Por María Guadalupe Rico Martínez

La discriminación a los grupos indígenas ha existido por mucho tiempo. “La Encuesta Sobre Discriminación en la Ciudad de México 2013” así lo manifiesta, por sus rasgos físicos, color de piel, lengua, modo de vestir, posición socioeconómica y hasta por sus costumbres.
El miércoles pasado la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) y el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México (COPRED), ambas entidades suscribieron un convenio de colaboración para sensibilizar, capacitar y formar a servidores públicos en materia de igualdad y no discriminación, en el marco del Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal.
Recuerdo que por muchos años los indígenas eran llevados a las tomas de protesta de los nuevos Presidentes de México, ocupaban un lugar privilegiado en las tribunas, acudían con su indumentaria festiva. ¿Cuántas veces hemos visto a los candidatos de todos los niveles recorrer las zonas rurales, vestir el jorongo, collares o corona de flores de acuerdo a la tradición? Luego, todo queda en el mayor de los olvidos.
Alrededor de 15.7 millones de personas integran los pueblos y comunidades de México. Oaxaca es el Estado con mayor diversidad étnica y lingüística. Esta semana conocimos el caso Irma López, parió en un jardín y dijo sufrir amenazas luego de que diera a conocer por las redes sociales una estremecedora fotografía y denunciara que no tuvo asistencia en el hospital de San Felipe de Jalapa, sierra norte de Oaxaca. Dizque porque no le entendieron, qué le pasaba. Ahora, ya suman otras denuncias por motivos semejantes.
La sensibilización no sólo debe promoverse entre los servidores públicos, sino llevarla a todos aquellos ciudadanos que asumen actitudes en contra de sectores más vulnerables, si deseamos una sociedad más justa y equitativa.
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