60 Segundos: PROCURACIÓN DE JUSTICIA, SIN CAMBIOS


Por Raúl González Riveraamadeo_duarte
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Lo que cambia es el nombre del personaje que asume la titularidad de la procuraduría general de justicia.

Hace ya varios años que la PGJ cambia de titular, pero no sus métodos de investigación, averiguaciones previas y mucho menos de actitudes en los responsables de las agencias del ministerio público.
La dependencia ha contado con procuradores de todos colores y sabores. Malosos oficialmente, fríos, blandos, políticos, los ha habido con dotes y características hamponiles y experimentados.
Toca Cangas, en el régimen de Fernando López Arias, fue calificado como el «fiscal de hierro». El licenciado Othoniel Rodríguez Bazarte, el maestro, duro, pero inteligente.
El más joven en su momento, Francisco Portilla Bonilla, con Rafael Hernández Ochoa.
Quizá cuando asumió Felipe Amadeo Flores Espinosa la sociedad civil tuvo un respiro, un rasgo de confianza para quien había ya sido todo en el aparato gubernamental del estado de Veracruz. Secretario de gobierno, director de seguridad pública, diputado federal, notario público y cerraría dicho ciclo con su unción en la procuraduría general de justicia.
Empero, las cuestiones que atiende el ministerio público siguen arrastrando rezagos espantosos. Sus cubículos de trabajo en la pesquisa y la indagatoria continúan haciéndose cargo, pero utilizando los viejos métodos de la Santa Inquisición, lo que al país entero tiene en la mira de las organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos, sobre todo.
El MP, por razones de origen, es la institución que deberá actuar de buena fe en aras de procurar la justicia y como tal ha operado a medias.
No es cuestión de procuradores, sino que el aparato u órgano todo está contaminado por la cauda de vicios, fallas, todas de orden humano, lo que enturbia o favorece el trabajo de los procuradores, que cuando toman el hilo de los asuntos de rigor, tienen que irse porque sus cabezas rodaron irremediablemente ante el embate de la delincuencia que rebasa sus potencialidades de instancia salvaguarda de la seguridad pública.
Sin embargo, hay que airear las instituciones, es bueno que ocurra, y si el cambio en la PGJ va a ser para bien de la sociedad que está ansiosa porque la paz social vuelva a sus terruños, bienvenido sea. No hacerlo, irremediablemente que lo hará saber la conciencia social, como ha solido ser en los dos últimos decenios en que ha habido procuradores de todo, hasta los que nadie ha querido. Esperemos.

* RELEVO DE TIENDAS,
HACEN UN RANCHOTE

Para el común, una de las calles de Xalapa, como es Doctor Lucio, todo pareciera ocurrir como en una postal, en la que su inamovilidad es su signo y que el amontonamiento de caminantes y clientelas de sus establecimientos comerciales de hoy día, lo son todo, siendo que en un pasado los fundadores del comercio estaban perfectamente identificados por sus apellidos solemnes que se dieron en algunos casos.
En la arteria en mención radicaron algunos de los viejos intelectuales veracruzanos y mexicanos del siglo XIX, es decir, cuando la arteria en cuestión, con las mismas dimensiones y longitud actuales, estaba revestida de piedras negras y azules.
Entonces por dicha rúa bajaban las mulas y carretas tiradas por caballos y mulas, procedentes de los municipios aledaños a Xalapa, como eran Banderilla, Alto Lucero y Naolinco de Victoria. Los automóviles de motor rodaron dicha calle hacia los años 30 del siglo XX y en la misma vivieron la mayoría de funcionarios públicos del gobierno del estado, de los primeros 50 años del mismo siglo.
Antes de convertirse en zona de comerciantes establecidos y ambulantes, dos personajes de la vida pública estatal, que tuvieron sus residencias en la calle Dr. Lucio, fueron don Mario G. Rebolledo, presidente de la Corte, y Rómulo Campillo Reynaud, secretario de gobierno con el gobernador Fernando López Arias. El primero, en donde hoy es el hotel Margaritas y el segundo en el local que ocupa la zapatería Canadá.
En donde hoy operan negocios chicos y medianos, alguna vez realizaron sus actividades comerciales los negocios que hicieron historia en la ciudad entre los primeros setenta años del siglo que se fue y otros locales que alcanzaron el centenario, los cuales gozaron de prestigio, habida cuenta de que se trataba de establecimientos reconocidos por la calidad de los artículos y productos que expendían.
Se fueron para no reabrir, porque les ganaron sus clientelas los súper mercados y después las tiendas departamentales, las casas de ropa para damas y caballeros El Famoso 17, Novedades Martínez, Casa Besil, Casa Selem, Telas de México, Deportes Güicho, que ofrecía prendas para los deportistas, tiendas de abarrotes de importaciones como fue La Castellana, en el lugar que hoy ocupa el súper Chedraui, y Forzán de telas.
Firmas que vendían calzado, Canadá, Destroyer, Lajud de medias y La América, papelería que acaba de cerrar sus puertas. De ese pasado que se fue, igual Chiles xalapeños, la empacadora que ganó fama mundial, sobre todo porque aquí en Xalapa nunca se ha cultivado el chile que allí ofertaba la familia Jiménez.
El café y nevería Los Arcos, donde hoy despacha una farmacia, adonde concurrían sobre todo los alumnos de la preparatoria Juárez y el Instituto Clavijero, para escuchar en sus enormes rocolas de colores chillantes, con discos de moda, los intérpretes del rock los Beatles y el grueso de cantantes mexicanos como César Costa, Enrique Guzmán, Alberto Vázquez, Mayté Gaos, Los Rebeldes del Rock, Angélica María, Johnny Laboriel, y aquí iniciaban los Joao de Armando y Filemón Arcos, entre otros.
Los dos sitios de automóviles de alquiler, del sitio Dr. Lucio y el sitio México, en alusión seguramente al viejo hotel que lleva el mismo nombre y el bar de la misma firma empresarial.
Entonces la plancha que ocupa la plaza Lerdo era un parquecito en semicírculo, de cara al edificio Xalapa, bancas de cemento y fierro colado, arbolitos daban la sombra a sus betuneros, que allí lustraban el calzado a los gobernadores Marco Antonio Muñoz T., Antonio M. Quirasco, Rafael Murillo Vidal, Fernando Gutiérrez Barrios y Agustín Acosta Lagunes, de los más vistos por los «boleros» y asiduos a ese lugar de recreo más familiar que hoy día.
El acceso por la calle Doctor Lucio al pasaje Tanos, histórico, durante la corretiza que emprendieron granaderos contra estudiantes en sus interiores, quienes abarrotaron el corazón de Xalapa para condenar públicamente la matanza de Tlatelolco de 1968.

