
*Horas después de que el senador Fernando Yunes Márquez denunciara un ilícito de 5 mil millones de pesos de recursos federales en Veracruz, y luego de la caída del secretario de Salud, Pablo Anaya, y el aviso de la renuncia del titular de SEFIPLAN, Miguel Ángel Osorio Chong y Jesús Murillo Karam fueron al Senado y se tomaron la foto con el hijo de Miguel Ángel Yunes Linares, otros funcionarios duartistas estarían en la mira…
Fernando Yunes Márquez aparece en medio de los dos, a la expectativa. De lado derecho, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; en el izquierdo, el procurador de Justicia de la nación, Jesús Murillo Karam, el procu de la risita perspicaz luego de anunciar el encarcelamiento de la profe Elba Esther Gordillo.
Los tres trajeados, casi del mismo color, el color rojo en las corbatas del titular de la SEGOB y del senador. Están en el Senado de la República. El senador Yunes Márquez mira de frente y de soslayo a Osorio Chong. Murillo Karam, como siempre, mira el piso, el suelo. Oye, sin mirar. El procu permanece atento. Escucha. Sopesa. Murillo Karam, el amigo, el cuate, el paisano libanés de Miguel Ángel Yunes Linares.
La foto incómoda está tomada el día 8 de marzo. 24 horas antes, el senador Fernando Yunes, presidente de la Comisión de la Defensa Nacional, secretario de la Comisión de Seguridad Pública, había disparado su R-15 de documentos, basado en papelitos de la Auditoría Superior de la Federación, enunciando un desvío de 5 mil millones de pesos de recursos federales en Veracruz.
El Veracruz próspero. En un solo año. 2011.
Y ni modo, la pradera se incendió.
La foto, así haya sido en el Senado, así ocurriera por otros motivos, es clave. ¿Habrían, por ejemplo, Osorio Chong y Murillo Karam tendido un puentecito sobre el tema Veracruz?
Pudiera ser.
El caso es que el mismo día, el contralor próspero, Iván López Fernández, reviró al senador y negó al mundo que existiera daño patrimonial a los recursos federales en el año 2011.
“La información no corresponde a la realidad. Está fuera de contexto”.
Luego, en rueda de prensa, diría: “Ni daño patrimonial ni desvío de recursos”.
El mismito día, el gobernador se ocuparía del mismo asunto: En Veracruz “ni tiempo ni espacio para discusiones o polémicas estériles”.
UN VOLCÁN CON DEMASIADA LAVA…
Pero Fernando Yunes había documentado su enunciado a partir de un chapuzón en la Auditoría Superior de la Federación, en los rubros de cinco fondos:
Uno: el Fondo para Aportaciones Múltiples.
Dos: el Fondo para Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados.
Tres: el Fondo para Aportaciones de la Educación Básica y Normal.
Cuatro: el Fondo para Recursos Transferidos para el Seguro Popular.
Y cinco: el Fondo para Infraestructura Social.
Así, y mínimo, habría bajo sospecha los siguientes secretarios del sexenio próspero:
El primero: el de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez.
El segundo: el de Educación, Adolfo Mota.
El tercero: el de Salud, Pablo Anaya Rivera.
Cuarto y cinco: los de Desarrollo Social, Marcelo Montiel Montiel; y de Comunicaciones, Raúl Zarrabal Ferat.
Y en un descuido, sexto, el de Finanzas y Planeación, Tomás Ruiz González, quien, no obstante, y como la clase priista sabe y tiene conocimiento, desde el mes de diciembre de 2010 ha estado acotado, reducido a un microcosmos de acciones y decisiones, en una SEFIPLAN que parece Torre de Babel, donde los subsecretarios y el tesorero están todos contra todos.
Y aun cuando el Contralor, uno de los políticos de mayor confianza del gobernador, rechazara tanto “el daño patrimonial como el desvío de recursos”, de manera inexplicable, perspicaz y sospechosa, indicativa y significativa, el secretario de Salud, Pablo Anaya Rivera (exhibida su dependencia por la ASF de un desvío de 230 millones de pesos del Seguro Popular) fue despedido horas después de la denuncia del senador Fernando Yunes.
Incluso, el mismo senador escribiría en su facebook lo siguiente: fue despedido “porque fue parte del desvío de recursos de 5 mil millones de pesos”.
OTRO SECRETARIO QUE SE IRÁ…
Más aún: el mismo sábado 9 de marzo, cuando Notiver publicara en portada la foto de Fernando Yunes en medio de Osorio Chong y Murillo Karam, incluía en la edición un titular seco y lapidario, breve y sustancioso: “Tomás renuncia de tesorero. Se va Manzur el martes! Más información el miércoles”.
