Por Gonzalo López Barradas
El entusiasmo con que el gobernador Duarte leyó el mensaje de su Tercer Informe de gobierno, en el majestuoso e histórico San Juan de Ulúa, el 15 de noviembre, no refleja en muchos veracruzanos esa alegría que el mandatario quiso contagiar. Porque uno es el Veracruz que Javier Duarte ve y otro es el Veracruz que vivimos.
Dijo que la realidad de hoy es muy distinta a la que vio nacer su gobierno.
Sus palabras: “Hace tan sólo tres años, difícilmente hubiéramos podido imaginar mucho de lo que hoy tenemos, de lo que hoy hemos logrado. Hace tres años, nos enfrentábamos con grandes carencias e insuficiencias que nos obligaban a preguntarnos: ¿cómo un estado con tanta riqueza podía tener tan bajas expectativas?”.
Más: “Veracruz estaba inmerso en una situación económica complicada, políticamente confrontada y con un grave problema de inseguridad. Había incertidumbre y gran preocupación. No era posible seguir pretendiendo que aquí no pasaba nada, que aquí todo iba bien. Empezamos poniendo al día al gobierno, las políticas públicas, modernizamos los procesos y actuamos con responsabilidad en el ejercicio público. Los veracruzanos no querían quedar atrapados en el pasado. Querían mejorar, tener certeza de su presente, pero sobre todo de su futuro…”.
El mensaje lo basó, principalmente, en la superación de los embates climatológicos, la mejoría en la economía, la recuperación del clima de paz y seguridad, combate a la pobreza y la creación de 250 mil empleos de calidad.
El Veracruz que el gobernador ver es el que le informan sus colaboradores, quienes le dicen que todo está bien; que el problema de los maestros no tiene importancia porque son unos cuantos los que protestan; que los secuestros, las extorsiones, los asesinatos y robos a casas son normales; y que la prensa, que de alguna manera está ligada a su gobierno, omite la verdad de lo que ocurre en el estado. No así los medios que nada tienen que ver con subsidios y publicidad oficial y que están obligados con el pueblo para informar y señalar los problemas en que se vive. Son medios pequeños, pero esos son los que la gente lee en las redes sociales y en los puestos de periódicos y revistas.
El Veracruz que empresarios, maestros, amas de casa, campesinos, obreros y periodistas vemos, es otro.
Después de haber sido entregado el Informe en la LXIII Legislatura y leído el mensaje en el búnker del puerto, los empresarios que fueron entrevistados dijeron que persisten los robos y las extorsiones; la inseguridad en sus distintas manifestaciones; el cierre de negocios establecidos; la cancelación de miles de plazas laborales en el IMSS; y que se registran de seis a diez robos al día tan sólo en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río y Medellín; independientemente en Xalapa, Coatzacoalcos, Córdoba-Orizaba, Poza Rica y Tuxpan.
La dirigente magisterial Acela Servín Murrieta, guía moral del SETSE y el consejero nación de la Canaco, Erick Suárez Márquez, coinciden en señalar en la prensa que hay varios pendientes en temas de atención al magisterio y de seguridad, porque son un tendón de Aquiles para Duarte.
Para el joven mandatario esta etapa de su gobierno ha sido de consolidación y se iniciará el nuevo tramo con la realización de obras y la mejora en la vida de los veracruzanos.
Sin mencionar a su antecesor, “El Innombrable”, aceptó que la administración pasada fue un desastre en todos los terrenos, lo cual causó sorpresa entre todos los asistentes al elitista Tercer Informe, lleno de derroche y seguridad.
Javier Duarte de Ochoa asegura que, después de tres años, “Veracruz es otro”.
Muchos han entendido que rompe Duarte con su mentor político, pero otros piensan que son ‘valores entendidos’; basándose en el hecho de que la mayoría de sus colaboradores son fidelistas “hasta las cachas” y eso no es índice de rompimiento.
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