
La quinta parte del bambú que se produce en el mundo crece en China, casi 300 variedades en una superficie total de 20000 km2. La zona donde más lo utilizan es al sur del río Chang Jiang, prácticamente todas las viviendas tienen muebles, camas, sillas, cajas, cestos, escobas, palillos para comer, en base a la planta. La gramínea se emplea en la construcción de casas o bien para puentes colgantes entre las montañas. En México, está de moda, sobre todo en esta época como regalo para desear buenos augurios, aunque ya numerosos sectores están atrayéndose por las bondades de la especie leñosa.
Recientemente una investigación, publicada en la revista Nature Climate Change, señaló la extinción del bambú producto del cambio climático. Centró su estudio en las Montañas Qinling en la provincia de Shaanxi, que es hogar de alrededor de 275 pandas salvajes. Los animales constituyen alrededor del 17% de toda la población salvaje panda gigante. «El tesoro nacional de China» cada día desaparece, hay sólo 1.000 ejemplares en libertad -en reservas especiales protegidas por el gobierno chino- y otros 100 en zoológicos.
Organismos en China dedican esfuerzos a reconstruir la reserva de los osos panda y también enfocan al centro de investigación y hospital de pandas. El mamífero no se reproduce con facilidad, no puede alimentarse con cualquier producto, es objeto de caza furtiva y vive en zonas montañosas afectadas por desastres naturales, como el sismo de 2008.
Hoy en día, dicen los expertos, el enemigo más importante del oso panda es la pérdida de su hábitat, a raíz del cambio climático acelerado. Más la tala producida de modo imparable. China tiene más de mil millones de personas que necesitan bambú para sus casas y calentarse. Las perspectivas a futuro para el panda no son muy halagüeñas. Otra víctima más del calentamiento global y la sobrepoblación del planeta.
Periodista y Docente de Desarrollo Sustentable
