60 Segundos: El difícil ascenso en el tricolor estatal


Por Raúl González Riverabettyylicha
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Elizabeth Morales García y Ramón Ferrari arriban a la dirigencia estatal del PRI en condiciones difíciles de aceptación en las filas del que fuera un partidazo hasta antes de veinte años atrás.

Sin el consenso de los socios atrincherados en la maquinaria tricolor de aquí y el resto del estado, se dio el protocolo de rigor, y aunque el aval sería un priista de cepa como es Carlos Brito Gómez, tiempo les hará falta para engullirse de lo que es el viejo régimen y el partido que no levanta por sí solo en ninguna parte del país.
Un liderazgo semejante exige de los líderes de nuevo cuño conocimiento de la historia de este país, la retórica como norma para emitir los discursos que emocionen a un electorado y una ciudadanía desencantados.
El PRI, por ser la máquina con que dio a luz la posrevolución, por supuesto que en sus mejores años se encargó a intelectuales, estudiosos de la ciencia política, el derecho y la geopolítica de este país.
En el caso eminentemente localista, no ha sido menos.
Manuel Ramos Gurrión, Demetrio Ruiz Malerva, Carlos Brito Gómez, Miguel Ángel Yunes Linares, Rafael Arriola Molina, el propio Edel Álvarez Peña, entre otros, dieron la imagen de estar dirigiendo un partido de masas, se mezclaron entre sus correligionarios de las bases y caminaron las calles y los pueblos, dictando un discurso que encendía los ánimos y hacía reverdecer viejas luchas del ex partidazo.
El binomio que se hará cargo de la presidencia y la secretaría del partido, huelga advertirlo, tendría que apresurar el conocimiento a través de un rápido curso que les permita la panorámica que necesitarán para trabajar, vencer y abatir a sus adversarios de dentro y los de fuera, que apuntan a que el PRI, de nueva cuenta, sumados los votos de la oposición en dos y tres membretes, perdería cualquier elección.
No hay que olvidar que el viejo priismo se enriqueció con sus tres sectores sociales, perfectamente identificados, y con sus líderes bajándose a los estratos más indefensos y repletos de pobres.
Sin duda a Elizabeth Morales le vino como anillo al dedo la reciente visita de Beatriz Paredes a la ciudad de México y don Jesús Medellín, el delegado nacional del partido en Veracruz, un tanto fantasmal desde hace tres años, no sabría cómo explicar que aquella plática con Salvador Manzur, en lo oscurito, seguramente para tratar su abanderamiento como dirigente del partido en Veracruz, no cristalizaría, por aquello de los escándalos en que se vio envuelto el ex alcalde de Boca del Río, a propósito del tráfico de despensas que con el membrete de la Sedesol se trataría de ganar votos para el PRI en las últimas elecciones municipales, razonamiento de peso para determinar y favorecer con el gran dedo apuntando en la persona de la ex alcaldesa Elizabeth Morales.
En fin, la primera pruebita de fuego será la designación de los nuevos comités municipales y seccionales del ex partidazo a mitad del año de turno, así como también la nominación de delegados, lo que permitirá avistar si se trata de forjar un porvenir de triunfadores en la trinchera priista o simplemente que la bola y la burocracia partidaria asuma su papel de colector de simpatías y afectos, con miras o cara a los procesos del porvenir, que aunque parecieran estar lejos, apenas está en su momento para arrancar con el ánimo de abatir para vencer y perfilar la institución que bien tratara de recobrar los triunfos que obtuvo antes de los gobiernos neoliberales. Esperemos.