Era toda la noticia.
En las horas siguientes, la versión fue confirmada: entre hoy lunes 11 y martes 12, miércoles 13 quizá, el secretario de Finanzas y Planeación, Tomás Ruiz González, entregará la dependencia a Salvador Manzur Díaz, el alcalde de Boca del Río que de pronto declinara su candidatura a diputado local.
Y aun cuando se ha tratado de una renuncia mil veces anunciada (ene número de veces fue candidateado por los plumíferos a un cargo en el gabinete Peñista), el dirigente nacional del PANAL durante apenas un semestre, que se opusiera al espíritu mandón de la profe Elba Esther Gordillo Morales, el genio financiero del salinismo que creara el SAT, próximo a casarse con la actriz Ana de la Reguera, Tomás Ruiz saldrá del gabinete duartista, luego de la denuncia de Fernando Yunes.
Y si Pablo Anaya fue despedido cuando nadie lo esperaba, y si Tomás Ruiz cederá la dependencia, entonces, y a partir del documento del senador azul, se diría que los otros secretarios bajo sospecha (Bermúdez, Mota, Montiel y Zarrabal) estarían en la cuerda floja.
Quizá por un error de cálculo: según la Biblia, Dios nunca castiga el pecado, sino el escándalo.
Y en el presunto desvío de los 5 mil millones los secretarios habrían cometido un pecado de kindergarten: haber sido descubiertos en la maroma, pues nadie los acusaría, oh Alá, de pillos, sino de tontos, haber dejado pistas, estelas, huellas, en un país que ocupa los primeros lugares en el ranking mundial de corrupción, trastupijes, deshonestidad y pillaje.
La foto incómoda es clave: ¿Qué platicaron Osorio Chong, Fernando Yunes Márquez y Murillo Karam?, cuando además, el reality show ocurrió en medio de otro zipizape: el cabildeo del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, a la Suprema Corte de Justicia para adueñarse de los municipios de Veracruz, a saber, Las Choapas, Jesús Carranza y Uxpanapa.
Y más por lo siguiente: ni modo que el góber chiapaneco haya ido por la libre, como loquito, sin consulta previa, digamos, con el búnker político del peñismo, incluso, hasta con Los Pinos.
DE CHIAPAS A VERACRUZ CON AMOR
Y más si se considera una circunstancia:
Uno: Manuel Velasco, de apenas 32 años de edad, anunció que los acuerdos de San Andrés Larráinzar serían aprobados.
Y si lo declaró a la prensa fue en previo acuerdo superior con el jefe máximo del PRI.
Dos: Manuel Velasco liberó a indígenas presos desde Carlos Salinas, cuando la sublevación del Ejército Zapatista.
Y ni modo que los haya dejado en libertad por sus pistolas, cuando Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón los mantuvieron tras las rejas.
Tres: el presidente Enrique Peña Nieto lanzó “La cruzada nacional contra el hambre” en Chiapas, cuando hay otros (Oaxaca, Hidalgo, Guerrero, Veracruz) con más pobreza y miseria.
Cuatro: en los actos públicos, Peña Nieto se desborda en apapachos, sonrisas y diálogo con Manuel Velasco.
Cinco: Manuel Velasco encarceló a 11 exalcaldes acusados de pillaje y tiene en la mira a su antecesor, Juan Sabines.
Y ni modo que haya actuado sin consulta, mínimo, con la Secretaría de Gobernación, y más en un país donde la presidencial imperial ha regresado.
Seis: Manuel Velasco ha reproducido el modelo peñista de casarse con una artista: Anahí.
Por eso, si el góber chaval de Chiapas tramitaba, cabildeaba ante la Suprema Corte de Justicia la expropiación de tres municipios a Veracruz, y otros más a Oaxaca, lo hacía con jiribilla.
Acaso, quizá, como un calambre, midiendo el agua a la temperatura política. Un mensaje críptico. Subliminal.
Recordando nomás el 12 de mayo de 2007, cuando cuatro escoltas de los hijos del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, fueran asesinados “que por equivocación” en el puerto jarocho.
Y el día cuando Peña Nieto perdiera la elección presidencial en “el estado ideal para soñar”.
En todo caso, la misma jiribilla con que Osorio Chong y Murillo Karam aceptaron tomarse la foto incómoda con el senador incómodo del duartismo, Fernando Yunes Márquez, inminente precandidato panista a la gubernatura en el 2016.
Publicador originalmente en: http://www.blog.expediente.mx/nota.php?nId=3169#.UT357tbZbTp
