
Al menos esa es la percepción que muchos veracruzanos tenemos. El bombardeo sistemático periodístico y político a que está sometido el gobernador Javier Duarte de Ocho, principalmente en la prensa del Distrito Federal es signo de que el mandatario veracruzano está solo. Porque por aquí golpean a su gobierno y Duarte da la cara. Lo cuestionan, y nadie lo defiende, ni el gabinete, ni la vocera Gina Domínguez, ni Erick Lagos, líder del PRI, ni los diputados locales ni federales y menos los senadores Héctor y Pepe Yunes. ¿Será acaso que el gober ha dado la orden de que nadie hable? Porque los políticos cuando están en plenitud del poder se sublimizan, quieren hacerlo todo, pero solos. Ejemplos de ello hay muchos.
El mandatario estatal, en dos años y medio de gobierno, ha superado muchos obstáculos de manera optimista. Sin embargo, las circunstancias inciden en muchas cosas, por ejemplo volvió el PRI a Los Pinos con Peña Nieto y los grandes liderazgos y los virreinatos y otras prebendas, desaparecieron porque fueron el terror político, social, financiero y peor tantito aquí en Veracruz, junto a eso, llegó el crimen organizado a ‘sentar sus reales’.
Para la inexperiencia política de Duarte, no ha sido fácil porque se rodeó, desde el principio de su gobierno, de personajes consejeros sin pericia o demasiado marrulleros como el corrupto exgobernador de Oaxaca, José Murat y el norteño Enrique Jackson que han encontrado en el gobierno su mina de oro ganando estratosféricos salarios ofensivos para los veracruzanos y ello ha dado como resultado el deterioro de los problemas y una exorbitante intromisión a la libertad de la entidad.
Después de sufrir Duarte tantos pasajes trágicos como muertes masivas de personas, incluidos varios periodistas, las famosas maletas repletas de dinero con destino a la ciudad de Toluca, Estado de México, los videos y grabaciones publicitadas por los Yunes panistas en donde se ven y oyen a varios priistas hablar de estrategias para apoderarse de los programas de Sedesol para utilizarlos en las próximas elecciones del 7 de julio y los nexos con los malosos y sobre todo el haber aceptado el reingreso del innombrable, con bombo y platillo, para organizar las elecciones próximas, parece que comienza a esclarecerse el panorama.
Hay que hacer un alto en el camino
El joven gobernador debe hacer un alto en el camino de su gobierno, como lo han hecho los grandes hombres que han escrito la historia, para analizar y sopesar su gobierno y matar la soledad que los veracruzanos percibimos de su persona. Averiguar a sus colaboradores para saber si a la mitad de su trayecto y proyecto político esos personajes han trabajado bien o si es necesario cambiar las piezas tomando en consideración que todas las lecciones, a final de cuentas, sirven. Porque en las circunstancias más álgidas de su vida como gobernante se ha visto que los pocos que se han atrevido a defenderlo han mostrado una exorbitante inexperiencia rayando en infantilismo político y no por ser chavos, sino porque no saben y ellos mismos crean los problemas para luego resolverlos, como lo hacía un dinosaurio que aún sigue mamando de la ubre presupuestal de su gobierno.
Tiene, el mandatario jarocho, muy poco tiempo para enderezar el rumbo, sabiendo que la ley de la política señala que cruzando el tercer año, rumbo al cuarto de gobierno apenas da tiempo para consolidar el proyecto sexenal, cumplir el compromiso cuando menos al 50 o 60% sobre el rezago en pobreza extrema el cual comprometió, entre otros, y cuando eso suceda ya tiene a la vuelta de la esquina la sucesión del 2016.
En ese alto en su camino, que es necesario, tendrá que replantear políticas para saber si los favores ya han sido suficientemente pagados en dos años y medio y consolidar lo que él quiere porque es triste ver que nadie de sus colaboradores ha sacado la mano ni un dedo para respaldarlo porque su gobierno está integrado por desleales y perversos personajes como el Secretario de gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, a quien los panistas le dicen traidor, fidelista y arribista en el PRI; a un Ampudia Mello, quien tiene la mente torcida y que sigue perteneciendo al grupo político que le dio la oportunidad de ser Subsecretario de gobierno cuya función está en duda porque se ha dedicado a espiar e intimidar y a cobrar facturas. Egresado de la escuela de Miguel Ángel Yunes Linares con quien convivió en sus fechorías políticas por más de 22 años. Sin carácter moral para defender a quien le da la chamba.
Pero lo más delicado se concentra en la Dirección de Comunicación Social, oficina que al parecer se ha dedicado a dividir a los comunicadores y a muchos medios de comunicación, creando un maldito ambiente de odio en contra del gobernador Duarte cuando éste repite que el diálogo es la mejor arma para trabajar bien. No basta repartir recursos para evitar el golpeteo. Hay que saber hacerlo y con quién. Pero esa política no existe en Comunicación Social y menos vemos y oímos que alguien diga yo, para defender al jefe Duarte.
Por eso y por muchas cosas más hay que tomarse un tiempo, como lo hizo El Quijote de la Mancha en su largo peregrinar en la búsqueda de los molinos de viento para decir ¡basta! y cambiar de rumbo y tal vez de estrategias. Todavía se puede.
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