* CUÁNTAS EJECUCIONES EN
MEXICO, Y SIN PROTESTAS…

Edgar Tamayo fue sometido a la pena capital por el estado de Texas y el juez que lo condenó a morir bajo la aplicación de una inyección letal, prestó oídos sordos al intento siquiera de conmutarle su ejecución por una condena perpetua o, en su defecto, dejarlo en libertad tras de cubrir 20 años de cautiverio en una prisión de Houston.
Si bien es cierto que la pena capital en cualquier parte del orbe se antoja como un sonado caso de absoluta barbarie, sobre todo cuando se dice que las leyes se hicieron para ser aplicadas con justeza y que nadie es tan perfecto como para mandar a cadalso a un ser semejante, el mexicano sacrificado sabía de antemano la que se estaba jugando a la edad de los 20 años, y habiendo entrado al vecino país del norte y específicamente al estado de Texas.
Cuántas ejecuciones se registran sobre suelo azteca, todos los días, sin que haya un alma que las condene. Y lo mismo las realizan sabuesos de las distintas policías, como las fuerzas armadas, que en el interior de los penales, en los que la tortura, la barbarie en su más clara esencia, se impone contra sus internos sean o no responsables, no confesos muchos de ellos, pero que a la postre se les asesina nomás por quítame estas pajas.
Nadie desfila, protesta, realiza plantones, en esos ejemplos.
Una nota inédita la dieron las últimas manifestaciones públicas de amigos o vecinos de los Tamayo en el Estado de México y otros tantos en Texas, para demandar la suspensión de dicha ejecución, a la que los gobiernos de aquella entidad yanqui, simplemente prestaron oídos sordos. La ley es la ley, diría el gobernador texano Rick Perry.
Veinte años no fueron suficientes para contener esta ejecución.
Sin embargo, tampoco nadie se ha preguntado a ciencia cierta qué ocurrió hace dos décadas en las calles de Huntsville y particularmente en un súper mercado, hasta donde arribó un joven policía norteamericano, al cual habían solicitado su auxilio, pues en su interior se encontraba un muchacho, armado con una pistola, amagando a una señora para que le entregara sus pertenencias personales y algunos dólares que cargaba en su bolso de mano.
Para el sabueso yanqui resultó más que fácil imponerse al singular asaltante mexicano, entonces de 26 años de edad, al cual el policía sometió y llevó tomado por la parte de atrás de su cinturón a un edificio de la autoridad judicial, ante la cual sería consignado Edgar Tamayo, pero sin prever el policía que el ladronzuelo, además, cargaba una minúscula pistola en sus pantorrillas, la que sacó intempestivamente e hizo accionar su gatillo, disparando dos balas que dieron en la cabeza del uniformado de la policía, el que también, allí inmediatamente habría de morir, con la exposición de masa encefálica.
Otros uniformados se lanzaron sobre la humanidad del mexicano asesino, desarmándolo finalmente y encerrándolo en las mazmorras de las que evidentemente jamás habría de salir.
El presunto criminal se olvidó de su gesta no tan heroica. Empero, para su mala suerte, el ataque lo cometió en una ciudad estadounidense en donde, como quiera, la ley se cumple y, por otro lado, allí también de siempre la pena capital constituye la sanción más alta que contempla su legislación penal. No gustó a muchos mexicanos la suerte de Edgar Tamayo, pero la ortodoxia obliga a presumir que no había otro camino, pues las negociaciones diplomáticas entre los gobiernos, el yanqui, el mexicano y los abogados de la defensa de Tamayo, lo habían agotado y no encontraron cómo echar la reversa.
Familiares y amigos del policía abatido, igual, demandaban el castigo más severo contra el mexicano Edgar Tamayo y nomás se les dio. Aunque es obvio que la violación a la Convención de Viena en la asignatura en cuestión, fue consumada flagrantemente.

* UN VERACRUZANO,
LIMPIÓ MORELIA

Los michoacanos y veracruzanos han tenido ligas muy estrechas al paso de los años que no se pueden negar. Allí están las faenas y los actos que de alguna forma en ambas entidades han suscrito algunas páginas que la historia como quiera ha podido recoger dejándolas como testimonio fehaciente.
Don Benito Coquet, hombre ilustre por su sapiencia y bondades culturales e intelectuales en los años posteriores al medio siglo del XX, también consiguió su inclusión en el listado de los gobiernos que vieron, y bien, por el enriquecimiento cultural e imagen de la entidad que vio nacer al general Lázaro Cárdenas del Río.
Esto a propósito de la época en que apareció el ambulantaje y que del DF se fue a la provincia azteca y lo padecieron crudamente numerosas entidades, dando al traste con la panorámica urbanística de muchas capitales de las entidades del interior de este México alucinado, deseando verse como el vecino coloso del norte.
Pues bien, el gobierno de Michoacán se decidiría por poner orden al comercio informal en las calles principales y su hermosísimo parque principal, de la capital del estado, Morelia.
Quién no la recuerda y que haya visitado dicha capital, repleta de ambulantes, mugre, basuras y vendedores de todo y llegados de todas partes del país.
Corrían los días en que aquí en Xalapa administraba los destinos de la ciudad como su alcalde, el empresario Manuel Fernández Ávila, a quien sus paisanos le pedían a gritos que limpiara el centro y particularmente la calle de Enríquez de ambulantes, poniendo manos a la obra los retiró y llevó al bazar que se construyó igualmente en aquellas fechas y desde entonces un centenar de vendedores ofertan sus productos, chácharas, ropa y otros en un espacio digno, limpio y que se localiza en el corazón de Xalapa.
Por cierto, la construcción se conserva como antaño y su piso de mármol «macheteado» sigue siendo objeto de reconocimientos por parte de locatarios y visitantes, que hasta allí llegan para hacer las compras de «recuerdos» o suvenires, les dicen, las gentes que forman parte de las buenas familias.
Ejemplo, que don Benito Coquet pondría en práctica, limpiando de basuras y ambulantes el corazón de la capital michoacana, haciendo de su parque principal y las calles y avenidas de entorno al corazón de Morelia, un lugar diferente, excelente para habitarse y funcional para los peatones y turistas, haciendo de su imagen igualmente un atractivo para los turistas que llegan del resto del país y el extranjero.
Un veracruzano, que nació en Coatepec, don Benito Coquet, filántropo tras de cubrir una exitosa carrera de académico, investigador y político, es el personaje que en su oportunidad ordenó el cambio de ambulantes a sus locales exprofeso construidos, los que ocupan hoy día y ofertan un rostro bellísimo, como es el actual en la ciudad de Morelia.

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