
*En 26 meses, 38 funcionarios de Javier Duarte han sido despedidos y enrocados
*Nunca ha existido un informe de sus trabajos ni los motivos de las renuncias
*De los 38, sólo tres fueron expulsados del paraíso y andan en el anonimato
26 meses y medio después, el gabinete del sexenio próspero en Veracruz ha experimentado 38 cambios, entre despidos fulminantes, ascensos y enroques políticos, además, sin ninguna explicación ni rendición de cuentas.
Salvo tres políticos enviados al exilio (Tomás Carrillo Sánchez, Leticia Perlasca y Félix Báez Jorge), el resto, 35, han sido promovidos de un cargo público a otro, lo que significa más de un cambio cada mes desde diciembre del año 2010, cuando el equipo legal y ampliado de Javier Duarte fuera anunciado.
Incluso, si se revisa la hemeroteca, cada cierto tiempecillo, los idus de marzo aparecen, y en los titulares publican el aviso de que vendrán nuevos cambios, con lo que la mayoría del gabinete se pone a temblar, pues la ruleta rusa anda girando.
Y más porque de acuerdo con la ley, el jefe del Poder Ejecutivo está facultado para hacer los cambios si el día amanece nublado y lluvioso, sin consultar, digamos, con el poder Legislativo.
Pero más aún. Ninguno de los 35 funcionarios que siguen trepados en la barca sexenal ha entregado cuentas del cargo anterior.
Ni han así auditados ni escudriñados en su tarea pública por ninguna dependencia, no obstante la existencia de la secretaría de Finanzas y Planeación y la Contraloría, además del ORFIS (Órgano de Fiscalización Superior), la Comisión de Vigilancia del Congreso y la Secretaría de Fiscalización de la Legislatura.
Ni menos, mucho menos han sido puestos bajo sospecha.
Y lo que es peor: ninguno de los casi 8 millones de veracruzanos ha conocido el resultado social de su trabajo… como si fueran ángeles de la pureza en el manejo del presupuesto en un país que ocupa uno de los primeros lugares mundial en corrupción, deshonestidad, trastupijes, malversación de fondos, doble contabilidad, manejo indiscrecional de los viáticos, negocios lícitos e ilícitos, peculado y enriquecimiento inexplicable con fortunas, y grandes fortunas cada 3 y 6 años.
Todos los cambios y enroques han sido manejados, pues, en la opacidad, no obstante la ley de Acceso a la Información y el cacareo de un sexenio transparente, como si Veracruz fuera, vaya, el país de un solo hombre. El Antonio López de Santa Anna del historiador Enrique González Pedrero, “El Estado soy yo” de Luis XIV.
EL SEXENIO VOLCÁNICO
La bitácora de enroques, ascensos y despidos es la siguiente:
Gerardo Buganza Salmerón se ha mantenido en la Secretaría General de Gobierno, pero en la subsecretaría los bandazos marcan la pauta. Erick Lagos Hernández fue promovido a la presidencia del CDE del PRI, lo que habla, claro, del maridaje entre el gobierno y el partido político en el poder, una codependencia.
Luego, llegó Tomás Carrillo Sánchez, defenestrado como coordinador de asesores del gobernador para “coordinar” a los asesores Enrique Jackson, José Murat Casab y Carlos Brito Gómez.
Defenestrado también de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, de donde, además, fuera despedido sin una rendición de cuentas, como si el cargo público fuera de propiedad privada. Pero además, cuando fue cesado de la subsecretaría, tampoco publicitaron los motivos.
Entonces, un giro de más de 180 grados, con el aterrizaje en la Subsecretaría de Gobierno del exyunista José Enrique Ampudia Mello. Ahora, luego de su meteórico andar, Tomás Carrillo ha volado al cielo, como Remedios en la novela de Gabriel García Márquez.
Ampudia llegó con la espada desenvainada. Su primer acto de gobierno, por ejemplo, fue despedir como director de Gobernación a Emeterio López Márquez, el procurador de Justicia de Fidel Herrera, a quien le llevó, y con éxito, el proceso electoral como presidente del Instituto Electoral.
