

El caso de Regina Martínez llegó a su fin esta semana con consignación del que fue hallado culpable para sentenciarlo a 38 años de prisión, y que responde al nombre a Jorge Antonio Silva Hernández, El Silva. La sentencia dada a conocer por el juzgado Tercero de Primera Instancia del estado de Veracruz es un dato duro contra el que no puede contraponerse el mar de especulaciones que sigue generándose acerca de su lamentable asesinato.
Menos aún, si la revista «Proceso», permanece en una postura de descreimiento respecto a la forma como el poder judicial de Veracruz ha llevado a cabo las investigaciones del caso, sin más argumentos que la descalificación tanto del gobierno de Javier Duarte de Ochoa como, ahora, de la jueza Beatriz Rivera Hernández a quien acusa de seguir al pie de la letra, con todas sus inconsistencias, el expediente armado por la Procuraduría General de Justicia (PGJ) para sentenciar al sujeto aprehendido y confeso desde hace meses por los hechos donde perdió la vida la periodista.
Lo que sorprende es que a casi un año de la muerte de Regina, el semanario mexicano famoso por su periodismo investigativo no halla aportado, por su lado, pruebas consistentes de cuáles podrían ser, al menos, las líneas de investigación que debieron agotarse en el caso de Regina Martínez, mas allá de que se mencione que la malograda reportera veracruzana laboraba en un ambiente hostil porque pertenecía a una medio al que con cierta regularidad decomisaban misteriosamente algunos números de sus ediciones en el estado veracruzano.
Jorge Carrasco, el periodista del semanario «PROCESO» que más ha realizado labor investigativa al respecto del caso Regina, muy poco ha aagregado en cuanto a la información respecto a otras líneas de investigación, tales como los datos que menciona de que la delincuencia organizada pudiera estar inmiscuída en la muerte de Regina, como consta en las declaraciones de un operador de Los Zetas en Veracruz, Jesús Hernández Rodríguez o Ruiz Rodríguez, El Chilango, quien en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/133/2011 así lo aseveró.
Fuera de eso, el semanario solo aporta suposiciones y, en todo caso, escasa vinculación de hechos que fortalezcan que el trabajo de Regina Martínez, realizado en un ambiente hostil, fuera el principal factor para su asesinato. Lo cual nos obliga a preguntar: ¿Qué sabe realmente PROCESO sobre el trabajo periodístico de Regina Martínez que pudiera tomarse en cuenta, realmente, como para afirmar tan rotundamente que el actual sentenciado no haya sido ni el asesino ni la causal un simple robo o fricciones violentas en un encuentro casual entre la periodista y sus dos victimarios?
A casi un año de la muerte de Regina, PROCESO no tiene más que los mismos argumentos y la misma actitud, más política que acorde a una aportación de indicios de por donde debe hurgarse para hallarse otras razones de la muerte de Regina Martínez Pérez. No es por la vía de la descalificación por donde debe guiarse una postura de aclaración de los verdaderos móviles del crimen. Si PROCESO sabe algo más que lo dé a conocer y pronto, porque entonces de nada valió que su cuerpo directivo halla venido a entrevistarse con Javier Duarte de Ochoa para exigir el esclarecimiento de lo acontecido. Al menos, legalmente y con un asesino confeso el gobierno ya dió una respuesta con datos duros. ¿Que más puede aportar Julio Scherer y compañía para aclarar con datos duros que esa respuesta es falsa?
