60 Segundos: IVE debe contener a la bufalada


Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

* LA POBREZA TIENE
MUCHOS ROSTROS

La pobreza camina en las calles de la ciudad con mayor persistencia y deja ver muchos rostros.
La ciudad se ve todos los días, con sus noches, con una carga pesada de pedigüeños y los vende-flores y artesanías diversas, que toman por asalto las calles y las avenidas tanto céntricas como periféricas.
El asalto callejero también se viene dando, pero no se denuncia, porque el miedo a las policías de estos días es superior al respeto o reconocimiento que piden sus timoneles políticos y burocráticos.
Se amplía con sus días la situación de crisis económica de los mexicanos del común, pero aquí en la capital del estado se multiplica, como una respuesta a la generación de empleos, que nos muestra en gráficas el aparato gubernamental.
Todos los días, niños, jovencitos y adultos enfermos, sostenidos apenas por un bastón, una muleta, solicitan la limosna de rigor a los automovilistas en los cruceros principales.
Los limpiaparabrisas se cuentan por centenares, cuya operación la vuelven exigente y obligatoria sobre las avenidas principales, como son Américas, Lázaro Cárdenas, Circuito Presidentes. La capital, sede de los poderes estatales y el mayor número de centros de estudios de enseñanza superior y universitaria, está siendo invadida por decenas se supuestos artesanos, quienes una vez que llegan las primeras horas de la tarde-noche, ocupan los espacios que lo permiten en arterias públicas del centro.
Los artesanos que ocupan el callejón de El Diamante, también resienten el ingreso de nuevos vendedores ambulantes. La calle es difícil de cruzarla cualquiera de los caminantes, porque de lado y lado, la estrecha arteria se ve agolpada por comerciantes y peatones y clientelas de los improvisados establecimientos comerciales.
Empero, quienes explotan dichos giros insisten en que las ventas se han caído entre semana y que si algún repunte avizora, esto suele ocurrir los sábados y domingos. Lo suyo con la venta de artesanías, como en las cocinas que ofrecen una variedad de platillos, pero sus explotadores se lamentan de una baja sensible en sus ventas.
Conclusión, la crisis tiene numerosos rostros, y basta salir a la calle y preguntarle al caminante o el asiduo al cafetín, y los ejércitos de pedigüeños, vendebaratijas, los marimberos, que se vuelven tortuosos para quienes tienen que escucharlos horas y horas diariamente, y los betuneros, que empiezan a provocar el enojo de los viejos y tradicionales lustra-calzado, muestran una parte que llama a la tragedia de centenares metidos en la crisis hasta los codos. ¿Hasta cuándo?

* IEV DEBE CONTENER
A LA «BUFALADA»

El IEV de Carolina Viveros debe contener a la «bufalada», que está ansiosa de mostrar sus ambiciones políticas que les ofrecerá el año 2013 a los partidos políticos.
Se trata de las elecciones de alcaldes municipales y diputados locales, pero las habas se queman en el comal de las ilusiones y hay los adelantados que, al árbitro electoral, no le simpatizan.
Ya lo han dicho diversos actores políticos, entre éstos Erick Lagos Hernández, dirigente estatal del PRI, pero en todas las comunidades que integran la geografía estatal hay verdaderos destapes y otros levantamientos.
En el firmamento de las cuestiones político-electorales no hay otra contienda que atraiga tanto a los electores que las contiendas municipales. La pasión, si la hubiera, en esta ocasión estaría cifrada en las alcaldías y los demás cargos edilicios, menos no.
A nadie cabe la menor duda que si alguna competición causa algún revuelo en los grupos más representativos o gangsteriles de las municipalidades, es la unción de un alcalde.
En este contexto va de todo, los malos, buenos, ineptos, capaces y hasta los que sólo imaginan el hueso que van a roer, para poder saciar sus apetitos estrictamente personales. Por esto, tan deteriorada se encuentra la tarea política. Y se inventan tantas siglas anticorrupción, pero en todo el tiempo que lleva de vida el sistema gobernante a raíz de conformarse el estado como instrumento del poder para ejercer su gobierno, el antídoto no ha sido suficiente.
Hay un centenar de alcaldes de turno, hundidos en la desesperación porque no les alcanzan los pesos y centavos para pagar los aguinaldos de sus burócratas. O es tanta su ignorancia, que jamás pudieron asimilar las supuestas orientaciones que les dictaron los diputados locales hace dos años, para que supieran cómo entrarle al manejo de los presupuestos públicos, que ahora se lamentan de su «mala» suerte, cuando en realidad, de la tarea administrativa y política sabían nada.
Los padres conscriptos, que también buscan candidatura de alcaldes, ahora se enfrentan a sus propios reclamos que hicieron a los munícipes de turno.
Porque tanto es responsable el edil que no entiende la función de gobernar y administrar bienes públicos, como el que enseñó, pero cuyas explicaciones resultaron menos que insuficientes, carentes de la elemental práctica didáctica, que no supo hacerse entender ante los órganos, como es en este caso el municipal, representado por un alcalde cacique, bandido o simplemente ayuno de conciencia acerca de la enorme responsabilidad de representar en su feudo a sus paisanos.
De ese tamaño es el compromiso que debieran asumir los ediles con sus representados. Empero, lo aguzado de no pocos, es arrancar las precampañas, cuando apenas los ciudadanos están curándose del estruendo que les produjo la última elección y de cuyos resultados nadie quisiera siquiera acordarse.

* EL PAVOR A
LOS POLICÍAS

Lamentablemente la gente sólo siente miedo, que a veces raya en pánico o pavor tener que acercarse a un elemento policíaco.
Cuando se anunció que en las calles del centro de la ciudad aparecerían elementos de blanco y azul marino preparados en el colegio de El Lencero y prestos a ofrecer lo mejor de sus capacidades asimiladas en sus cursos celebrados en el plantel en cuestión, hasta se presumiría que dichos elementos servirían más allá que en proteger la seguridad de las personas y, por supuesto, sus patrimonios personales, con la práctica de modales propios de la diplomacia, pero al final del día nada de esto ocurre.
El común de estos policías opera con sigilo, observadores de todo cuanto les rodea, pero alejados de la ciudadanía. Ni un saludo, tampoco tienen que hacerlo, porque la misión de los sabuesos en mención es preservar la tranquilidad citadinas, y un saludo puede colocarlos en una posición diferente.
Es obvio que en este país el miedo a los policías, que no es precisamente el respeto, se anida en la inmensa mayoría de los mexicanos.
No hay una persona que quiera acercarse a un policía, con el cual pretenda entablar alguna comunicación. La desconfianza, el temor, a ser atacado o involucrado, no le produzca el pavor inclusive. Por esto, no informa la gente nada de cuanto oye, ve y le dicen acerca de cuanto puede ocurrir en el entorno citadino.
En días como éstos de presuntas corretizas tras de delincuentes y las patrullas policíacas corriendo como bólidos por nuestras calles, encendidas las sirenas a toda hora del día y rebasando a automovilistas particulares, lo que también les hace cometer excesos y abusos, porque cruzan calles y cruceros sin respetar los colores del semáforo o circulan en sentido contrario a una rúa, mostrando sus elementos pavorosas metralletas, apuntándolas en un punto infinito y viéndose prepotentes algunos de ellos, lo que acarrea mayores síntomas de miedo y pánico en los ciudadanos del común.
Esta es una terrible realidad, con la que los mexicanos conviven todos los días en días de guerra de mexicanos contra mexicanos.

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