En contraparte, Gerardo Buganza lo rescató como coordinador de asesores y su espacio fue cubierto por otro yunista, Rogelio Hernández Madrid.
Luego, como en “La noche de los cuchillos largos”, Ampudia despidió a los encargados de la oficina de norte a sur de Veracruz para entregar el espacio a un montón de exyunistas, muchos de los cuales trabajaron con Miguel Ángel Yunes Linares durante 20 años, como el siniestro Juan Herrera Marín, secretario de Seguridad Pública del Chirinos.
Igual de enroques y bandazos han ocurrido, por ejemplo, en la Secretaría de Comunicaciones. Un abogado, el exdantista José Guillermo Herrera Mendoza, ratificado desde el sexenio anterior, luego de su premio de una notaría pública. Y cuando Herrera se la pasaba culpando al Fondo Nacional de Desastres, FONDEN, del atraso en la obra pública de Veracruz, fue promovido a la jefatura de la Oficina de Gobierno y lueguito a la Subsecretaría de Turismo. Así, se perfiló como un hombre del siglo XVIII, el siglo de las luces, cuando todos eran universales. Abogado, ideólogo de la política caminera del sexenio próspero. Jefe de la planeación política en la oficina de Gobierno. Ideólogo ahora de la política turística.
Y en la SECOM llegó, bueno, un arquitecto: Raúl Zarrabal Ferat, siguiendo la huella de su padre, del mismo nombre, uno de los más fidelistas del fidelismo, transfigurado ahora en un panista. Pero Zarrabal junior llegó a la dependencia… de paso. De paso a la candidatura a la alcaldía de Boca del Río, donde según los vientos adversos en la encuesta, estaría relevado por el magnate Sergio Pazos junior, y como premio de consolación regresaría otra vez a la curul local, donde de la Legislatura anterior nadie recuerda su trabajo y resultado parlamentario. Ni siquiera, vaya, alguna intervención fogosa en la tribuna.
LA AGENCIA DE COLOCACIONES
La Secretaría de Turismo tampoco se queda atrás. Parcela otorgada a Beatriz Paredes Rangel, embajadora del Peñismo en Brasil, Leticia Perlasca promovió el turismo con ocurrencias y paseos. Incluso, viajó a Europa, llegó a Rusia, cacareó, asegún, el nombre de Veracruz en el otro lado del mundo, y fue despedida. Según el boletín, le ofrecieron la dirección de la Junta de Mejoras, pero se le hizo poca cosa para su estatura política y desapareció de la pasarela. Y su trono lo ocupa ahora el magnate turístico, Harry Grappa Guzmán, a quien han señalado de juez y parte.
Y, bueno, Harry Grappa inició como secretario particular del gobernador. Luego enseguida cometió el primer error (trascendido): el pésimo manejo de un concierto en el Teatro del Estado, alternando la pifia con el secretario de Educación, Adolfo Mota, cuando el gobernador, ni hablar, fue abucheado y Harry fue lanzado de la secretaría, en tanto a Mota le pidieron la renuncia, pero su padrino, el senador Emilio Gamboa Patrón, como Jesús a Lázaro, lo resucitó. Y ahí continúa, soñando con la candidatura a gobernador para el 2016.
Luego, llegó a la secretaría particular Juan Manuel del Castillo, sin pena ni gloria, aun cuando ha sido promovido como precandidato a la diputación local por el distrito de Córdoba, para lo que se separó del cargo, esperando la señal, mientras publicaba en internet la mesa de regalos de su boda.
Y entonces llegó el tercer secretario particular: Juan Antonio Nemi Dib, proveniente de la dirección del DIF estatal, luego de vender la idea, con Marcelo Montiel Montiel, secretario de Desarrollo Social, de descubrir la fórmula económica, financiera, social y política de acabar de un plumazo con la pobreza y la miseria en Mixtla de Carlos Slim, el pueblito ubicado en la sierra de Zongolica clasificado como uno de los más jodidos del país por CONEVAL, el INEGI y SEDESOL.
