
(Por Ricardo Ravelo Galó)Aunque algunos estados del país respiran cierta tranquilidad debido a que ha cesado, en parte, la llamada violencia de alto impacto, lo cierto es que el narcotráfico sigue avanzando en todo el territorio mexicano.
Ahora se conocen mayores detalles de cómo el crimen organizado ha logrado penetrar en los municipios del país, generando inestabilidad y zozobra.
En Parás, Nuevo León, por ejemplo, la vida parece haber llegado a su fin. Durante el día y la noche se ve a muy poca gente deambular por las calles. A veces ni los perros pasean, pues nadie sale.
En esa región de Nuevo León, Los Zetas, los temibles Zetas, acabaron con la economía, pues varias empresas importantes tuvieron que cerrar debido a que no soportaron las extorsiones de este grupo criminal que ha crecido como una hidra.
En ciertos puntos de la carretera Monterrey –Parás Los Zetas están al acecho de los tractocamiones que cruzan por las aduanas cargados de mercancías valiosas. Cuando tienen oportunidad los atacan: los desvían de sus rutas y les roban lo que llevan en sus cajas traseras.
Es impresionante la cantidad de vehículos de carga que son atacados por estos grupos de asesinos sin que ninguna autoridad pueda poner freno. Hasta parecen sus cómplices.
A lo largo de varios kilómetros no se observa que ninguna patrulla realice su trabajo de vigilancia. Tampoco existen patrullajes militares. Los soldados se la pasan jugando fútbol en las canchas aledañas a esta zona de conflicto.
Los Zetas han alcanzado tanto poder en México, con la complicidad del gobierno o sin ella, a grado tal que ya operan en todo el continente. Han dejado de ser un grupo armado al servicio del cártel del Golfo y han dejado de ser un cártel regional.
Actualmente controlan amplias extensiones de territorios en Guatemala, Belice, Honduras, Costa Rica, El Salvador y sus tentáculos son más que conocidos en estos y otros países.
En pocos años Los Zetas han alcanzado tanto auge. Por todas partes sobre ellos se dice lo mismo: que extorsionan, que matan, que decapitan, que despojan propiedades, que están metidos en la piratería, que controlan la prostitución y que tienen aliados en los gobiernos estatales, en las policías y hasta en la Marina y el Ejército.
La caída de Miguel Treviño Morales en nada cambió el esquema de Los Zetas. Bajo el liderazgo del nuevo jefe, Omar Treviño Morales, ahora Los Zetas se perfilan a conquistar más territorios de la zona norte del país.
Omar Treviño opera en Zacatecas y era una mancuerna perfecta con sus hermanos Miguel y José, quienes cayeron en desgracia.
El poder de Los Zetas se ha hecho más fuerte precisamente por sus vinculaciones políticas. Ellos son los que, en muchos municipios, marcan lineamientos sobre la obra pública que se debe realizar en las demarcaciones del país.
Detrás de muchos grupos jefes de Los Zetas están varios políticos priistas y no priistas que están realizando amarres para ser gobernadores, senadores, diputados o jefes policiacos.
Se aprestan a defender sus territorios, sus intereses y su negocio: el narcotráfico.
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