60 Segundos: *NORMALISTAS Y LA RAZÓN LEGAL


Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Por Raúl González Rivera

De siempre la Escuela Normal Veracruzana se ha distinguido por ser una institución diferente al resto de los planteles donde se forjan profesionales, pero más porque en aquella se capacitan los profesores de la enseñanza primaria, la que impacta en las mentes de los niños y da seguimiento a la formación de los nuevos mexicanos.

Los medios acaban de difundir una nota en el sentido de que autoridades de la SEP y los padres de familia –¿cuáles?– abrieron los candados de la escuela Normal y la primaria práctica anexa a la misma institución y dieron entrada a sus alumnos, con el fin de reanudar las clases suspendidas por algo más de un mes.
Sin embargo, ahora se sabe que el consenso no lo hubo y que los estudiantes están en franca lucha por lo que consideran un atropello a todas luces producto de la arbitrariedad y los excesos que suelen cometer las autoridades, cuando se dejan acompañar de elementos de la policía.
La reforma educativa coloca a los normalistas contra la pared.
Ya no tendrán plaza segura al egresar de sus aulas y tampoco les consuela ninguno de los exámenes que les aplicarán con vistas a su permanencia o no en los planteles, no por cuanto a su aplicación, sino sustancialmente debido a que ignoran y dudan de la calidad y condiciones educativas, morales y de credibilidad en la autoridad que habrá de calificar dicha prueba.
Medularmente, la enseñanza de las primeras letras se expondrá a perder su rumbo, porque conforme a la mencionada reforma educativa, la expectativa de impartir clases en dicho nivel será abierto en dos años más al grueso de profesionales, aun aquéllos que jamás hayan conocido ni cursado algo en relación a las técnicas didácticas y los estudios fundamentales sobre metodología de la enseñanza, principios pedagógicos e histórico y de corte social, que en la educación básica han de analizar los egresados de las escuelas normales de este país.
Con normalistas, la razón legal, social, pedagógica y culturalmente hablando les asiste rotundamente. Se ignora cuál es la pretensión de autoridades educativas, menores y mayores, consistente en confrontar a los especialistas en la materia y que ahora vuelven a hacer el toque de guerra, cuando los ánimos en esta gran nación están tan revueltos y el valemadrismo con que inciden los funcionarios públicos es inobjetable.

*LA VIOLENCIA
SIGUE CORRIENDO

A ciencia cierta, nadie sabe qué autoridad, quién como persona e instancia, investiga las constantes, diarias aventuras que tiene la violencia sobre tierras veracruzanas.
Todos los días las páginas de los periódicos narran sucesos cuya virulencia ya no impactan en nadie realmente, o es que la capacidad de asombro de los mexicanos en cualquiera de los cuatro costados y que habitan el territorio azteca, dejaron de ser motivo de alguna preocupación como solía ocurrir en el pasado.
Lo dicho líneas arriba lo subrayan los titulares que diariamente se refieren a hechos de singular violencia. Ejecutados, cuerpos sembrados y desmembrados, lo mismo de mujeres, hombres y adultos, no importa quiénes ni en dónde, sólo motivan a la publicación de estos apabullantes ejemplos, que lo mismo se dan en Orizaba, en Córdoba, en Coatzacoalcos, el puerto de Veracruz y Xalapa.
Ninguna corporación policial, ni de investigación en la materia, el sistema que dirige el abogado Francisco Portilla Bonilla o la procuraduría general de justicia que representa don Felipe Amadeo Flores Espinosa, han podido contener la ola que arrasa con los mejores augurios, que no los discursos de los políticos, en los que nadie cree ni confía, pero son ellos quienes tienen en sus manos el problema y sus probables soluciones.
La ciudad se asemeja al Irak bajo dominio yanqui, tras el golpe asestado y derrumbe de Saddam Hussein, el correr de los convoyes repletos de soldados y policías camuflados de oscuro y tapados los rostros, al igual que los «ninjas», además de no impresionar a nadie, le hacen recordar a los habitantes de nuestras ciudades que el cambio llegó para quedarse en lo que hace a tener entornos cargados de inseguridad, miedo, temores y guardianes de la seguridad pública.
A estos últimos nadie ve atrapando a nadie en flagrancia, mientras las aguas de los ríos como el Blanco, van convirtiéndose en cementerios, los matorrales y cañaverales y las calles de nuestras ciudades otrora tranquilas, son necesariamente testigos de la masacre que no acaba, sino al contrario, pareciera afirmarse con notas singulares que amedrentan el orden y ponen en riesgo el orden social, inclusive.
Ciertamente, como lo afirma Tariq Alí, escritor e historiador, México se debe a los efectos del neoliberalismo que inauguraron los sexenios priistas de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, en un país que enfila rumbo al «totalitarismo suave», aunque puede ser peor, confía el intelectual, pero no hay reversa seguramente. Al tiempo.

* QUÉ HACER CON
LOS TECAJETES

No es ningún título telenovelesco ni nada que se le parezca.
Los Tecajetes se convierten de pronto en un problema para la autoridad del nivel que usted lo quiera.
Un pulmón natural, en el corazón de la ciudad, insólitamente permanece allí, enmedio del caserío y edificaciones hoteleras, los antros y el esmog que producen los automotores y otros agentes contaminantes sin ningún control.
Los Tecajetes, de hecho siempre han sido un espacio verde, porque lanaturaleza es muy generosa y que las autoridades del nivel que usted quiera, jamás ha solido cuidar y convertirlo en un área para el confort, el paseo y la reflexión de la ciudadanía y particularmente de las familias y los jóvenes y niños.
La zona se constituye con un territorio importante y la única vez en que ofreció condiciones para ser explotado, transcurrió en el trienio municipal de un alcalde no xalapeño de nacimiento, Carlos Padilla Becerra, quien tuvo la puntada de abrir allí un zoológico con intenciones o pretensiones de hacerlo un lugar de visitas familiares permanentes, sobre todo en una ciudad sin espectáculos gratuitos para el común denominador de la población.
En efecto, se transformó el lugar y se repletó de animales salvajes y otros más en cautiverio, como las aves exóticas y los reptiles, los cocodrilos, los monos, changos, leones, tigres y una variedad infinita de pájaros, amén de los peces y otros tantos que fueron objeto para que los niños, sobre todo, conocieran el entorno natural y la gama que exhibe la fauna, la flora y todo cuanto obedece y a cuyo escenario los menores de estos días sólo conocen y quizá sepan identificar a través de las películas y las estampillas que se insertan en los libros de texto y los álbumes.
Empero, al gobernador Acosta Lagunes no le agradaba la «selva» en el corazón de la ciudad y ordenó al alcalde Padilla Becerra que cerrara Los Tecajetes, como el parque zoológico que tanto gustó a chicos y grandes, en la única ocasión en que dicho recinto transmite, además del conocimiento científico, un lugar para el disfrute y la alegría de los chicos y sus progenitores.
Y es que en el ayer como ahora, escenarios con tan exuberante belleza, pocos, aunque usted no lo crea. Pronto al verde de sus jardines, árboles y pinos va ganando a los escasos espacios, donde los xalapeños pueden divertirse estando en contacto con la naturaleza y de manera gratuita. Esto siguen siendo Los Tecajetes, al menos los últimos cien años.

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