Dos años y dos meses y medio después, la oficina de Gobierno se ha convertido en el espacio de los consuelos y desconsuelos. Una simple agencia de colocaciones. Inició con una biografía académica de primera Fabrizio Aguilar. Enrocado en la oficina de representación del sexenio próspero en el Distrito Federal, llegó ahí Guillermo Herrera. Luego siguió Ranulfo Márquez. Después, Salvador Sánchez, el famoso cuñado del diputado Manlio Fabio Beltrones, quien renunciara a la Secretaría de Finanzas y Planeación en el último tramo del Fidelismo cuando se opuso a suscribir un crédito de 10 mil millones de pesos. Y cuando Beltrones lo ha ubicado en la Subsecretaría de Turismo al lado de Claudia Ruiz Massieu, la sobrina de Carlos Salinas, ahora regresa Fabrizio Aguilar.
Un enroque clásico, por ejemplo, se registra con Edgar Spinoso y el tamaulipeco Gabriel Deantes.
Inició Spinoso como subsecretario de Finanzas y Planeación y Deantes como oficial mayor de la Secretaría de Educación.
Luego, y cuando los sindicatos de la SEV se volvieron incontrolables para Adolfo Mota, Spinoso fue regresado a Educación, donde fuera el súper ministro sin cartera con el doctor Víctor Arredondo Álvarez, mientras Deantes retornaba a su antigua posición en SEFIPLAN.
TRES LUZBELES ARROJADOS DEL PARAÍSO
Por su naturaleza, la Procuraduría de Justicia desgasta al hombre público. También, igual, la Secretaría de Seguridad Pública. Y más en tiempos convulsos y turbulentos. Así, Reynaldo Gaudencio Escobar Pérez fue desplazado, luego del tiradero de 36 cadáveres en la avenida Adolfo Ruiz Cortines, en Boca del Río, arribando Felipe Amadeo Flores Espinosa, quien despachaba como diputado federal, presidente de la Comisión de Seguridad Pública, cobijado por Emilio Chuayffet, ahora secretario de Educación de Enrique Peña Nieto.
Meses después, Escobar Pérez fue elegido candidato a diputado federal, pero a partir del complot de Elmo, Elizabeth Morales, alcaldesa de Xalapa, fue derrotado en las urnas por el perredista Uriel Flores Aguayo.
Y en Seguridad Pública el cambio se reprodujo. Empezó Sergio López Esquer y ahora despacha Arturo Bermúdez, quien fuera titular del C-4, el Centro Estatal de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo, con fama de un gran espionaje para los incómodos de cada sexenio.
Luego de unos cuantos meses como diputado federal, Tomás Carrillo Sánchez se convirtió en el ideólogo de la política agropecuaria de Veracruz. Pero su protagonismo lo acabó. Y desde ASERCA fue traído Manuel Martínez de Leo, cuya primera tarea fue escarbar el lodo a su antecesor. Y de paso, bloquear los programas lanzados por Tomás Carrillo, entre ellos, la siembra de cultivos, sobre todo, de maíz y frijol, para convertir a la tierra jarocha “en el granero y yunque de la nación”, con cargo al llamado “Fondo perdido” que fondo perdido es. En medio, incluso, de un escándalo: entre los solicitantes de crédito existían hasta reporteros.
Incluso, de los políticos despedidos, Tomás Carrillo, como también Leticia Perlasca, y el antropólogo y escritor Félix Báez Jorge como director del Instituto de Cultura, nunca fueron reciclados. Les dijeron adiós. Y punto. Mientras los demás, la mayoría, han tenido una nueva oportunidad. Y ahí siguen, como parte de la elite en el poder sexenal.
Báez Jorge fue un caso especial. Se opuso a que un primo del gobernador atropellara los derechos del Museo de Orizaba con pinturas de famosos, entre ellos, Diego Rivera, y los trasladara, así nomás, a oficinas estatales en Xalapa y fue despedido. Pero también, claro, escarbaba malos manejos de su antecesor, Sergio Villasana Delfín, una nómina incalculable de reporteros.
Gonzalo Morgado Huesca fue despedido del Instituto de Pensiones por su irresistible vocación de peleador callejero. Peleó con el resto de funcionarios. Peleó con los pensionados. Peleó hasta con los líderes sindicales. Le organizaron plantones y marchas. Trasladaba los problemas a la Secretaría General de Gobierno y, en cambio, fue premiado en el CDE del PRI “con el jefe Lagos”, donde fuera presidente a los 27 años en el sexenio de Rafael Hernández Ochoa.
