Por María Guadalupe Rico Martínez

Scotland Yard, tiene un complicado caso para descifrar fuera de investigar quién quiso sustraer esta semana las cenizas del padre del Psicoanálisis Sigmund Freud y su esposa, del cementerio Hoope Lane. Un nenúfar enano, la especie más pequeña del mundo fue robado del invernadero Príncipe de Gales del Jardín Botánico Real, en Londres.
El Nymphaea thermarum, extraoficialmente conocido como lirio pigmeo, descubierto en 1987 por el botánico alemán Profesor Eberhard Fischer se limitaba a un solo lugar en Mashyuza, Ruanda de donde extinguió en 2008 debido a la explotación excesiva de las aguas termales que alimentan el hábitat. Años antes científicos transportaron varios bulbos al Jardín Botánico de Bonn, 30 al Jardín Botánico Real.
La planta constituida por flores blancas del tamaño de un centímetro de ancho posee estambres amarillos. No se conoce ninguna planta que haya sobrevivido en estado silvestre. A diferencia de otros lirios, éste crece en lodo tibio y no en agua. Richard Cebada, director de horticultura, ha tomado el saqueo como un duro golpe a la moral, asegura “consideramos muy en serio la invaluable colección científica de plantas».
La policía londinense ahora deberá adueñarse de la lupa, aplicar el método deductivo y observación como Sherlock Holmes para resolver el hurto del Nymphaea thermarum que estuvo sembrada entre las 132 hectáreas carentes de cámaras de seguridad a pesar de albergar cerca de 30 mil plantas florales y el mayor banco de semillas del orbe. Y es que, ¿quién hubiera imaginado la existencia de un ladrón de plantas y más aún de las minúsculas? Por lo pronto, la frase que circula por el misterioso suceso es -Me temo, querido Watson, que la mayoría de sus conclusiones son erróneas-.
TRANSGÉNICOS.- Gracias a la movilización de la sociedad, un tribunal de la provincia de Córdoba prohibió a la trasnacional Monsanto continuar con la construcción de una planta en la localidad de Malvinas Argentinas. Estudio realizado encontró índices alarmantes de contaminación en la tierra y fuentes de agua potable en lugares cercanos a la edificación. Además 80 por ciento de los niños que fueron examinados tenían rastros de pesticidas en la sangre. Y aún así insiste la multinacional en llevar la siembra a países alrededor del mundo, con el discurso de dar solución al hambre.
