Por Luis Velázquez Rivera
•Así lo mira arzobispo
•Felicidad en Veracruz
I

El arzobispo Hipólito Reyes Larios, quien sueña con el Cardenato, ha dicho su verdad: “El gobernador ha llegado a una madurez después de tres años y le quedan tres más”.
Luego agregó otra sentencia bíblica: “Este es el momento de asentar muchas cosas”.
Bueno, a primera vista la frase (quizá sacada del contexto como dicen los clásicos de la política) lleva chanfle… aun cuando se dudaría, pues está publicada en el portal “alcalorpolítico”.
Y es que habría de preguntarse el significado de la frasecita, por ejemplo, si luego de tres años el góber “ha llegado a la madurez”, ¿significa, acaso, que los tres años anteriores, la primera mitad del sexenio, la tarea de gobernar y ejercer el poder se caracterizó, digamos, por la inmadurez?
Según el arzobispo Hipólito Reyes, el gobernador “ha llegado a una madurez después de tres años”… ¡Flaco favor le hace!
¿Se referiría el arzobispo a que en los primeros 36 meses el góber asistió a un curso de entrenamiento para desempeñarse como tal?
O de plano, Hipólito Reyes lamenta así, quizá, acaso, una lista de bandazos que llevaron al jefe máximo a pedir a 39 presidentes y ex presidentes de América Latina y Europa en la Cumbre del Atlántico (la mayoría chafas dice el politólogo Carlos Ronzón) que porfis hablaran bien de Veracruz?
En todo caso, si el jefe eclesiástico, líder de los 11 obispos de norte a sur de Veracruz, habría rozado, quizá insinuado, temas espinosos, como por ejemplo, el fuego cruzado, los muertos, los secuestros, las desapariciones, las extorsiones y los robos a casas y comercios, ni hablar, sería entonces “el momento de asentar muchas cosas”.
II
Ahora bien, de acuerdo con el sicólogo, el psiquiatra, el neurólogo y el sociólogo hay diferentes clases de madurez.
Por ejemplo, madurez emocional, madurez humana, madurez intelectual, madurez neurológica, madurez sentimental, madurez del hígado, madurez sexual y sensual, madurez política.
La madurez humana, por ejemplo, cuando la vida es aliada del reposo, la serenidad, la tolerancia, el equilibrio y la prudencia, incluye por añadidura al resto de las otras.
Pero, además, el conjunto de todas significa que el hombre, el ser humano, han llegado a la plenitud de la existencia, como aquella tarde sabatina cuando a los 70 años de edad Jorge Luis Borges se sentó en un parque solitario, y el viejo que era dialogó con el joven que fue y uno y otro se reprochaban actitudes de la vida para, digamos, mejorar la conducta humana y alcanzar, claro, por supuesto, la madurez.
Por eso, la frasecita del arzobispo pareciera un túnel con muchos, demasiados, excesivos vericuetos.
III
En un político la madurez significa el control de las pasiones desordenadas, sin escuchar el canto bipolar, sin arrebatos ni berrinches.
Y menos, sin altas y bajas precipitadas, con firmeza y serenidad, conscientes, seguros, de que sólo se gobierna y ejerce el poder con la Constitución Política de la república y la Constitución local como norma rectora.
La madurez también implica escuchar a todos para conocer las diferentes versiones de un hecho, las opiniones encontradas de un suceso, y luego, en la serena soledad del palacio, del cuarto de estudio, pronunciar las palabras mayores.
Y por supuesto, nunca, jamás, emitir una contraorden cuando el jinete va trepado en el caballo a la mitad del río.
La madurez siempre lleva a la paciencia y la prudencia que permite, al mismo tiempo, marcar la distancia frente a los demás para sumirse en la reflexión de las horas y de los días y de las noches.
Por eso mismo, la madurez lleva a la libertad, soñando siempre con empujar la carreta al más elevado destino del hombre.
Y, bueno, si el arzobispo dice que “el gobernador ha llegado a una madurez después de tres años”, como dijo Elpidia, la astróloga de los Llanos de Sotavento que tanto consulta Erick Lagos: “Lo pasado… pasado”.
Y de aquí pa’lante, los 8 millones de veracruzanos seremos felices porque en palacio gobernará un hombre maduro.
Publicado en: http://www.blog.expediente.mx/nota.php?nId=5056
