Diario de un reportero: Bloqueo desde el poder


Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

*La puñalada trapera

*Frustrada alianza editorial

DOMINGO

Un periodismo apóstata

El reportero Jorge Arias lee, revisa con lupa, escudriña los periódicos. Se topa con una información donde la directora de Comunicación Social del gobierno de Veracruz pronuncia la siguiente frase bíblica: “Se debe buscar que los periodistas puedan ir generando sus propios medios”.

En un Veracruz, oh, donde la vocera asegura que existen mil 400 medios de comunicación.

Jorge Arias lee y relee. Y mira hacia el pasado, año 1966 (ya llovió y en demasía) cuando tecleaba por vez primera la historia de los días.

Entonces, todavía en la facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana, UV, acarició, con un par de amigos, la misma utopía, el mismo sueño que ahora cacarea la vocera.

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Incluso, fue aquella aventura reporteril la revista ‘’Cambio’’, la primera en un Veracruz donde ninguna revista se publicaba.

Faltaban varios años para que apareciera la primera, “Punto y aparte” del maestro Froylán Flores Cancela.

En el primer número la noticia principal hablaba sobre “los porros” en la UV, tiempos aquellos del rector Roberto Bravo Garzón y del subsecretario de Gobierno Manuel Carbonell de la Hoz, el político que se soñó heredero del trono imperial de don Rafael Murillo Vidal.

De “Cambio” aparecieron nueve números. Era mensual. Crónicas y reportajes. Alguna entrevista picosa y sabrosa. Irreverente. Incómoda. Apóstata.

Un día, uno de los tres amigos saqueó la cuentita bancaria donde se depositaban los ahorros para el número siguiente en un medio, como Cambio, que nunca buscó el convenio ni el dinero fácil proveniente desde el poder político.

El número 10 de Cambio quedó en la imprenta… por falta de recursos. Ahí murió el sueño de tener “un medio propio”.

LUNES

El Judas radiofónico

Años después iniciaría un noticiero radiofónico, cuyo dueño y concesionario se cortaba las venas ofreciendo una hora, además, para pagarse cuando existieran ingresos.

Y, desde luego, con toda la libertad del mundo en el ejercicio de un “periodismo crítico y responsable’’ como dijo la vocera a los reporteros de Orizaba en la primera visita oficial dos años, cinco meses, ocho días después iniciado el duartismo.

El noticiero empezó a cuajar, y pronto, y gracias a una publirrelacionista hubo anuncios comerciales, lejos, muy lejos del anuncio político, del convenio, del “chayote”, del subsidio mensual.

Y por tanto, el noticiero era pleno, gozoso, en su libertad.

Un semestre después, surcando el barco con vientos favorables, el dueño de la estación de radio les dijo que se habían vueltos incómodos como reporteros, ni hablar, el espacio había sido comprado desde el poder gubernamental, como luego comprobarían.

Aquel grupo de reporteros quedó a la deriva en su utopía. Frustrado, deshecho, el sueño acariciado. Y cada quien agarró camino en la vida periodística.

Nunca, jamás, volvieron a encontrarse. Desencantados con la realidad avasallante. El viejito barbón, Carlos Marx, lo había escrito en “El capital” de la siguiente manera: “Mientras los obreros no sean dueños de los medios de producción…estarán expuestos a ser explotados” y, por tanto, a ser utilizados.

MARTES

Bloqueo desde el poder

En nombre de la gubernatura, Agustín Acosta Lagunes encarceló a José Luis Lobato Campos, el director del Instituto de Pensiones de Rafael Hernández Ochoa, y socio en el proyecto periodístico llamado “Imagen”.

Lobato, buen cabildero, solidario y compartido, congregó o a un grupo de trabajadores de la información para lanzar el periódico en Xalapa.

Pero, además, ofreciendo que todos serían socios en un proyecto colectivo, donde todos fueran iguales, por el capital económico, el capital humano, el trabajo, con notario público de por medio para dar fe y testimonio.

Pero Acosta Lagunes se metió al proyecto, que ya tenía instalaciones, la rotativa lista, las oficinas, el equipo reporteril.

Con Ignacio Morales Lechuga, subsecretario de Gobierno, como operador, encarcelaron a Lobato Campos. Presionaron al otro socio, Jorge Malpica Martínez, q.e.p.d, acosaron a quien sería el director editorial, Horacio Aude Zebadúa, q.e.p.d.

Todo porque Acosta Lagunes y su equipo político en el poder rechazaban el periodismo incómodo y crítico.

Luego, y con cargo al erario público y a nombre del gobierno estatal, comprarían las oficinas y la maquinaria.

