
El Papa Francisco recibió el Anillo del Pescador y el palio, los dos símbolos de la autoridad, al comienzo de una ceremonia solemne a la que asistieron miles de personas, 31 jefes de Estado. El Anillo es portado por el obispo de Roma quien como sucesor del apóstol San Pedro, se considera la cabeza visible de la Iglesia católica. La tradición es que cada Sumo Pontífice lleve el aro dorado hecho con los restos del usado por el anterior Papa.
Barrick Gold, Goldcorp y Newmont Mining Corporation, empresas más grandes del mundo en minería, corporaciones que producen la mayor cantidad de oro, tienen como competencia a trabajadores independientes en operaciones artesanales más pequeñas, en algunos casos de manera ilegal.
Los galamseys, son individuos que en Ghana laboran manualmente la explotación de oro haciendo pozos, túneles y esclusas. Bajo la ley actual del país africano, es ilegal que estas personas caven en la tierra concedida a las empresas mineras. La mayoría de los 20,000 a 50,000 galamseys encuentran oro libre de polvo metálico. Trabajan extensos yacimientos antes de que las compañías asuman el control. Se dice que donde está un galamsey, es sinónimo que habita oro.
En el caso de Benedicto XVI, la argolla fue anulada, es decir limada para que quedara inutilizable y junto con el sello de plomo, entregados a la Secretaría de Estado, que a su vez los cedió a la Cámara Apostólica, encargada de administrar la Santa Sede.
Con el Papa Francisco, el pontífice solicitó que la construcción de la sortija no fuera áurea como marca la tradición, sino que en un gesto de austeridad pidió que sea en plata dorada, basado en un modelo con la imagen de San Pedro y las llaves, diseñado por el escultor de los Papas Enrico Manfrini.
La apesadumbrada historia del metal en Ghana y también en Sudáfrica merece momentos de reflexión sobre actitudes triviales del ser humano que ha orillado a personas en medio de la pobreza a desempeñar actividades infrahumanas con remuneración paupérrima, solo para rentabilidad de las trasnacionales. Así que cada vez que adquiera una joya acuérdese de lacerante historia que lleva el metal que en mi época no era raro encontrarlo detrás de una sonrisa.
Periodista y Docente de Desarrollo Sustentable
