El Reporte del Cóndor: Carlos Salinas irrumpe contra Peña Nieto + El lamentable caso de Gregorio Jiménez desató la caja de Pandora contra Duarte


Por Rodolfo Calderón Vivar

Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
por Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

La reaparición de Carlos Salinas, a través de una entrevista periodística publicada en el periódico EL UNIVERSAL, es una grave señal de que el principal líder neoliberal del país quiere entrar a la palestra nacional contra  el presidente Enrique Peña Nieto, haciéndole sombra, en estos  momentos cruciales que vive el país con los cambios peñistas..  Su irrupción no es gratuita. Tampoco producto  de una idea surgida en la redacción del periódico EL UNIVERSAL. Pretende erigirse en el gran reformador de este país, evocandose así como el inspirador de las reformas que hoy emprende el presidente de la república, a pesar de la pesada carga de los salinistas en el entramado político nacional.

Esta aparición del ex presidente viene a corroborar que como parte de la ruptura entre el salinismo y el peñismo, salió de la Secretaría de Energía un notable miembro del equipo politico de Salinas, Francisco Rojas, defenestrado incluso públicamente como inepto, más o menos, o indolente en su gestión al frente de dicha Secretaría, al no impulsar la actual reforma energética. Tales epitetos hace mucho no se acostumbraban filtrar desde los equipos de comunicación de un gobierno federal.

Salinas, reconocido mundialmente como el principal sospechoso  en la organización del magnicidio contra Luis Donaldo Colosio, tal y como lo han manejado incluso empresas internacionales como DIscovery Chanel en su documental intitulado: «Colosio: Crimen Político», parece dar hoy un giro a su misterioso andar en los últimos meses, sin  asomar la cabeza, para mostrarse como la figura central de los grandes cambios que vive el país, tan solo porque, efectivamente, su grupo, vaticinado por la voz de su  hermano Raúl Salinas, habría de extender su poder veinte años más. Y así fue, asesorando a los gobiernos panistas de Fox y Felipe Calderón. Solo que ahora ya se topó con alguna pared en su relación con Peña Nieto

Si, como dice Camacho en su respuesta al ninguneo de Salinas contra su persona, todo es producto de la soberbia del nativo de Agualeguas, entonces si, Carlos Salinas de Gortari, en un acto de megalomanía, quiere hacer valer esa frase que manejó en una entrevista para el FInancial Times, publicada el 22 de noviembre de 2008, donde se apuntaba que “Salinas ve en Peña Nieto la misma vitalidad que él tenía cuando construyó su camino a la presidencia, dos décadas atrás”.

Obviamente que no hay comparación entre la forma como construyen ambos su camino a la presidencia. Salinas surge como candidato desde la alta burocracia tecnócrata del gobierno de Miguel de la Madrid, por imposición de éste y ante la oposición de un grupo de notables priistas, , encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, que  lo consideraron un candidato excluyente de la línea revolucionaria tradicional. Oposición que llegó al abandono de las filas priistas por parte del grupo de militatantes tricolores, por ellos encabezados. Lo demás es historia. Todo mundo sabe que Carlos Salinas de Gortari no ganó en las urnas, sino gracias a  la imposición  desde el gobierno de De la Madrid, y la negociación soterrada de quien ahora desprecia: Manuel Camacho Solís. En ese sentido, don Carlos es un malagradecido. Camacho le recuerda el año de esas negociaciones, en su entrevista de respuesta contra el expresidente.

Peña Nieto, por el contrario, vino construyendo su camino desde la los puestos de elección popular, el último como gobernador de su estado, y tuvo que ganar en las urnas y por mayoría, enmedio de una severa presión de la izquierda recalcitrante de Andrés Manuel López Obrador, dirigente ubicada en el caudillismo político nacional, cuyos efectos aún persisten en acciones de resistencia extremista de grupos minoritarios ligados   al movimiento magisterial.

Sobre Carlos Salinas de Gortari ya el propio Peña Nieto expresó cuál es el tipo de relación que guarda con él, en entrevista que sostuvo con Carlos Loret de Mola y que transcribimos:

“-¿Está detrás de usted Carlos Salinas?

“-No lo está, Carlos. A ver, en esto, he sido muy enfático: no lo está ni es mi asesor ni colabora con tu servidor. Insisto, la única relación, es una relación de respeto y cordial, tal como la tengo con todos los ex presidentes de México y que la procuro”.

Con la salida de Francisco Rojas y el tratamiento burbuja que le aplican los peñistas a Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, en el manejo de la política legislativa, se pueden percibir indicios de que la mano de Salinas de Gortari no puede meterse a fondo en el gobierno del  mexiquense.  De ahi se puede inferir el por que el yucateco, Gamboa Patrón se sume al golpeteo  del grupo Hidalgo (Osorio Chong y Murillo Karam) contra el grupo mexiquense, en la persona de Alfredo Castillo, alto comisionado enviado para resolver el grave conflicto michoacano, tras el fracaso del Secretario de Gobernación para controlarlo. Las fotos comprometedoras de Alfredo Castillo, reunido con un líder templario, no son más que polvos del lodo que pretender enderezar contra la decisión presidencial, los que ahora pretender formar un bloque político por aparte del comandado por Peña Nieto.

