Por Raúl González Rivera

María Elena Morera, presidenta de la organización civil Causa en Común, toca tinglados que contradicen a todos los voceros oficiales y los políticos, en el sentido de que la criminalidad va a la baja, pero soslayan que los mexicanos, en cualquier punto de la geografía nacional, están cansados de tener miedo.
Estamos cansados de esperar, de dudar y de sufrir. La sentencia pareció tocar tinglados muy sensibles, porque en efecto, por un lado se dijo que una encuesta celebrada por la firma Mitofsky, la cual por cierto no goza precisamente de ser la más veraz o creíble, reveló que la criminalidad ha disminuido, siendo que la violencia, igualmente desde hace 30 años, vive posesionada prácticamente de la sociedad azteca.
El miedo anda caminando en las calles.
Dice la activista mexicana que la gente está cansada de esperar.
Todos los días se habla de un mejoramiento en la formación de los cuerpos policiacos, pero la realidad es radicalmente distinta. Hay pobreza, aumenta la violencia y los mexicanos del común evidencian miedo, temor, terror, y en el escenario nacional han ido mucho más rápido la violencia y el delito, de cara a las declaraciones que hacen los políticos y los jefes policiacos.
Coincidente hecho, con lo que aquí en estas líneas se ha estado insistiendo, porque con la mirada del ciudadano común y corriente es posible descubrir que enfrenta terror, miedo, temores ocultos y, ante el crimen, el asalto callejero y el amago del secuestro o con la extorsión, la solidaridad difícilmente la bridan miembros de la propia sociedad civil.
Malestar que se registra todos los días en las páginas periodísticas, pero que el grueso de los políticos no ven ni reparan en su avance y se contentan –si así lo quiere usted ver–, con el anuncio parlanchín de que los elementos policiacos son confiables y que ahora dominan numerosas tácticas contra el hampa y el crimen organizado. Empero nadie los ve ni sabe en dónde realizan dichos operativos.
Sobre todo porque en el ejercicio de los políticos, se aprecian escasos deseos de acabar con la inseguridad en las calles y nuestras ciudades, en donde, como es, la mayoría de sus ciudadanos camina con temor, con miedo y muchas dudas de que haya alguien que esté viendo por la seguridad y tranquilidad de los mexicanos.
*LA CARRERA POR
EL PAN Y EL PRD
No obstante que en este momento y desde hace años los partidos políticos no dejan de ser sólo máquinas para el vasallaje político, cobro de facturas, cajas recaudadoras y agencias de colocaciones políticas al servicio del poder que manda, los liderazgos del PAN y el PRD entraron ya en su fase de selección, en un tema que corresponde a partidarios de ambas familias públicas elegir a sus dirigentes, porque el resto de la sociedad adolece de interés por participar en ese rollo.
Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota buscarán relevar en el cargo a Gustavo Madero, de quien se asegura en trincheras albiazules que dicho personaje se vendió al mejor postor, que en este caso es el viejo régimen, para implicarse y sacar adelante la reforma política-electoral y la energética.
La ex candidata a la presidencia de México por el partido azul y blanco, Vázquez Mota, se pronuncia por la suma de todos los panistas y que vuelvan a ver por un interés mayor que es la Nación azteca. Por otro lado, felicita a los partidarios de la reforma electoral, con que se creará el Instituto Nacional Electoral, citando para consolidar su punto de vista, con la posición que al respecto hizo pública el ex director del IFE José Woldenberg.
Por el lado de los perredistas, no cambian, pero no cantan mal las rancheras, ya que hay una terna que integran un ilustre desconocido de apellido Lozano, un ex político de corte eminentemente local del DF y el ex jefe de gobierno Marcelo Ebrard Casaubón, de quien se asegura, que pese a haberse incorporado apenas unos cuantos años atrás a las filas del partido del sol azteca, llevaría la delantera en esta justa por el ejercicio de un liderazgo nacional.
Empero, un partido que goce de tener cercanía con la gente, que la sepa escuchar y se convierta en el interlocutor de sus grandes aspiraciones y objetivos, estaría haciendo falta en el México contemporáneo, habida cuenta la amarga experiencia que los electores mexicanos padecen, debido a la escasez de espacios en sus trincheras para el grueso de compatriotas o ciudadanos y que a la hora de presentar candidatos y elegir a sus representantes populares, dicha cajas recaudadoras de presupuestos públicos se convierten en simples agencias vendedoras de puestos públicos a los grupos de poder, cómplices, mafias y cacicazgos regionales.
Empero, las familias perredista y albiazul anuncian lo increíble, cambiar mandos partidarios para hacer de sus futuras gestiones la labor proselitista que están confiando en el porvenir los mexicanos del común, cuando las carencias de todo incluyen necesariamente a los partidos políticos, agencias de colocaciones favoritas de los negociantes, mercenarios y perversos que hay en el juego político nacional.
*MANIFESTACIONES
CON AGRESIONES
Al final del día, no hay la celebración de manifestaciones, protestas y plantones sin que la violencia, la agresión física y las palabras altisonantes aparezcan, sin importar que los manifestantes puedan ser los afiliados al movimiento de los encuerados de 400 pueblos, los estudiantes normalistas, los maestros y los productores de caña de azúcar de la entidad.
Y por ende, la pregunta que surge obligada es saber a ciencia cierta por qué los líderes afrontan los conflictos con la toma de edificios, escuelas y plazas, rompen con el derecho a transitar de terceros en nuestras calles y avenidas, como también bloquean arterias públicas o, como sucede ahora, toman la presa Yuribia, la cual surte del vital líquido a los habitantes de Minatitlán y Coatzacoalcos.
Todas estas manifestaciones se acompañan de hechos que llaman necesariamente a la agresión, el enojo al extremo, de la irritabilidad, mediante la cual se cruzan ofensas, insultos, golpes y potenciales linchamientos.
El discurso fue relevado precisamente con la contienda a golpes, pedradas, palos y otros instrumentos, con intenciones de lastimar, dañar y perjudicar integridades físicas y afectar la dignidad de terceros.
Qué ocurre que se prefiere el cruce de golpes a la palabra, el discurso, que cuando era encendido alentaba a las muchedumbres, como fue antes de la matanza de Tlatelolco, el movimiento estudiantil de 1968. Hoy día, el mensaje sale sobrando y la credibilidad está en juego.
Si el manifestante no confía en los políticos, entonces cuál es el fin de celebrarse mítines, plantones y perogrulladas, que a la postre dejan un amargo sabor de boca, porque la lucha se escenifica entre mexicanos exclusivamente.
Qué opera detrás de la agresión, a la que el régimen en cualquier parte del país responde con virulencia a través de los cuerpos policiácos. Es decir, por qué la agresión mucho antes que hablar, dialogar y negociar. Los tiempos de gloria del unipartidismo así fueron, porque ahora no sucede algo semejante. Mantener la guerra, sólo atrae la violencia y deja los resquemores del odio, el rencor y la salida criminal en el peor de los casos. Qué país, el de los mexicanos, diría el gran poeta Octavio Paz, en su genial obra de «El Laberinto de la Soledad». Hasta aquí.
