Expediente 2013: 28 meses sin disfrutar el poder


 

Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Breves han sido las horas del disfrute del poder en Javier Duarte. Está rodeado de fidelistas y atado. A menos, claro, que la pobreza y la miseria de 6, 7 millones de veracruzanos para nada le interese

Salvo el primer día, la caminata en Manhattan al lado de migrantes cargando el estandarte de la Virgen de Guadalupe, el nacimiento de su hijo y las comelitonas de tacos y mariscos, el resto de los días y meses han sido ríspidos y difíciles para el gobernador de Veracruz.

El sexenio lo ha pasado como una pesadilla de la que resulta un milagro despertar.

Los meses han transcurrido pagando una deuda heredada, la más espantosa en la historia local y una de las más elevadas del país.

El boquete financiero heredado del sexenio anterior lo ha obstruido, casi atado, para el despegue económico y social de los casi 8 millones de veracruzanos, a excepción, claro, de las elites millonarias.

Los señores de la droga siguen disputando la plaza como en sexenios anteriores, y no obstante el Veracruz seguro, decenas, cientos quizá de pueblos están dominados por sicarios, a tal grado que hasta los presbíteros convocan a los feligreses evitar la calle apenas inicia la tarde.

Todavía de pilón, el candidato presidencial Enrique Peña Nieto perdió la elección en “el estado ideal para soñar” todos.

De ñapita, el “ranulgate”, que llevó al despido de su compadre Salvador Manzur Díaz como secretario de Finanzas y Planeación, camino a la candidatura a gobernador en el año 2016.

Y, de postrecito, la pública presencia del “tío” en la Casa Veracruz, el carnaval jarocho, la misa en el WTC donde repartiera bendiciones y la feria ganadera de Ilang Ilang.

El grupo de súper asesores de hecho desintegrado.

José Murat Casab, exgobernador de Oaxaca, coordinador del Pacto México de Peña Nieto, se bajó del barco luego de que “El oaxaco”, su socio y aliado, desapareciera el 18 de febrero al filo de las 6 de la tarde, seguido por dos patrullas policiacas en las goteras de Xalapa.

Enrique Jackson, el otro asesor, aparece y desaparece cuando conviene a sus intereses políticos y económicos, y hasta ha sido proyectado como posible secretario General de Gobierno.
Y del trabajo operativo y certero del tercer asesor, Carlos Brito Gómez, nada se conoce. Ni sabe. Ni trasciende. Quizá, acaso, por un bajo perfil, discreto.

Y mientras la prensa escrita, hablada y digital está sojuzgada en su mayor parte, los misiles mediáticos llegan desde una parte de la prensa defeña, que nadie, por cierto, controla.

De cara a la elección de los 212 candidatos a las presidencias municipales y los 50 diputados locales, el cuerpo de legisladores federales aterrizó en Veracruz con la lupa por delante, porque saben, huelen, olfatean que aquí, en la tierra jarocha, y luego del “ranulgate”, y del tronado Pacto México, todo puede ocurrir en el manejo de programas sociales con fines electoreros.

DUARTE, RODEADO DE FIDELISTAS

Estamos en el tercer año de gobierno y el jefe máximo vive horas adversas con el presunto resultado del 7 de julio, cuando las encuestas hablan de que acaso, quizá, el PRI sólo ganaría unas 80 alcaldías, mientras un bajo número de curules.

Y aun cuando la encuesta real se conocerá para entonces, nadie dudaría de que empujar la elección priista habrá de significar una cantidad millonaria incalculable, con el riesgo además de la derrota, pues ni con el dinero los comicios están ganados.

Si en el sexenio anterior acuñaron la sentencia bíblica de que se llega “a la plenitud del pinche poder”, ahora, a la mitad del camino se trata de días lejanos para el gobernador jarocho.

Lo peor del asunto es que hasta los amigos del primer círculo del poder (Gabriel Deantes, Edgar Spinoso, Erick lagos, Salvador Manzur, Vicente Benítez, Juan Manuel del Castillo, José Antonio Mansur, etcétera) han decidido llevar agua a su molino en vez de fajarse por el jefe máximo.

La soledad del poder político se multiplica con tales hechos y circunstancias, y ni modo, si los amigos fallan, entonces, se pierde en automático toda la esperanza, y de pronto, ni hablar, el poder debe ejercitarse con quienes se pueda y el riesgo natural de una deslealtad más profunda y canija.

Tan es así que en varias dependencias claves han sido removidos más de los titulares normales.

Ya van tres en la secretaría de Finanzas y Planeación, dos en la Secretaría de Salud, tres en la subsecretaría de Gobierno, tres en la secretaría de Comunicaciones y dos más en la Secretaría de Desarrollo Agropecuario.

Y tanto movimiento habla que los hombres han fallado al jefe máximo, pues la ley del viejo y actual sistema político es clara: el presidente, el gobernador, el alcalde mandan, y si se equivocan, vuelven a mandar.

Y aun cuando desde el otro lado del mostrador pudiera asegurarse que el jefe máximo se equivoca pues es falible, la realidad es que dos años, seis meses después, está rodeado y cercado de fidelistas, emisarios del pasado, cuando es hora de un manotazo, pues se trata de su responsabilidad política, social, económica y cultural como el gobernador número 73 en la historia local.

Pocas han sido las horas que Javier Duarte ha disfrutado el poder en los últimos 28 meses. A menos, claro, que los 6, 7 millones de veracruzanos en la pobreza y la miseria, el desempleo y la migración, para nada le interesen, y sus objetivos sean otros…, lejanos a tal realidad avasallante.
Publicado en: http://www.blog.expediente.mx/nota.php?nId=3663#.UaS2aqLZbTo

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