
(Por Héctor Saldierna Martínez) Sí existe una figura nacional de enorme respeto y admiración, en medio de una serie de mediocridades públicas, ésta es precisamente la de Lázaro Cárdenas del Río, el michoacano que expropió la industria petrolera en 1938 y que sacó del país a las trasnacionales que con voracidad y rapiña se devoraban al pueblo mexicano, empobrecido y con poca esperanza para el futuro.
Esa enorme acción, respaldada por el pueblo mexicano y al que acudieron por miles al zócalo de la ciudad para llevar aves de corral, puercos, monedas, centavos y todo tipo de pertenencia para pagar la deuda de las trasnacionales, le otorgaron al General Cárdenas un brillo sin límites que lo tienen ubicado como un gran Estadista. No fue un simple presidente de la república mexicana.
Ahora, las nuevas autoridades han esbozado una Reforma Energética que en su esencia busca y pretende entregar –en base a las modificaciones a la Constitución- la explotación y la renta petrolera a los inversionistas privados nacionales y extranjeros (léase petroleras trasnacionales).
Esto quiere decir que estaríamos dando un retroceso histórico de gran magnitud. Volver a los años en que las empresas trasnacionales gringas y europeas explotaban los recursos del subsuelo y se enriquecían sin límite alguno. Habría que recrearse en la extraordinaria película “La Rosa Blanca”, surgida de la novela de Bruno Traven para conocer la manera en que los magnates petroleros gringos abusaron de un hacendado veracruzano que tuvo la desdicha que en sus tierras hubiese petróleo.
Para ello, el gobierno federal ha instrumentado una campaña mediática que pretende convencer a los mexicanos de las “bondades” de las empresas extranjeras en la supuesta ayuda con recursos económicos y tecnología, “ignorando” seguramente que Pemex es una empresa altamente rentable, que se encuentra entre las 40 más importantes en el mundo y que tiene un Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), donde se han desarrollado investigaciones de gran nivel, pero que en los últimos años y sospechosamente se le han negado recursos para desarrollar esta tarea.
Precisamente lo que ahora quieren las autoridades federales es exactamente lo contrario a lo que con heroísmo y sentido común defendió el Gral. Lázaro Cárdenas del Río. Lo hizo con afán de servicio y entrega a su pueblo. Lo que ahora destaca en quienes pretenden la privatización del sector petrolero se fundamenta básicamente en la ambición y la codicia, sin importar el interés del pueblo mexicano.
Se aproxima, sin duda, una enorme lucha entre quienes detentan el poder y la sociedad civil- pueblo mexicano, el cual tendrá que aplicarse al máximo antes que se cometa una de las grandes felonías Es necesario, en estos casos, que haya una consulta pública para que sean intelectuales, pensadores, amas de casa, estudiantes, dirigentes obreros, campesinos, dirigentes políticos para que en el marco de una respetuosa y reflexiva consulta, se hagan las argumentaciones del pro y contra de lo que ahora pretende hacer la autoridad federal a través de lo que sistemáticamente niega de que Pemex no se vende, pero que en los hecho se está haciendo exactamente todo lo contrario.
Simplemente es hacer un ejercicio democrático, palabra que se usa hasta el cansancio, pero que no suele aplicarse y, sí al contrario, han buscado una figura metajurídica para adoptar acuerdos, sin el consenso ciudadano.
John Ackerman habla de un autoritarismo que podría implantarse en el caso que se imponga esta reforma energética que evidentemente no persigue ningún fin de beneficio social.
Los defensores de este proyecto aducen que con la inversión privada bajará el precio de la gasolina, lo que de hecho constituye un sofisma. Lo mismo se dijo cuando privatizaron Telmex y la consecuencia es que tenemos tarifas caras y al hombre más rico del mundo en uno de los países más pobres del mundo. Es un argumento baladí, sin ninguna base sustentable.
Habría que preguntarles a estos personajes el por qué no han construido refinerías, con lo que se aliviaría este problema que ahora plantean. Precisamente durante el panismo, en línea ideológica con los actuales gobernantes, se negaron sistemáticamente en construir la refinería de Tula, a pesar que había sido acuerdo nacional.
El mismo Juan José Suárez Coppel, exdirector de Pemex, a pregunta de este columnista, dijo en un Congreso de Campos Maduros de Pemex, que todo estaba listo para su creación y ejecución, pero solamente se quedaron con la edificación de la barda. Y ahora, México importa el 49 por ciento de las gasolinas, de acuerdo a la versión de Joaquín Coldwell. Como que no existe una línea de coherencia.
En información proporcionada por la misma paraestatal en 2012, indica: sus ingresos sumaron 125 mil 780 millones de dólares en 2011, monto que equivale a la suma de los que obtuvieron América Móvil, Walmart, Femsa, Cemex y Grupo Alfa, que alcanzaron 130 mil 903 millones.
EL TLC Y SUS
CONSECUENCIAS
Quisiéramos compartir un punto de vista diferente. Sin embargo los hechos son los que hablan. A partir del Tratado de Libre Comercio de México con Estados Unidos y Canadá ha sido notoria la presencia extranjera en el país y sin que el nuestro tenga capacidad de respuesta ante la ausencia de argumentos. Es decir, no se cuenta con una infraestructura que nos permita ser competitivos con estos países.
Lo que ahora se está planteando con la invocación del sector privado nacional y extranjero para que participe en la explotación de los bienes nacionales es una continuidad de las políticas implementadas por Carlos Salinas de Gortari en su periodo de 1988-1994. El empezó a desmantelar al sector productivo y sólo hay que recordar la devastación de una planta petroquímica en el Valle de México con lo que dejó en la calle a miles de trabajadores.
Es una continuidad de esta política en la que se ha renunciado a producir bienes de capital y, desde entonces se ha agudizado tal desmantelamiento de empresas del estado que ha repercutido en la disminución de fuentes de empleo y, por lo tanto, de bienestar para miles de familias.
En este contexto, sí quisiéramos pensar bien, también tendríamos que hacer la reflexión sobre las explotaciones mineras en el país que han afectado a miles de pobladores de diversas regiones del la nación y que son empresas extranjeras que cuentan con el aval del gobierno federal. No sólo han afectado la economía de los connacionales, sino también hay profundos daños a la ecología. ¿Qué nos pasa?.
Y hasta la próxima.
