Por Rodolfo Calderón Vivar

Los trágicos acontecimientos de Michoacán, donde en enfrentamiento con el ejército murieron cuatro civiles (uno de ellos un infante) aceleran en círculos del poder los rumores de que siempre si habrá cambios en el gabinete de Enrique Peña Nieto.
Lamentable ha sido la actuación de las autoridades de la Secretaría de Gobernación, que encabeza Miguel Angel Osorio Chong, en los últimos meses, al tratar el asunto de la guerra civil desatada en el estado michoacano, como para soslayar que hay manejos políticos de alto nivel, en este caso el de dicha secretaría, que deben ser impecables, sin abrir las puertas a la muerte, como ya sucedió el día de ayer en dicho estado.
De entrada, quien sería uno de los primeros removidos es Manuel Mondragón y Kalb, Alto Comisionado de Seguridad Nacional, y principal responsable de las estrategias de movimientos de la policía federal en territorio michoacano, entre las cuales, para asegurar la paz en la región -según él, incluyó la remoción del Delegado de la Policía Federal en la entidad y otros delgados regionales, lo cual establecería un control más directo y confiable sobre las operaciones de Los Templarios. No hubo tal resultado, por el contrario, el problema se agudizó al grado de dejar crecer a los grupos de autodefensa, con o sin complacencia de los delegados, sin actuar para evitar la rebelión que se diera el pasado fin de semana, llegando a la toma de Apatzingan, a sangre y fuego.
Como posible sucesor se maneja a Alfonso Navarrete Prida para suplirlo. Navarrete Prida, a quienes otros colocaban en lugar del procurador José Murillo Karam, que está en situación de veremos por motivos de salud, es un experimentado funcionario, muy cerca del ánimo del presidente Enrique Peña Nieto, Su trayectoria incluye haber sido secretario particular de Jorge Carpizo Mc Gregor, cuando éste fue Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, luego Procurador General de la República y Secretario de Gobernación; despues, Navarrete Prida fue Subprocurador de Procesamientos Penales en la Procuraduría General de la República, en el año 2000; un año más tarde, subsecretario de Seguridad Pública en el Gobierno de Arturo Montiel, y mas tarde Procurador Generasl, en el Estado de México.
Nacido en la ciudad de México, en 1963, se le considera parte del núcleo central de poder mexiquense que controla el poder gubernamental en México, encabezado por Enrique Peña Nieto. No sería raro pues que, ante los acontecimientos que derivaron a la muerte de civiles, tras equivocadas maniobras de la Secretaría de Gobernación en el asunto michoacano, el presidente Enrique Peña Nieto colocara ahí a alguien más cercano, y mas efectivo, para regular los asuntos del caso Michoacán. La pregunta es: ¿el cambio sería solo en función de sustituir a Mondragón y Kalb o apunta, incluso, al cambio, a mediano plazo, del propio Miguel Angel Osorio Chong?
Por otra parte, la rumorología de los círculos cercanos al poder central de la ciudad de México, abre nuevamente el abanico de tres secretarios más que serían removidos en el gabinete: Enrique Martínez y Martínez, titular de la Secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación; Juan José Guerra Abud, que dejaría la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Y se vuelve a mencionar , al titular de la SEP, Emilio Chuayffet. Como posibles figuras políticos que cabrían en los puestos de cualquiera de los mencionados, se avizora la llegada de dos gobernadores en funciones, uno con apellido cuya letra inicial es la «C», y otro con apellido con letra inicial «D».
En los cambios que vienen, según círculos periodísticos cercanos a la presidencia, se dice está incluido el del titular de una importante paraestatal.
Elizabeth Morales es, y todavia no es, nueva presidenta del PRI en Veracruz
Indiscutiblemente que Elizabeth Morales tiene sus derechos a salvaguarda para aspirar a dirigir el PRI estatal en Veracruz y, sobreto todo, grandes posibilidades de serlo el estar en el ánimo de quienes deciden el nombramiento del titular de tal encargo, pero llama la atención el revuelo que causó en ciertos sectores políticos y la opinión pública las filtraciones previas a su asunción a tal cargo.
En primer lugar, soterradamente, muchos políticos priistas de viejo cuño abundaban en contra de su probable inclusión como Secretaria General del Comite Directivo Estatal de PRI, al ser la segunda de la supuesta venida, que nunca se vino, de Salvador Manzur, al cargo de presidente del PRI en Veracruz, Argumentos en contra: la mala fama pública por la forma como gobernó el municipio de Xalapa que incluyó filtraciones periodísticas sobre sospechas de enriquecimiento inexplicable (mansiones faraónicas y negocios altamente rentables en el primer cuadro de la ciudad xalapeña), favorecimiento a personas muy cercanas para que también se enriquecieran (la concesión del bacheo de la ciudad a familiares de amistades muy cercanas) y la falta de discreción personal en el manejo de sus asuntos privados (fotografías de romances que todo parece indicar tuvieron como vía de filtración a sus propios canales de comunicación),
Pero todo eso es pecata minuta, si se recuerda que Elizabeth Morales no ha hecho más ni menos que ejercer el poder como muchos priistas de otros sexos también lo han ejercido, así, sin disimulos, favoreciendo a diestra y siniestra a allegados, y enriqueciéndose porque, finalmente -como dijo alguna vez Alvaro Obregón- si «la política no fuera negocio pues no habría quien quisiera ser político». El problema está en que se dice, en su momento, Elizabeth Morales jugó las contras en las elecciones en las que Javier Duarte compitió para las elecciones gubernamentales, en la propia Xalapa, aportando votos bajo su control en la capital para otro fuerte aspirante a la gubernatura. Así también, se le cuestiona su real militancia en el tricolor, surgida a raiz de ser candidateada para cargos populares, desde el gobierno de Fidel Herrera Beltrón, más por ser una figura popular en la televisión estatal, que por ser una convencida seguidora de los principios e ideología priista.
Pero en fin, puede sacarse la espina. Está en su derecho, como ya hemos dicho y, por lo que se ve, los soterrados enemigos que tiene dentro del priismo estatal no pasará de filtraciones a periodistas, sin llegar a la actitud abierta de presentar un candidato que la confronte para llegar al puesto de la presidencia estatal del partido. A no ser que haya valientes.
Lo que si debe quedar claro, es que desde lo alto del priismo nacional no hay una ninguna actitud a favor ni en contra de su candidatura. No tiene ni los lazos estrechos y de afinidad con la dirigencia nacional del PRI encabezado por César Camacho Quiroz, ni tampoco es resultado de un veto contra Manzur para llegar a la presidencia del partido porque su pasado lo condenaba. Simplemente Salvador Manzur tuvo dos opciones y escogió la más tranquila para seguir su carrera política en el estado: ser delegado federal. Elizabeth Morales no tuvo esa dicha, se le cayó la opción de los Juegos Centroamericanos.
En todo caso, es un suceso más de la política veracruzana que causa mas de una sonrisa en un despacho de la ciudad de México. Ahi donde, desde hace meses, Veracruz es considerado una caso aparte y distante. Eso sí, una vez más se demuestra que la entidad sigue siendo soberana en sus decisiones de toda índole y que sigue avanzando, viento en popa. Que ni qué.
