
La delincuencia está desatada en el sur del estado, pero en Minatitlán el terror se pinta en el rostro de sus doscientos mil habitantes todos los días.
Quienes definen así el estado de cosas que experimentan sus pobladores, arengan a no visitar dicha ciudad que, entre otras cosas, ningún atractivo oferta a sus turistas y a quienes pretendan invertir, porque no los hay.
De alguna manera, el sur del estado de Veracruz se asemeja a un territorio fuera de Veracruz, dice con cierto dejo de angustia y zozobra la señora Marucha López, quien advierte signos que evidencian una radical descomposición social en la ciudad.
Ciento por ciento petrolera, Minatitlán quizá enfrenta uno de los mayores déficits en lo que hace a escuelas sin ningún lleno completo en sus aulas.
Empero, la crisis se ha acentuado porque la secuela de ilícitos va desde los asaltos callejeros, asesinatos y secuestros, hasta los hechos que provocan la zozobra en la población.
Los vecinos de Mina, o una mayoría de éstos, se autodenominan tecos, es decir, que tienen la mitad de su sangre con orígenes en Oaxaca y la otra en Veracruz. Y, por otro lado, cabe la presunción de que a la ciudad han llegado extraños que nunca muchos de los residentes del lugar jamás siquiera habían visto.
Paralelamente a este fenómeno de creciente población, debe añadirse la cantidad pavorosa de pordioseros en sus calles y colonias.
Inclusive, el fraccionamiento residencial de los petroleros, que había permanecido ajeno a los sinsabores de la violencia, debido a que en aquél habita el mayor número de trabajadores y jefes de las instancias que dependen de Petróleos Mexicanos, ahora empieza a enfrentar los visos del asalto callejero y en casas habitación.
Por supuesto, que la alarma ha ido en aumento, sobre todo porque igual hay trabajadores cesantes de Pemex y que, a raíz de anunciarse la aprobación de la reforma energética, amén del arribo de numerosas personas extrañas para la ciudad y los pobladores de Minatitlán, les da pauta para atribuirles el crecimiento de los delitos también.
Inclusive, al filo de las 19:00 horas de todos los días, en apariencia se da el toque de queda, sin ser anunciado, porque difícilmente la gente camina por sus calles, o si lo hacen se debe a una estricta necesidad o emergencia.
En síntesis, lo que vive Minatitlán en estos días jamás antes lo habían experimentado sus habitantes, lo que mantiene con los cabellos erizados a las inmensas mayorías de avecindados en la petrolera ciudad de Minatitlán.
* Y EL PROBLEMA DE LA
BASURA, ¿HASTA CUÁNDO?
El problema de la basura en Xalapa es tan añejo como el tequila más anunciado a través de la imagen bonita de la también calificada como caja idiota.
El fenómeno que agobia a los habitantes de la ciudad, conlleva a enfrentar los retos de la contaminación, una salud pública desvencijada y la desatención a un sinnúmero de complicaciones que trae consigo la basura, como es la de tener Xalapa una ciudad mal orquestada y organizada de siempre.
El último camión recolector lo donó a título personal el periodista Rubén Pabello Acosta, quien ya descansa en el sueño eterno.
El parque vehicular del servicio de limpia pública, además de escaso, tiene tres décadas cuando menos que no sufre un sólo cambio.
Y bajo estas condiciones, la tarea de limpiar la ciudad de porquerías se complica de manera amplia y grotesca; el relleno sanitario construido sobre terrenos de la congregación de Chiltoyac, para un periodo de vida buena de 20 años, prácticamente está rebasado y apenas van diez años de los presupuestados antes.
Cada trienio el problema agobia a los xalapeños con mayor persistencia.
De siempre se anuncia que el conflicto es mayúsculo, que le hace falta cincuenta y ahora 75 camiones para poder satisfacer la exigencia material más consistente entre los agentes contaminantes de la ciudad. Empero, la alternativa de solución, que se vea materializada en la práctica, sigue sin llegar.
