Por María Elvira Santamaría Hernández
Cuando Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de la república, señaló diez grandes ejes que regirían su administración. Uno de esos ejes fue, el alcanzar déficit cero en el primer año de su gobierno.
El logro de tal propósito, que en principio sonó positivo, puesto que redundaría en mantener un bajo nivel de deuda y un manejo de los recursos apegado al presupuesto, adquirió forma de la peor manera.
Contrajo el gasto público y con ello, frenó grandes sectores de la actividad económica del país.
Luis Videgaray, Secretario de Hacienda, bordó sonoros discursos que le dieron bonos políticos y reconocimientos extranjeros por la reforma financiera, pero que no trajeron buenos resultados económicos y al cabo de seis meses, ya tenía a los sectores de la construcción y de la vivienda prácticamente paralizados y reclamando el ejercicio del presupuesto.
El famoso déficit cero, la meta de Peña Nieto, se transmutó al crecimiento y vimos un 2013 en el que sólo mejoraron industriales y contratistas ligados a las élites del poder, pero el resto de la población se estancó y el costo de la vida subió.
A unos cuatro meses de iniciado el gobierno, el gobernador del Banco de México Agustín Carstens le advirtió al presidente que no se estaban tomando en Hacienda, las decisiones más acertadas.
Para fines de año Luis Videgaray buscó recomponer el panorama financiero y comenzó a soltar los recursos, insistiendo en que no había subejercicio.
Y sí, comenzaron a fluir las partidas, con tan mala suerte que vinieron los desastres en Guerrero y otras partes del país, forzando supuestamente a redirigir los dineros, que por cierto, gran parte aún no le llega al estado sureño, donde esencialmente se dedicaron a rehabilitar la autopista del Sol.
Hace unos días, Agustín Carstens se reunió con la bancada del PAN y allí lanzó lo que puede entenderse como una segunda alerta sobre la situación económica del país.
El diagnóstico del director de Banxico confirma que hay caídas en: recaudación, inversión pública y vivienda, así como desaceleración del gasto.
El gobierno federal contuvo el crecimiento para mantener controlado el gasto. Desaceleró la máquina y ahora le está costando o mejor dicho, les está costando mucho a todos los mexicanos volverla un ritmo de crecimiento.
Hasta Pronto
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