¿Querrá Carlos Salinas de Gortari ser   la  solución o el conflicto en ese mar de golpeteos de la política nacional?

El lamentable caso de Gregorio Jiménez desató la caja de Pandora contra Javier Duarte

Efectivamente, triste el desenlace del secuestro de Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de la nota roja del diario Notisur El Liberal del Sur.  en el Estado de Veracruz, Más aún porque se trata de miembro de un gremio cada vez más golpeado y ninguneado en casi todos los estados de la república mexicana: el periodístico.

Sin embargo, el suceso sirvió para evidenciar cuando menos dos aspectos:

Primero:- No hay asesores confiables para situaciones de crisis en el gobierno de Javier Duarte.

Todo se manejó como una comedia de equivocaciones, o más bien, tragedia de equivocaciones.

Así debe considerarse la acción de enviar a altos funcionarios a dar una rueda de prensa en el momento más álgido del secuestro del malogrado reportero. No correspondía a toda esa pléyade de funcionarios, incluida la vocera y el procurador de Justicia, el aparecer en ese momento, sino quizás a la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas de Veracruz, en una primera acción de asumir el ponerse al lado de los periodistas veracruzanos. Quizás hubiera sido el momento en que Jorge Morales, integrante de dicha comisión, le diera un cariz de credibilidad, con su postura crítica, a dicha comisión.

La otras dos equivocaciones, por no hablar de más, fueron el que la Coordinadora de Comunicación Social tuviera una entrevista con reporteros de la zona, ofreciendo entre otras cosas, un call center para atender cualquier problema que tuvieran en el futuro. No venía al caso. Como tampoco el trasladar a la familia de Gregorio Jiménez de la Cruz para entrevistase con el gobernador del estado, en una sesión donde aun nos negamos a creerlo, se les ofreció una nueva casa. En todo momento el contacto debía haber sido a través de la mencionada comisión que solo apareció, finalmente -hágame favor- para dar su más sentido pésame por el asesinato del reportero.

Segundo.-  La caja de Pandora se desató en contra de Duarte como fuego amigo

Si uno revisa las principales columnas periodísticas y analiza indicadores de contenido importante     en la agenda pública de comunicación estatal, se puede uno percatar que más allá de la prevista reacción negativa de periodistas y columnistas contra el secuestro de Gregorio Jiménez, está la aparición de sucesores al gobierno de Duarte, por si algo pudiera ocurrir, en las personas de Erik Lagos Martínez, su secretario de gobierno y el más cuidado de los integrantes de su gabinete en cuanto a golpeteo mediático, y José Yunes Zorrilla, quienes fueron manejados en filtraciones como hábiles políticos conciliadores , por supuestos méritos mostradas en  reuniones clericales  o porque en el futuro no lejano habrá ajustes electorales a su favor e influencia desde Secretarías de Estado.

Pero la guerra sigue, ahora contra la figura de Gina Domínguez Colío y Arturo Bermúdez Zurita, quienes sin duda no son de muy agradable trato para muchos que  han tenido que relacionar con ellos, pero que en realidad, como ya los mencionamos en un anterior envío, tienen a su favor una cualidad esencial: son realmente duartistas y en ello ponen todo su empeño, aunque a veces las cosas se les salgan de control.

En esta crisis lo que se vió es la carencia de estrategias de comunicación en situaciones de crisis pero de ninguna manera una acto de irresponsabilidad de los funcionarios mencionados, como se ha tratado de manejar en algunos medios. No corresponde a ellos decidir esas estrategias sino al equipo de asesores del gobernador, algunos muy bien pagados por cierto, como es el caso de Rubén Aguilar, si es que está confirmada su contratación por el gobierno de Duarte. Ni que decir Enrique Jackson o Carlos Brito, que es incluso de la región donde falleció Gregorio Jiménez de la Cruz.

Los dos puestos clave del gobierno, Seguridad y Comunicación, están en entredicho pero aún es momento de redefinir estrategias en sus ámbitos de operación para salvar la situación.  El riesgo del cambio, o del sacrificio a los dioses, es quitar a dos figuras leales al gobernador para colocar ahí a nuevos funcionarios con otros lealtades, sobretodo relacionadas con el pasado que no acaba de irse. Además, en el caso de la Seguridad Pública, los factores que inciden en Veracruz tienen ligas nacionales.

En todo caso hay que fortalecer más el equipo de asesores relacionados con esas áreas, porque las equivocaciones cuestan y mucho, a la hora de pasar revista allá en Los Pinos, en donde lo menos que quieren es que Veracruz pase de Guatemala a Guatepeor.

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