el mixteco con sus hermanos, quizá si hubiera ido a la escuela, recordaría su pasado de hace mas de mil años y tuviera su memoria fresca de recuerdos, de mitos, de leyendas…A lo mejor lo sabe, pero cuando uno le pregunta, sólo se ríe y enseña esos dientes blancos, bien conservados a fuerza de la costumbre de comer tortillas…Ahora su mundo es esa casa que cuida y que guarda el hermetismo de Mardonio, sus mitos, sus cuentos, sus leyendas, su cosmogonía…

Algún día Mardonio sabrá más de él, de sus antepasados, de los mixtecos que sobreviven  a los siglos…o ya lo sabe, y sólo deja que el tiempo le devuelva sus recuerdos, y espera que la gente en donde vive lo descubra y deje de verlo como un niño tonto, hasta que entienda -esa gente- que el mundo de Mardonio también es su mundo y que está allí junto a ellos…Esperando que descubran sus raíces…Porque Mardonio, aunque aparentemente viva en la ignorancia…Tiene su cultura    viva cuando habla su lengua, y en su forma de ser refleja su cultura ancestral que muchos de nosotros, desgraciadamente ignoramos y  que estamos más sumidos en la ignorancia que Mardonio…El niño de la Mixteca…

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