
Que el crecimiento no es incompatible con el cuidado del medio ambiente fue a decirles una delegación europea a los ciudadanos chinos y que, estarían dispuestos a apoyarlos -a pesar de la actual disputa comercial sobre paneles solares y los elevados aranceles que impone el gigante asiático a las importaciones de tubos de acero inoxidable– aprovechando el conocimiento y la experiencia de sus empresas. China emite el 29% de bióxido de carbono, seguido por Estados Unidos, con un 16 % y la Unión europea, con 11%.
La Unión Europea se asiste con una de las legislaciones de medio ambiente más severas del mundo, la Agencia Europea de Medio Ambiente, cuya misión es recoger, elaborar y difundir información sobre la situación, evolución del medio ambiente y la toma de decisiones sobre la mejora.
Los países de la UE en su conjunto, constituyen la principal potencia mundial en lo que al desarrollo y aplicación de energías renovables. El Consejo Europeo de marzo de 2007 en Bruselas aprobó un plan energético obligatorio que incluye un recorte del 20% de sus emisiones de dióxido de carbono antes del año 2020 y consumir más energías renovables para que representen el 20% del consumo total de la UE (contra el 7% en 2006).
El rápido desarrollo experimentado por la segunda economía más grande del orbe, en las tres últimas décadas ha tenido considerable impacto medioambiental. Hu Siyi, viceministro de recursos del agua, dijo el año pasado que el 40% de los ríos chinos vislumbra seria contaminación, 20% contiene tanta polución que el líquido es demasiado tóxico incluso para el contacto humano. Asimismo, casi 500 millones de ciudadanos del norte vivirán en promedio cinco años menos que sus connacionales del sur debido a que respiran aire dañado.
China, ahora modelo de crecimiento sabe del viraje indiscutible a uno más sostenible para el bien del medio ambiente y por ende de su población.
