¿Qué está pasando?: Desempolvando la historia: Carlos Salinas, el Mito


Cualquier semejanza con lo que está ocurriendo hoy en México, es mera coincidencia

 

  Por Gonzalo López Barradas, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Gonzalo López Barradas, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

(Por Gonzalo López Barradas) Así se escribió en el 2000: “Carlos Salinas de Gortari fue siempre un político controvertido. Lo era ya cuando hizo su irrupción en el panorama político nacional, a muy joven edad, recién egresado de sus estudios en Harvard. Continuó siéndolo en los años en que se desempeñó como secretario de Programación y Presupuesto en el sexenio de Miguel de la Madrid. Lo fue también como Presidente de la República. Y lo sigue siendo hoy, arreglando su imagen histórica.

Todo el mundo que trató o luchó con él durante los años en que realizó su vertiginoso ascenso por la estructura gubernamental lo recuerda como un joven brillante pero arrogante. El tiempo de estudio en el extranjero privó a Salinas del contacto con las bases políticas de su partido, el PRI, durante su periodo de formación, pero esto lo compensó con los contactos que obtuvo a través de su padre, don Raúl Salinas Lozano, quien fuera secretario de Industria.

Salinas de Gortari ocupó cargos menores en la administración pública desde los tiempos en que era un joven graduado en economía de la UNAM. Coordinó, desde el punto de vista técnico, el gabinete económico del presidente José López Portillo. Cuando Miguel de la Madrid fue designado candidato del PRI a la Presidencia de la República, se llevó a Salinas como director del IEPES. Ahí se empezó a mencionar su nombre como posible secretario de Estado. La gran objeción que se levantaba siempre era su juventud.

Paradójicamente para un político que, cuando presidente, se distinguió por sus políticas de liberación económica, el Salinas de Gortari de esos años formativos era considerado más bien de izquierda. Su primer debate público importante, llevado a través del periódico Excélsior, se plasmó en una serie de cuestionamientos a las propuestas de liberación de la economía de Luis Pazos. Salinas defendía la posición, en boga a fines del gobierno de López Portillo, de que el Estado fuerte y empresario era el camino a la prosperidad y a un mejor reparto de la riqueza.

Salinas fue el más joven secretario de despacho de MMH, pero demostró ser un apto participante en las luchas cortesanas. Especialmente fueron notables sus diferencias con el entonces secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog, a quien se enfrentó de manera constante durante tres años. Silva Herzog era considerado por muchos como el aspirante más fuerte a la nominación presidencial del PRI. Los conflictos con Salinas, sin embargo, provocaron su renuncia en l985 y lo apartaron de la contienda.

La designación de Salinas a esa candidatura presidencial, en l987, provocó una escisión dentro del PRI. El ala izquierda de ese partido –encabezada por el expresidente de la organización, Porfirio Muñoz Ledo, y el exgobernador de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas- protagonizó una rebelión abierta en la que trató de arrebatar al presidente en funciones su tradicional prerrogativa de escoger al candidato presidencial. Los tradicionalistas se alinearon detrás de Manuel Bartlett y de Alfredo del Mazo. El mismo día del destape, cuando ya la decisión de De la Madrid para imponer a Salinas se había hecho evidente, hubo un aparente intento infructuoso de dirigir la designación al entonces procurador general de la República, el abogado Sergio García Ramírez. Un par de horas después se hizo oficial el nombramiento de Salinas.

La campaña de Salinas fue accidentada. Cárdenas y Muñoz Ledo dejaron el partido y el primero fue postulado como candidato a la presidencia por una coalición de oposición. El poderoso Sindicato Revolucionario de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (SRTPRM) trabajó en contra de la candidatura de Salinas. Incluso los mercados financieros, que se suponía debían proporcionar el mayor respaldo al economista Salinas, le volvieron la espalda: la Bolsa se desplomó poco después de su designación como candidato y semanas después el peso se devaluó.

Las elecciones de l988 fueron tan controvertidas como el resto de la trayectoria de Salinas. El sistema de cómputo dejó de producir cifras temprano en la noche, cuando Cárdenas se encontraba a la cabeza en el conteo, y no se restableció sino hasta ya muy tarde, mostrando cifras que señalaban una fuerte delantera de Salinas. Al final, los números oficiales registraron un triunfo de Salinas, con el 51 por ciento de los votos. Cárdenas nunca reconoció su derrota y en los medios políticos se tomó como un hecho que Salinas sólo había ganado gracias a un fraude electoral.

Salinas buscó ganarse la Presidencia desde la propia Presidencia. Amenazó a la banca internacional con recurrir a una suspensión de pagos y la forzó a una renegociación que incluía una quita sustancial de la deuda. Estabilizó el peso, redujo dramáticamente el gasto público, bajó la inflación, privatizó importantes empresas del sector público, liberalizó la operación de la Banca, generó un crecimiento moderado, estableció el programa Solidaridad y el Procampo de apoyo a las clases más marginadas, abrió las fronteras del país a los productos del exterior, dio personalidad jurídica a las iglesias, reformó el artículo 27 de la Constitución, aceptó importantes triunfos electorales de la oposición y firmó el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá.

Muchas de estas medidas fueron rechazadas por los tradicionalistas dentro del PRI, pero resultaron en un mayor respaldo por parte de la población. Si es verdad que el PRI perdió las elecciones de l988, no hay duda de que ganó las de l991 y, más tarde, las de l994, incluso después del asesinato del primer candidato del partido, Luis Donaldo Colosio. Cuando concluyó su periodo como Presidente de la República, Salinas registraba un nivel de aprobación de más del 60 por ciento en las encuestas de opinión. Era el presidente más popular al término de su mandato desde los tiempos de Adolfo López Mateos.

Pero esa popularidad duró poco. En diciembre de l994, el peso puntal de un precario equilibrio económico, se desplomó. A esto se añadió, en febrero de l995, el arresto de su hermano Raúl bajo la acusación de haber urdido el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI. A esta acusación se añadieron después cargos por enriquecimiento ilícito. La imagen pública del expresidente se deterioró con rapidez.

El papel histórico de Carlos Salinas estuvo sellado ya. Incluso quienes defendieron su programa de liberalización se mostraron decepcionados por la acumulación de pruebas que fortalecieron la acusación en contra de su hermano Raúl por enriquecimiento ilícito y por los cargos por el asesinato de Ruiz Massieu.

Carlos Salinas, ascendió los peldaños hasta el tope del poder gubernamental con una rapidez impresionante. Esa misma prisa, sin embargo, lo colocaron en una posición difícil. No tenía ni 50 años de edad y vivió en un exilio virtual, imposibilitado de regresar a cargos de responsabilidad política. Sus mismos logros como presidente desaparecieron ante los escándalos. La historia y sus contemporáneos lo condenaron. No fue una posición fácil para quien desde joven se acostumbró a triunfar en las duras contiendas de la política”.

Hoy, el mundo lo sabe, es la mano que mece la cuna de Enrique Peña Nieto y que está atrás de todo lo que está ocurriendo en México.

rresumen@hotmail.com

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