¿Qué está pasando?/ Otra historia de corrupción priista: Los cómplices de Salinas que callaron y ocultaron sus delitos


Por Gonzalo López Barradas

 

  Por Gonzalo López Barradas, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Gonzalo López Barradas, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Lo elogiaron a rabiar y muchos de ellos se beneficiaron, política o económicamente, o las dos cosas, con sus decisiones o espacios de poder.

Y si de alguna falla, error, delito, se enteraron, lo callaron.

Por omisión o acción, cómplices del sexenio, los hombres del gabinete salinista, antes ensalzadores automáticos del quehacer gubernamental, después se hundieron en el silencio revestido de deslinde.

Conocedor como pocos del sistema, Carlos Hank González, (+) quien de maestro rural a funcionario público por varios sexenio, acumuló una fortuna, que a diferencia de la de Raúl Salinas, nadie se decidió a investigar, pareció reconocer el tufo de los tiempos por venir y, antes de que concluyera el mandato de su tocayo Salinas, anunció su retiro de la vida pública.

Secretario de Turismo y de Agricultura y Recursos Hidráulicos de Salinas, “varón generoso” según su deudor millonario José López Portillo, uno de los pocos que pudo presumir de que en vida se le erigió una gran estatua – en la plaza principal de Santiago Tianguistenco-, inició su despegue económico con el dinero que le prestaron unos amigos para comprar dos pipas y transportar gasolina.

Larga la historia de Hank, se le mencionó como uno de los principales beneficiarios de las privatizaciones de dos sexenios y se le vinculó en negocios manchados por la sospecha con el prófugo exbanquero Carlos Cabal Peniche y el “maseco” Roberto González Barrera, quien en marzo de l995 prestó a Salinas uno de sus aviones para trasladarse a Monterrey cuando el exmandatario mantuvo su efímero ayuno.

Cargó con las tropelías de Jorge Hank Rhon “el hijo incómodo”, y a quien se le relacionó con el asesinato del periodista tijuanense Héctor Félix Miranda, lavado de dinero y el narcotráfico.

María Elena Vázquez Nava, en el centro de los presuntos encubridores de la corrupción salinista desde su silla de la Contraloría, continuó su vida de manera discreta al frente de la Consultoría que llevaba sus apellidos.

Jaime Serra Puche, responsable público de la crisis económica de diciembre, hombre clave en el sexenio de Salinas y uno de los artífices del Tratado de Libre Comercio dese la titularidad de la Secretaría de Comercio, dejó al país hundido y sin rendir cuentas públicas se fue a su casa.

Rescatamos los que dijo al periódico Excélsior: “De Salinas tuve la oportunidad de colaborar con uno de los mejores presidentes que ha tenido México, ya que marcó un hito en la historia al haber asumido, con lucidez y valentía, la responsabilidad de realizar un amplio y profundo proceso de cambio en nuestra vida nacional…”

A Emilio Gamboa Patrón, saltimbanqui del gabinete, lo mismo dio el perfil para administrar el Infonavit, que el Seguro Social o la Secretaría de Comunicaciones –con Ernesto Zedillo, titular de Lotería Nacional, antes secretario particular de Miguel de la Madrid-, se le ha atribuido la virtud de puente infalible centre una administración y otra.

Se vio involucrado en el affaire Marcela Bodenstedt y para variar le han señalado ligas con el narcotráfico. Dijo de Salinas: “Hombre rápido para tomar decisiones, un lince para mirar más allá de la inmediato; el presidente es valeroso, justo y buen amigo, delicado en sus relaciones humanas, meticuloso en los detalles, con visión de conjunto”. Diputado, senador, diputado, senador, ¿hasta cuándo?

Otro más, Carlos Rojas identificado plenamente con el salinismo. Fue sustituto de Luis Donaldo Colosio en Sedesol, su oficina favorita que lo hizo andar a salto de mata, huyendo entre Canadá o Cuba o vaya usted a saber.

Al referirse a Salinas, lo exaltó de la siguiente manera: “Su esfuerzo, patriotismo, entrega y lealtad como mexicano y ser humano, constituyen el mejor ejemplo para quienes trabajamos con él en esta tarea permanente por construir, cada día, un México mejor. El de Carlos Salinas, es un gobierno en constante comunicación con la ciudadanía, para avanzar en la construcción de un México más democrático y justo…”

No menos meloso, el “autónomo” exgobernador del Banco de México, Miguel Mancera Aguayo, actor de primera mano en los errores de antes y después de ese famoso diciembre, calificó a Salinas de “estadista excepcional. Un hombre de talento extraordinario que trata a sus colaboradores con gran cortesía y considerado con ellos”. Eso dijo.

Enrique Álvarez del Castillo, bajo cuya gestión al frente del gobierno de Jalisco floreció el narcotráfico, se recrudecieron las denuncias de tortura y de corrupción, fue, a pesar de esas medallas, el primer procurador de la República de Carlos Salinas. Durante su gobierno, en l985, se supo del secuestro y muerte del agente de la DEA, Enrique Camarena. Siendo la máxima autoridad jalisciense, Caro Quintero se fugó del aeropuerto de Guadalajara y se perpetró la matanza del rancho El Mareño, a manos de policías federales y estatales. Nunca se emprendió en su contra la mínima investigación.