Empero, lo que a nadie escapa es que este fenómeno requiere o urge de una solución emergente ya.
La ciudad amanece todos los días con montoneras de basuras, mismas que pueden permanecer tres, cuatro o más días en espera del camión recolector.
La ciudadanía, sin conciencia alguna, lisa y llanamente, es poco afecta a respetar horarios y rutas de un servicio que, por otro lado, incumple precisamente con sus leyendas en el sentido de que nadie saque sus basuras de sus casas en tanto no se anuncie el paso del camión recolector, previa la campana de que se acompaña por sus chalanes y ayudantes de sus conductores.
Ricardo Ahued, David Velasco y Elizabeth Morales, para sólo citar a tres ex alcaldes, habrían buscado la privatización de la limpia pública y por ende la recolección de basuras. No pudieron o soslayaron el problema, porque éste allí sigue, como espejo en el que se ve la ciudad todos los días, de allí la constante censura de propios y visitantes, en el sentido de que no hay para cuándo se imponga el ingenio, la creatividad y el talento para decir adiós al feo espectáculo que dan nuestras calles con toneladas de basuras por doquier.
* BILLETES FALSOS HASTA
EN CAJEROS BANCARIOS
La experiencia sufrida por la señora Esperanza Reyes Aguillón, cualquiera en este país la puede enfrentar, y de qué manera, con una sentencia de cinco años de prisión cuando menos, y si su juzgador la ve o siente que es peligrosa o peligroso, lo mandan a las Islas Marías.
La suerte de la mujer que fue a comprar útiles escolares de sus hijos y que pagó con un billete falso de cien pesos, que alguien le habría dado sin siquiera ella sospecharlo, tuvo que pagar una culpa sin sustento, ni razón que la justificara, ni jurídica ni legal, menos humanamente.
El caso ha sido del dominio público dentro y fuera del país, y no se habla de otra situación que de la injusticia sufrida por la mujer de San Luis Potosí y la grotesca decisión asumida por un juez de hierro, sobre todo contra una mujer humilde.
Pero también, una y otra vez, se preguntan numerosos mexicanos qué hacer si el billete lo expide un cajero del banco, el cajero lo aborta, o simplemente en el establecimiento gasolinero o la tiendita de la esquina, le dan como «vuelto» un billete de cien pesos falso…. Los bancos callan y nadie más sugiere, aclara o precisa algo, para enfrentar y salvar el escollo.
La nota con que se ilustra la felonía cometida con la señora Reyes Aguillón, puede volver a cometerse y de qué forma.
Ahora se sabe que hay otros tantos hombres y mujeres que han sido víctimas de una canallada como la mencionada antes, a la cual nadie quiere enfrentar e imponerle el remedio, menos confiar en que haya gente de mejor voluntad, que no se muestre sorprendida y permita que el inocente que paga con un billete falso, lo recoja a cambio tras exhibir su falta de solidez como dinero bueno, y en su lugar cubra su adeudo o compra con moneda verdadera.
Sin duda, hay cientos de miles de pesos circulando falsos en el escenario de las operaciones mercantiles, que quienes los ostentan difícilmente pueden dirimir si son billetes verdaderos o falsos. Qué hacer, para evitarse la cárcel y a un juez implacable en esos casos, y que en su lugar acceda, como debiera, a investigar primero y percatarse que no todos son ladrones ni nada semejante.
Porque mexicanas y mexicanos como la señora Reyes Aguillón, son también cientos de miles en un país marcado precisamente por las injusticias, la ausencia de veracidad entre lo que dice y hace, amén de sortear cotidianamente los pormenores de una justicia que se niega a los débiles, porque se ensaña en su contra, cuando debe imponer ejemplos al resto, entre ellos los poderosos, contra los cuales sus fauces no llegan fácilmente.