Y en el IPE llegó el maestro de la Universidad Veracruzana, dos maestrías, dos doctorados, notario público, Armando Adriano Fabre, compañero de Javier Duarte en la Secretaría de Finanzas y Planeación.
EL GRAN ESCAPE QUE COSTÓ CHAMBAS
Y en ese tenor, Fernando Vázquez Maldonado salió de la dirección del Registro Público de la Propiedad a la Subprocuraduría de Justicia al lado de su amigo, Felipe Amadeo Flores Espinosa, como también, al mismo tiempo, el otro amigo del procurador, Mario Tejeda Tejeda, fue promovido de la dirección de Agricultura de la SEDARPA a la dirección administrativa de la procu.
Y al Registro de la Propiedad, anexas y conexas, llegó resucitado Raúl Ramos Vicarte, secretario particular que fuera del asesor del gobernador, Carlos Brito Gómez, y subsecretario de Gobierno con Miguel Alemán Velazco.
En la Dirección de Tránsito, el tsunami ha pegado más fuerte. Por ejemplo, inició como titular el coatepecano Víctor Hugo Alarcón. Siguió, el 7 de agosto 2011, el transportista Carlos Fidel Demuner Pitol, como juez y parte y ahora está Roberto López Santoyo, premiado por el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, por su trabajo como administrador de la academia de policía de El Lencero, y quien ha acuñado en la página web oficial la siguiente leyenda: “Los sueños se hacen realidad”.
En la Dirección de Patrimonio, también cantan bien las rancheras. Inició el sexenio Carlos Fernández. Luego, fue removido para entregar la estafeta a Rafael Vázquez Jiménez, exalcalde de Banderilla, y quien falleciera de un paro cardiaco el 16 de noviembre, 2012. Así, entró al quite Antonio Raúl Gómez Anell, un fidelista que laboraba en el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior.
Ah, el escandalazo mayor: 19 de septiembre, 2011. 32 reos se fugaron de los penales de Cosamaloapan, Acayucan y Coatzacoalcos. El dato extraoficial, sin embargo, hablaba de cien presos, muchos ligados a los carteles. Entonces, ni hablar, Víctor Manuel Flores Hernández fue renunciado, arrastrando a los directores y subdirectores de los penales. Más custodios bajo sospecha. Y desde la Agencia Veracruzana de Investigaciones, AVI, entró al relevo Remigio Ortiz Olivares.
Manuel Rosendo Pelayo inició como coordinador de las Juntas de Mejoras. Luego, fue promovido al ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, y ofrecieron la vacante a Leticia Perlasca, despedida como secretaria de Turismo. Y la rechazó. Entonces, desde la Subdirección de Transporte fue enrocado Sergio García Barradas, cuando Enrique Ampudia ya era subsecretario de Gobierno.
EL GRUPO DEL SURESTE
La joya de la corona: SEFIPLAN.
De ahí salió el subsecretario Fernando Charleston junior a la diputación federal.
Y también Vicente Benítez, el brother del góber, que del tesorero más envidiado del grupo del Sureste, pasó a la banca, luego del caso de “las maletas voladoras” y más tarde a la Subsecretaría de Desarrollo Social.
Y de ahí se fue el subsecretario Antonio Mansur a la delegación federal de la Secretaría de Economía.
Y ahí llegó Jorge Fernando Ramírez Tubilla, proveniente de la procuraduría Fiscal, a la subsecretaría, y el poderoso, poderosísimo Antonio Tarek Abdalá Saad, proveniente del DIF, a la más poderosa tesorería, donde se maneja el erario, hasta, dicen las malas entrañas, los apóstoles del desastre, con doble contabilidad.
Incluso, con tanto poder, que de acuerdo con las versiones, Ramírez Tubilla encabezó el complot en contra del tesorero Vicente Benítez, por el simple pecado de mover el flujo del billete, pues todos querían adueñarse del balón.
Publicado originalmente en: http://www.blog.expediente.mx/nota.php?nId=3009#.UR6Uch3ZbTo