Y meses después, y como alguna vez lo confiara Rafael Arias Hernández, entonces el jefe de prensa, la rotativa y las instalaciones serían vendidas a Mario Vázquez Raña, propietario de la cadena de los soles del país, primero, a mitad de precio, y la otra mitad pagada con cargo a la publicidad que en los meses siguientes sería publicada en la nueva estrella de los soles.

Una vez más, y desde el poder político, el legítimo sueño, utopía, de un grupo de reporteros de tener “su propio medio” se topó con la realidad avasallante.

MIÉRCOLES

Frustrada alianza editorial

Ella: propongo una alianza editorial.

Él: ¿Qué es eso?

Ella: Un convenio.

Él: Usted diga.

Ella: No se meta con el gobernador.

Él: Nunca nos hemos metido, ni con la esposa ni con el suegro.

Ella: Sí, lo he leído, pero se ha metido con los secretarios del gabinete.

Él: Los secretarios que cumplan su trabajo. Para eso les pagan.

Ella: No. Si te metes con los secretarios es meterse con el gobernador.

Él: ¿Cómo…?

Ella: Sí porque son los secretarios del gobernador. Él los nombró.

Él: No. Son secretarios del gobierno del estado, no del gobernador.

Ella: El gobernador los nombró.

Él: Entonces, ¿de qué escribiremos?

Ella: No sé. Le propongo la alianza editorial.

Él: Si es así, gracias.

Ella: ¿Rechazas la alianza?

Él: La rechazo. Muchas gracias.

Ella: ¿Seguro? ¿Ya lo pensaste?

Él: Ya. Gracias. Hasta siempre.

JUEVES

Puñalada trapera

El reportero Jorge Arias ofreció crónicas, reportajes y columnas periodísticas como agencia informativa al periódico “La opinión” de Poza Rica.

El director editorial le hizo dar mil vueltas. Luego, dijo:

–La dueña y el consejo editorial lo rechazaron.

–¿Por qué?

–Porque si contratamos tu agencia, Gina suspenderá el convenio.

Fue con el periódico La jornada-Veracruz, de Xalapa.

–Adelante.

–Gracias.

Durante una semana la agencia envió los textos. Nunca los publicaron.

–¿Por qué, maestro?

Nunca hubo respuesta. El silencio. La evasiva. Correos, telefonemas, nunca contestados.

En Orizaba, Ezequiel Cruz Román, director del portal “Noticias de peso” y de un semanario dijo:

–Lo siento. Si publico tus textos, Gina nos quita el convenio a mí y a todos.

–¿A todos?

–A todos. Todos estamos así. Con camisa de fuerza.

–Gracias.

En seis periódicos más de Veracruz, Jorge Arias ofreció los textos de la agencia, y en todos, la misma respuesta.

Ni modo, el sueño de que un reportero tenga su “propio medio” se topa con la realidad adversa y perversa.

La realidad de un doble, triple discurso. La mano derecha dice una cosita; la izquierda, otra. La mano completa asesta la puñalada trapera.

VIERNES

Reporteros que soñaron con la utopía…

En 1900, con su hermano Jesús, Ricardo Flores Magón (41 veces encarcelado por Porfirio Díaz) publicó su periódico de ocho paginitas, “Regeneración”, en los talleres del “Diario del hogar”, propiedad de su maestro y amigo Filomeno Mata.

Filomeno mata (36 veces encarcelado por Porfirio Díaz) le fiaba la impresión para que Flores Magón pagara cuando existieran ingresos, que provenían de los donativos de los magonistas, aquellos que soñaban con la utopía.

“Regeneración es un periódico chiquito, de ocho páginas, pero libre” decía Flores Magón.

Libre también fue Excélsior con don Julio Scherer García director general.

Pero como ejercía un periodismo contando la historia de cada día de norte a sur del país con enviados especiales que publicaban crónicas y reportajes, el presidente Luis Echeverría Álvarez enfureció.

Tanto que bloqueó y colapsó a Excélsior, incluso, con “porros” que tronaron la asamblea de la cooperativa, lanzando a Scherer y su equipo del periódico, entronizando a Regino Díaz Redondo, el Judas de Scherer, como director.

En Argentina, el reportero y escritor Rodolfo Walsh fue cercado por la junta militar, que vetara la publicación de sus textos críticos en todos los periódicos.

Entonces, siguió reporteando y publicaba sus crónicas y reportajes en una hojita impresa en mimeógrafo y luego él mismo las repartía de casa en casa en el buzón de las cartas, hasta que el 25 de marzo de 1977, los militares lo levantaron, desaparecieron, asesinaron y tiraron en una casa de seguridad, convirtiéndose en uno más de los treinta mil desaparecidos argentinos.
Publicado originalmente en: http://www.blog.expediente.mx/nota.php?nId=3570#.UZJYpKLZbTo

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