
En los protocolos de actuación Médico-forense y de policía científica, en sucesos con víctimas múltiples, existen apartados que tratan sobre recuperación y levantamiento de cadáveres y restos humanos en casos específicos de homicidios masivos, trabajo que se realiza en forma coordinada entre los institutos de medicina legal y los organismos de seguridad y justicia del estado, siendo el médico forense quien coordina las actuaciones que se realicen sobre los cadáveres o restos humanos.
La actuación de los médicos forenses se debe centrar en el diagnóstico de la muerte y la fecha; el examen del cadáver, la diferenciación entre cuerpos y restos humanos, la obtención de muestras biológicas in situ, si procede y la resolución de todas aquellas cuestiones médicas o biológicas que puedan plantearse en esta fase.

Por su parte, los equipos de seguridad y justicia estatales se ocupan del reportaje fotográfico y videográfico en conjunto y en detalle; el levantamiento de planos y croquis; el etiquetado (incluyendo pulseras o bridas) de todos los cuerpos y restos humanos; la obtención de la necro reseña correspondiente, (si las condiciones calavéricas y medio ambientales lo permiten), así como de recoger objetos del área que no porten los cadáveres y que pudieran estar relacionados con los hechos.
TRASLADO DE CADÁVERES Y RESTOS HUMANOS
Lo hemos visto hasta en series policiales televisivas que los objetos personales que portan las víctimas son introducidos de forma independiente en bolsas herméticas, referenciados con etiquetas identificativas dentro del sudario que contenga el cadáver, a fin de que sus efectos personales y documentación queden etiquetados con la misma numeración.
El traslado de los cadáveres y restos humanos desde el lugar del levantamiento hasta el depósito establecido, debe ser supervisado por autoridades que cumplan las actas de traslado al depósito de cadáveres y restos humanos identificables, procedentes de mutilaciones sobrevenidas por el suceso.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha publicado un nuevo manual que trata de desvanecer los mitos sobre el tratamiento y los efectos de fatalidades masivas que incluyen hasta desastres naturales.
La OPS creada en 1902 es la organización de salud pública más antigua del mundo y la oficina regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud que trabaja con los países para mejorar la salud y elevar la calidad de vida de sus habitantes.
NECROIDENTIFICACIÓN, PENOSA TAREA
Este tema es muy duro, pero es importante advertir que el manejo de los muertos debe considerar aspectos que podrían lastimar la sensibilidad de los familiares dolientes, sin cuestionar la causa de la muerte, pues en todo caso debería prevalecer un respeto a la muerte con la presentación digna de los cadáveres.
Vale la pena mencionar que el manual de la OPS parte de la premisa de que el cadáver producto de un desastre o evento colectivo no constituye un riesgo infeccioso, y aconseja que no debe enterrarse a las víctimas en fosas comunes, ni tampoco proceder a cremar masivamente los cadáveres, en contra de las costumbres culturales y normas religiosas de la población.
Además, es necesario agotar todos los esfuerzos para lograr una identificación de los cuerpos y, en última instancia, disponer y ubicar los cadáveres en nichos, trincheras o zanjas individuales, lo cual constituye un derecho humano básico de los familiares sobrevivientes.
Al respecto la directora de la Organización Panamericana de la Salud, Dra. Mirta Roses Periago, señala la importancia de respetar los procesos de identificación y preservación de la individualidad de los cuerpos, ya que en cualquier circunstancia, no existe justificación alguna del punto de vista médico-legal de no observar todos los procedimientos científicos para la transferencia, identificación y la disposición final de los restos humanos.
Todo mundo quiere de alguna forma, reconocer, recuperar, lavar, vestir, velar y despedir los cuerpos de sus seres amados, como un último e infinitamente intimo homenaje a su persona, esto sin importar su condición moral, social, económica.
Algunas políticas estatales argumentan que las enfermedades contagiosas como la tuberculosis, estreptocócico, hepatitis B y C, y el VIH significarían una amenaza para quienes están directamente involucrados en el manejo de cadáveres, sin embargo en medicina forense hay mecanismos de protección para evitar contagios.
Los mitos sobre el manejo de cadáveres tienen fuertes raíces en la cultura y la historia, que narran grandes epidemias, tales como la “Muerte Negra,” que azotó la Europa del Siglo 14 causando la muerte de unas 25 millones de personas. Los más recientes replanteamientos sobre sudarios surgieron a raíz de los grandes desastres en Haití y Malasia, Tailandia, Chile o Japón en este siglo, sumados a las miles de muertes por la lucha contra el narcotráfico en México que nos llevan a abordar este delicado asunto.
Lo que sí, es que ante el panorama actual de violencia, el manejo de un elevado número de muertes ocurridas al mismo tiempo o dentro de un corto lapso representa un problema social, sanitario, jurídico y organizativo que pone a prueba nuestra capacidad de asombro al presentar de una forma tan desgarradora y brutal a la tanatología cotidiana en el país, efecto de la ineficiencia en los operativos gubernamentales de combate al crimen y la falta de discreción y prudencia de los medios de comunicación.
Reproducido de EFACICO