Fernando Gutiérrez Barrios (+), formado en el Heroico Colegio Militar, quien fue considerado insustituible por lo que sabía de los sótanos de la política mexicana, fue llamado por Salinas “hombre de leyenda”. Relegado por Miguel de la Madrid, Salinas lo recuperó de la gubernatura de Veracruz y lo hizo secretario de Gobernación. Pero así como lo levantó, la inhabilitó porque hizo públicas sus aspiraciones presidenciales. Pocos días antes de morir hizo público un libro en el que no se mete con su exjefe.

     Jorge Carpizo se convirtió en el primer ombudsman mexicano. Cuestionada de siempre su autonomía, se lo consideró después propicio para “limpiar” la imagen de la PGR. Su subprocurador de confianza, Mario Ruiz Massieu, fue acusado de enriquecimiento inexplicable y de haber encubierto a Raúl Salinas  como autor intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu. Nunca convenció la versión de “nintendo” dada por Carpizo sobre el asesinato del cardenal Posadas.

Técnico puro, Pedro Aspe fue otro de los que olió la podredumbre y anunció su retiro antes de que la economía se fuera a pique. Discreto como político, defendió su área y decisiones, pero evitó la polémica sobre las responsabilidades de una y otra administración en la crisis que trastornó al país. Igual, sin poder que lo haga rendir cuentas de su administración, se llevó sus secretos a casa, regresó a sus actividades académicas y se ha escondido de la prensa.

Andrés Caso Lombardo, primer secretario de Comunicaciones del salinato se fue cuando se le involucró en actos de corrupción y fue demandado en Londres, Inglaterra, por el extraño contratista Kaveh Mousaavi.

Jorge de la Vega Domínguez, acusado infinidad de veces por la oposición de enriquecimiento ilícito y ser dueño de grandes extensiones de tierra, por las que mereció el calificativo de latifundista, fue a para a la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Servidor del sistema por casi 30 años, prometió a Salinas 20 millones de votos. No cumplió, pero sí declaró, en la convulsionada noche en que se cayó el sistema, que Salinas había obtenido un triunfo, claro, inobjetable y rotundo. Como la mayoría de los funcionarios, nunca se supo que se investigara el origen de su patrimonio familiar. La última vez que se le vio fue en septiembre del 95, durante la presentación del libro de Alfonso Corona del Rosal, ‘Mis memorias’.

Arsenio Farell fue ratificado por Salinas en la Secretaría del Trabajo, a pesar de lo conflictiva que resultó su gestión durante la administración de Miguel de la Madrid.

Patricio Chirinos Calero fue por un corto lapso titular de la Sedue y acabó el salinato gobernando, bajo acusaciones de corrupción y el estigma de represor, el estado de Veracruz. Ubicado como el amanuense preferido del expresidente Salinas, nunca se le conoció una declaración en su defensa.

Víctor Cervera Pacheco, señalado también de poseer más hectáreas que las que la ley permite, se le ubicó en la nada desconocida para él Secretaría de la Reforma Agraria. Acusado de acaparamiento de tierras, Salinas lo hizo el responsable de repartirlas. En su haber está el de ser el único que ha gobernado dos veces su estado natal, Yucatán. Junto con Manuel Bartlett, el primer secretario de Educación de Salinas, y exgobernador de Puebla, y Roberto Madrazo, exgobernador de Tabasco, se le responsabilizó de encabezar el “sindicato” de gobernadores que se opusieron al presidente Zedillo.

     Bartlett, acusado por la oposición de haber instrumentado el fraude que llevó a Salinas a la Presidencia, fue relacionado también con la muerte del periodista Manuel Buendía y de tener ligas con el narcotráfico. Con ese currículum se le ordenó gobernar Puebla. Hoy es senador por la oposición.

Fernando Solana, titular de Relaciones Exteriores, guardó silencio sobre los desastres del salinismo. Solo cuando se le quiso responsabilizar en el episodio del pasaporte falso de Raúl Salinas abrió la boca para deslindarse del delito y pidió una investigación a fondo y la aplicación de la ley a quién resultara responsable.

Secretario de la Defensa, a Antonio Riviello Bazán, le tocó vivir el recrudecimiento de las denuncias opositoras que alertaban sobre el infiltramiento y complicidad de las fuerzas armadas con el narcotráfico, así como del cuestionado papel de “represor” jugado en el alzamiento armado de Chiapas.

Manuel Camacho Solís fue el único hombre del expresidente que rompió públicamente, apenas unos meses después, con su exjefe. Aspirante frustrado a la Presidencia, empezó a ver con ojos críticos la gestión salinista. El grupo colosista lo responsabilizó de haberse prestado a crear el clima adverso a la candidatura de Colosio. Hoy, milita en la oposición.

Jorge Madrazo, segundo ombudsman –por un tiempo comisionado para solucionar el conflicto armado en Chiapas- aseguró en septiembre de l994 que Salinas sería recordado “por múltiples causas, logros y realizaciones (…) En sus acciones siempre encontré, a la vez, valor, energía, ponderación y prudencia” y remató con un juicio sobre el expresidente: “El principio que sirvió de base a toda la acción de Carlos Salinas en materia de derechos humanos y procuración de justicia se sintetiza en una expresión con la que convocó a la sociedad entera en México; dijo: ‘Nadie está por encima de la ley’”.

Con estos hombres gobernó Salinas. Entre elogios, complicidades y silencios. ¿Con qué hombres gobernaron Miguel Alemán y Fidel Herrera Beltrán? Y ¿con qué hombres y mujeres está gobernando Javier Duarte? ¿Hasta cuándo callarán y guardarán sus complicidades y silencios?

rresumen@hotmail.com

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