Siete Párrafos: Siete días antes


Por Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Es definitivamente una ilusión o un autoengaño que en estos siete días que faltan para el desenlace de la contienda presidencial, los números de las encuestas se muevan y los lugares de las preferencias  de los votantes encuestados varíen espectacularmente. Todos sabían en todos los búnkers  que cualquier sorpresa tenía que darse en mayo, y no se dió tal sorpresa, por eso es necesario precisar algunos indicios de lo que realmente viene para después del domingo en el que, de acuerdo a las tendencias, Peña Nieto habrá de ganar la elección presidencial no sin objeciones.

Primer Indicio: el aceleramiento del Movimiento 132 para crear el escenario de confrontación por la imposición (así  se empieza a manejar en su propaganda) como presidente de México. Todos estos días, en la medida que se incremente más su activismo, se percibirá que tan distante se sienten los contendientes de poder alcanzar a Enrique Peña Nieto, al recurrir de antemano al señalamiento de que un fraude fue orquestado nuevamente, como hace seis años, para favorecer a uno de los candidatos, solo que no se puede hablar de imposición presidencial, porque si alguien no está de acuerdo con la llegada de Peña Nieto es Felipe Calderón.

Las preferencias electorales de los votantes que se mantuvieron en los mismo niveles en casi todas las encuestas, tienen como principal factor de atracción no Enrique Peña Nieto, sino lo que simboliza el retorno del viejo régimen del PRI tras 60 mil muertos alcanzados por el último sexenio panista, es decir, están prefiriendo al partido por sus 70 años de paz y seguridad pública que fueron rotos por los gobiernos de Fox y Calderón

Segundo indicio: en estos últimos días las declaraciones sorpresivas de líderes políticos,virreyes (léase gobernadores), periodistas antes contrarios, voceros diversos que como Vicente Fox, señalarán hacia donde dirigir el voto por la supremacía en las encuestas de Peña Nieto, no como una medida desesperada para fortalecerlo porque está siendo alcanzado, sino -como Fox- para congraciarse con el nuevo mandatario mexicano cuyo grupo, hasta el momento, se avizora será implacable una vez que tenga el poder.

Tercer indicio: las declaraciones que evidencien desquicio al basarse cada vez más en engaños ostensibles o connotaciones afectivas de parte de sus dos principales perseguidores: Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota, dando cifras completamente contrarias a lo que la mayoría de encuestadoras han venido apuntando en los últimos días, pretendiendo fomentar la idea que si los votos de Peña Nieto los superan en sus aspiraciones, no puede ser más que producto de una maquinación por lo que están apostando al ineludible ya conflicto post electoral.

¿Por qué Enrique Peña Nieto supera a sus contrincantes en las tendencias del voto para la presidencia de la república y por qué no ha caido en las preferencias pese al empeñoso trabajo en las redes, algunos diarios y en las universidades mexicanas? Por una sencilla razón, porque la gente no está apostando por su figura ni por su capacidad de liderazgo o  carisma, sino por el partido que lo está apoyando. Es decir, los votantes se están inclinando por el retorno del régimen que está simbolizado por el Partido Revolucionario Institucional, fenómeno provocado paradójicamente, por todo lo que simboliza ahora el PAN, entre la gente  después de 12 años de mal gobernar al país.

Y no es cierto como dice Vicente Fox, culpable también del mal gobierno panista y de su estilo de familia tan proclive a la corrupción, de que Enrique Peña Nieto representa a un nuevo PRI que ya aprendió después de vivir «en la democracia 12 años» lo que esta significa y actuará de manera distinta ahora que retome el poder. El PRI que regresa, regresa con su mismo estilo, recuérdese como llegó a ser candidato presidencial Peña Nieto,sin ninguna contienda democrática interna, rodeado de los  mismos hombres y mujeres que mandaban antes de Fox presidiera al país; con su mismo estilo de hacer política (véase como organizaron sus mítines y sus acuerdos en estos días de campaña); con las mismas propuestas sociales y económicas que lo han caracterizados en los últimos 30 años, pero catapultados hacia el triunfo por los 60 mil muertos que logró alcanzar el sexenio de Felipe Calderón. Esa será la verdadera clave de su triunfo, no la imposición, no su cambio ideológico, no el manejo corrupto de los votantes. Así de sencillo. Pero es más ciego el que no quiere ver…

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