* DANIEL COSSÍO Y EL
ESTILO DE GOBERNAR

Cuando don Adolfo Ruiz Cortines dirigió a este país, su modus operandi, a la hora de designar -porque así era-, candidatos a diputados federales y senadores de la república, recibía en palacio nacional a todos cuantos aspiraban a dichos encargos públicos, a los que rendía una sonrisa, un abrazo, y les entregaba un sobre con la aprobación o no, a su pretensión, pero los aspirantes no debían abrirlo sino hasta llegar a tierras veracruzanas y entregar la misiva al gobernador de turno o, en otros ejemplos, a quien fuera líder estatal del partido tricolor.
Otros mandatarios nacionales «palomeaban» los nombres de sus candidatos favoritos de entre el largo listado que le hacían llegar desde las oficinas centrales del ex partidazo. Así funcionó el sistema y en esas condiciones pudo durar 71 años de manera ininterrumpida.
José López Portillo y Luis Echeverría se hicieron famosos por el palomeo de candidatos. Por quien inclinaran su dedo era, por caso, alcalde del puerto de Veracruz. Esta era una designación que venía directamente desde Los Pinos, a lo que el genial escritor Daniel Cossío Villegas definía como estilo de gobernar.
No había gobernador que no saliera de la manga de camisa del presidente de la república en turno.
A Rafael Hernández Ochoa nadie conocía en Veracruz, salvo que había nacido en el rancho de Santa Gertrudis, en el municipio de Vega de Alatorre, así que el llamado a cubrir dicha vacante en ese sexenio, sin duda sería el senador Arturo Llorente González, ex alcalde del puerto de Veracruz, ex rector de la Universidad Veracruzana, ex diputado federal y un político fuera de serie, con un carisma sin par, como pocos en esas ligas.
Pero no ocurrió el milagro. Rafael Hernández Ochoa vino a Veracruz, ilustre desconocido de siempre, pero era nada menos que el compadre del presidente LEA y al día siguiente, abanderado por el ex partidazo, se convirtió en el hombre más sencillo, amable y cercano a la gente.
Este ejercicio se da también en las entidades del interior del país, por parte de los gobernadores. La ventaneada en los balcones de palacio de gobierno ha sido una práctica seguida cuando menos por tres ex gobernadores estatales, así que cuando el gobernador de turno Javier Duarte, salió al balcón acompañado del abogado cordobés Luis Ángel Bravo Contreras, los veracruzanos, que son bastante acuciosos, lo encontraron como el aspirante firme a la procuraduría general de justicia, en lugar del abogado Felipe Amadeo Flores Espinosa.
El estilo de gobernar de quienes ejercen el poder público, en alguna de las esferas importantes en este país. Los enroques y los pagos de cuotas políticas han sido costumbre antigua, seguida en las trincheras del partido que fundó en este país don Plutarco Elías Calles. Pero todo ello, obedece al estilo de gobernar.

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