60 Segundos: Carlos Fuentes, presidente de México


Carlos Fuentes, con un legado de dos decenas de libros escritos, escritor, intelectual, académico y diplomático, culto, bien podría haber sido presidente de México, a tono con los mandatarios cultos de los países de Europa Occidental de aquellos año
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Ciertamente, el escritor Carlos Fuentes, como alguna vez se reflexionó popularmente en las personas de Jesús Reyes Heroles y ahora en Juan Ramón de la Fuente, podría haber sido no sólo un presidente de México, sino alguien que reunía condiciones culturales, políticas y generosidad que aun en la política son difíciles de encontrar debido a los malditos intereses creados.

Una intelectual lo mencionó como tal en esta ciudad con motivo de celebrarse el programa Hay Festival, y no es descabellado presumirlo.
Corrían los días posteriores a la matanza de Tlatelolco y Carlos Fuentes se reuniría con tres estudiantes de la ex facultad de periodismo, dependiente de la Universidad Veracruzana, allá en el tradicional café La Parroquia, que entonces tenía su domicilio principal sobre la avenida Independencia, frente a la iglesia Catedral y contra-esquina del zócalo del ex primer puerto de México.
A Carlos Fuentes ya lo querían conocer y escucharle los estudiantes de periodismo y habían contactado para que aceptara un café en el tradicional lugar, al que acudió gustoso, espontáneamente y siempre mostrando un aire jovial y atento con los jóvenes.
Carlos Fuentes tendría entonces 38 años de edad, en la plenitud de la vida, y había dejado de ser embajador, molesto con Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, presidente de la república y secretario de gobernación, respectivamente, y que habían protagonizado la peor de las matanzas estudiantiles en el siglo XX, después del estallido de la revolución mexicana en 1910.
Apenas sorbía un trago del aromático lechero, cuando Carlos Fuentes advertía su irritabilidad con el silencio que guardaban todavía los estudiantes y demás universitarios, ante el acto de barbarie que acababa de ocurrir aquel 68.
Hay que hacer algo, no pueden quedarse en el silencio y sin la protesta de rigor.
El escritor, con conocimiento de causa, había renunciado a su cargo de embajador, molesto e indignado con la matanza en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco. Su carta de protesta publicada en aquel entonces en páginas del periódico Excélsior había provocado la hilaridad de un gobierno autoritario, como era el de Gustavo Díaz Ordaz, y que seguiría de manera ejemplar Luis Echeverría Álvarez, en su parte dictatorial.
Empero, pensándolo bien, Carlos Fuentes, con un legado de dos decenas de libros escritos, escritor, intelectual, académico y diplomático, culto, bien podría haber sido presidente de México, a tono con los mandatarios cultos de los países de Europa Occidental de aquellos años.

*SANGRE NUEVA EN
LIDERAZGO DEL PRI

Ciertamente, el PRI requiere de un liderazgo distinto en los años por venir.
Los políticos que surgieron de la mano generosa del entonces gobernador Rafael Hernández Ochoa, partieron el pastel presupuestario, se llenaron hasta hartarse en los últimos 30 años y no quieren permitir el acceso a la función pública de nuevas mentalidades y veracruzanos, que tienen la intención de generar dividendos que favorezcan el bienestar colectivo.
Nadie ha dicho que al PRI se llega por escalafón y que, en ese contexto, tendría que culminar ambiciones políticas Flavino Ríos Alvarado o Eduardo Andrade Sánchez, ambos diputados locales salientes, célebres, el primero, porque condenó a que los maestros tienen que volver a sus clases o se las verán con su cese, y el segundo, porque señaló que el voto de los maestros no es tan importante en procesos electorales del futuro.
Viejos priistas, con categoría de dinosaurios, pero lejos todavía de Manuel Ramos Gurrión o un Carlos Brito Gómez.
Flavino Ríos, abogado de profesión, notario público con licencia, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Veracruzana, fue secretario de gobierno en el gabinete de Miguel Alemán, a quien debe una defensa a ultranza, cuando algunos acusaron que Flavino no era veracruzano, y de esa forma pretendían destronarlo del cargo número dos de la administración estatal, porque había nacido en Oaxaca y que de pequeño fue llevado a Minatitlán, donde se asienta su residencia familiar.
Personaje, con dominio de los entuertos y jugadas que contempla el trabajo político, en el sentir de los priistas viejos bien podría ser una carta fuerte a la hora de elegir a su nuevo dirigente estatal, pues la cabeza del partido se encuentra acéfala, siendo el último presidente don Erick Lagos Hernández, quiense fue para hacerse cargo de la secretaría de gobierno del estado.
Por lo que hace a don Eduardo Andrade Sánchez, ya fue procurador general de justicia, dirigente estatal del sector popular del PRI, delegado del PRI tantas veces lo ha requerido su maquinaria partidaria en y fuera de la entidad veracruzana. Ex cronista de deportes del canal de las estrellas y ex directivo y reportero de El Sol de México, está por concluir su jornada de diputado local, también es tirador natural a la silla de presidente del partido tricolor en la entidad.
Empero, ahora los jóvenes, sin mayor respeto a las trayectorias de viejos priistas, igual han puesto de manifiesto sus caras aspiraciones, sobre todo cuando aunque el priismo goza de seguir ostentando el poder, no deja de recordarse que desde hace dos décadas cuando menos, sobre tierras veracruzanas no cuenta con las mayorías en su favor. Esperemos.

*SEGUIMIENTO DE
OBRAS, EL IDEAL

A diferencia de los estados europeos de occidente, sus ciudades, como las estadounidenses, gozan de pleno desarrollo en su realización, porque la obra y servicios públicos responden a un trabajo de seguimiento, lo que permite calles, avenidas y super carreteras, por caso, para muchos años en favor de sus beneficiarios.
Esto no ocurre en un país que se precia de ser democrático como el mexicano.
El político que sucede en la responsabilidad de mandar a quien se va, da carpetazo a las obras de su antecesor y emprende, lo que a su ego o culto a la personalidad le ha de dictar, de allí que nunca un alcalde o un gobernador pueda innovar, debido a que se la pasa haciendo y tapando con parches lo que sus antecesores les dejaron, perdiéndose recursos millonarios y horas y días y años son echados a la basura.
Esto viene a colación, porque quizá en Xalapa se pueda dar por vez primera un ejemplo o caso, al cual hay que destacar con mayúsculas. El alcalde electo de la ciudad, Américo Zúñiga, acaba de anunciar que en su administración va a construir calles y pavimentar otras con concreto hidráulico y nunca con asfalto.
La alcaldesa Elizabeth Morales García ya concluyó el pavimento hidráulico de 150 calles y ha podido rehabilitar otras tantas, entre éstas la avenida Rafael Murillo Vidal, la cual vio destruido en su totalidad su asfalto y lo sustituyeron con pavimento hidráulico.
Xalapa, al margen del olvido en que incurren los políticos, enfrenta las consecuencias de lluvias y deslaves en sus calles y avenidas, a las que cada tres años la autoridad edilicia que llega tiene que atender porque sufren el deterioro que provoca el agua de lluvia, el paso de autobuses y las unidades automotrices de grandes pesos.
Vale la pena hacer la mención, porque en apariencia habrá seguimiento en materia de obra pública, lo que evitará sin duda desgastes innecesarios, pérdidas de tiempo valioso en un lapso de crisis de todo en días como éstos y de oportunidad a los electores de hacer la advertencia, en el sentido de que no hubo equívoco en su elección. Al tiempo.

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