
En los tiempos que fue gobernador el taimado Miguel Alemán Velazco, el Palacio de gobierno en la Capital veracruzana siempre estaba cerrado. De sus portones colgaban gruesas cadenas con enormes candados que impedían la entrada al pueblo y a los turistas que deseaban conocer el inmueble, asiento de los poderes del estado de Veracruz. El mandatario despachaba en Boca del Río en el World trade center (WTC) para darle más categoría a su gobierno elitista.
Aquí en Jalapa sólo atendían los jefes de despacho y se convertía en un viacrucis conseguir una audiencia, sobre todo para la paisanada que llegaba de puntos lejanos, con determinado funcionario alemanista cuyas oficinas estaban impregnadas de desodorante que alimentaba el ambiente. Había que caminar de puntillas con los zapatos limpios. Llevar bien planchadito el traje o la guayabera (“a’según”).
El poder ejecutivo, pues, residía en el World. El legislativo y judicial en Xalapa que cuando eran requeridos tenían que trasladarse a Boca del Río en helicóptero o avión, contábamos con ambos medios para viajar. Los habíamos conseguido en Estados Unidos. Los jalapeños, o los que vivimos aquí, nos sentíamos felices cuando en alguna ocasión Miguel Alemán se dignaba venir para inaugurar por ejemplo una exposición de fotografías de su esposa la actriz Cristian Martell, (Cristian Magnani) acompañada de la doña María Félix y el judío Jacobo Zabludovzky (veladas de ensueño donde la alta sociedad lucía sus mejores galas, pues se iban a codear con el gobernador y altas personalidades).
Éramos muy felices cuando oíamos y veíamos volar el helicóptero sobre la ciudad y la gente gritaba con júbilo: “ahí va Alemán, nos viene a visitar”. Los gobiernos que antecedieron al hijo del cachorro de la revolución (Alemán padre), se distinguieron por el trato afable, sencillo con los veracruzanos. Podía uno entrar fácilmente a la casa del pueblo. Solicitar audiencia y sólo esperar un poco para ser recibidos.
Se extraña a Fernando Gutiérrez Barrios, Patricio Chirinos, Dante Delgado, Agustín Acosta Lagunes, a don Rafael Hernández Ochoa y de don Rafael Murillo Vidal, ya ni se diga. Tal vez porque no había un World en el puerto jarocho. De todos modos se tiene un grato recuerdo. Después de Alemán siguió con el mismo estilo el gobernador innombrable. La única diferencia es que fue más demagogo. Éste andaba por todos lados, fregando a la gente. Descomponiendo hogares. Corrompiendo políticos, a dueños de medios y periodistas y burlándose de las instituciones y sus empleados. Sin embargo, el World fue su centro de operaciones clandestinas. Desde ahí mandaba, ordenaba. Ahí comía y se emborrachaba y el pueblo nunca sabía por dónde andaba, si en Brasil, o Estados Unidos, o España o en Inglaterra.” Le valía madres”. Gozó “el pinche poder” a lo máximo.
El Palacio de gobierno, lógicamente, permanecía cerrado casi siempre. Salvo en raras ocasiones en que convocaba a ruedas de prensa o reuniones con sus colaboradores que terminadas éstas, de inmediato volaba al World. Jalapa ha dejado de ser el centro de las grandes reuniones. ¿Por qué? porque no tenemos espacios para ello. Está el Teatro del estado, el auditorio de la Escuela Normal Veracruzana y el Museo interactivo de Xalapa (MIX). No hay mar ni playas, sólo unos lagos llenos de excremento con una tirolesa que sirve para que los turistas de la periferia de la ciudad se diviertan los fines de semana y una Plaza Lerdo que casi todos los días está llena de protestantes como fue esa última manifestación organizada por el inútil dirigente del Partido Cardenista, Antonio Luna.
Cada día se va perdiendo la hegemonía política, la personalidad de la ‘Atenas Veracruzana y la Ciudad de las Flores’. Nunca vimos “La Bella Jalapa” que nos prometió la alcaldesa Elizabeth Morales, ni los chiles jalapeños que se iban a producir en los macetones del Parque Juárez. Ni modo.
Por eso y muchas cosas más, seguramente el Presidente Peña Nieto, “sin querer queriendo” hizo que se equivocó al nombrar a Boca del Río como la capital del estado de Veracruz. Como diciendo: ¿Por qué no se hace esto en Xalapa, la capital? Los portones del Palacio, siguen cerrados, con una guardia permanente de policías que revisan hasta el trasero sólo porque va uno a dejar recado a Gina Domínguez para preguntarle cuándo nos va a recibir. Sí, porque conseguir una audiencia con el gobernador Duarte, es imposible y máxime cuando se escucha una voz: “está en el World”. rresumen@hotmail.com
