¿Debe desaparecer la Comisión de Periodistas?


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Lamentablemente el ejercicio abusivo y discrecional de los fondos del erario público, los excesos –ergo, el pago de salarios a directivos y la secretaría Ejecutiva-, la abulia de muchos de los integrantes del organismo a los que el legislador depositó su confianza, la improvisación y deficiencias en la atención de casos, han contribuido también a debilitar sus capacidades y potencialidades, a restarle crédito y confianza.

Por Jorge Moralesceapp

Por Jorge Morales, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Jorge Morales, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana y miembro de la Comisión Estatal de Atención y Protección de los Periodistas en Veracruz

Escribo este artículo porque en días y horas recientes he leído y escuchado planteamientos insistentes de periodistas, legisladores, sobre la conveniencia de desaparecer al organismo creado apenas en diciembre de 2012, antes y especialmente luego de la crisis generada por la desaparición y muerte de mi colega, Gregorio Jiménez de la Cruz.

“¿Para qué sirve?”, es la pregunta.

El más reciente motivo fueron las enigmáticas palabras de la ex coordinadora de Comunicación Social del gobierno de Veracruz, Gina Domínguez Colío, pidiendo a las y los periodistas –sonó a ruego ominoso -, a darle un voto de confianza a la incipiente Comisión Estatal de Atención y Protección de los Periodistas de Veracruz (CEAPP) en medio de una crisis de credibilidad.

Son varios los amigos que en la calle me han preguntado, con curiosidad, si la Comisión está a punto de desaparecer. ¿Qué significan las palabras de Gina Domínguez?. No lo sé y espero que no sea así, por lo pronto.

Desde mi inicio como comisionado he hablado de la contradictoria existencia de una institución que pretende realizar una función paliativa y subsidiaria, ante las omisiones del Estado a sus funciones primarias de garantizar el ejercicio de derechos humanos plenos.

Mantener permanentemente en el tiempo a una institución así, no sólo sería una sangría del erario público –bien o mal utilizado, distraído de otras prioridades-, sino naturalizar viciosamente ese estado de cosas, las mismas omisiones del Estado, en materia de justicia y combate a la criminalidad, lo que degeneraría en una distorsión y aberración dentro del aparato institucional-constitucional.

Por eso creo que la existencia de la Comisión debe ser temporal, transitoria, en la idea de que el gobierno está obligado –y uno supone optimistamente que va en la ruta- de restablecer las condiciones mínimas de legalidad y de vigencia del Estado de Derecho al que está constreñido por constitucionalidad.

Si no fuere así, entonces derivaríamos que las/os periodistas y la sociedad está condenada a un Estado disfuncional y por ende, susceptible al colapso. Toco madera porque no.

Dejando a un lado este debate, reconozco que la institución enfrenta una crisis de credibilidad y legitimidad.

En honor a la verdad, debo decir que a veces injustamente, si me atengo al hecho concreto de que ha sido útil en la atención de diversas demandas de periodistas relacionadas con el tema de la seguridad, el apoyo legal y cuando es necesario, también material o económico. Lo mismo en la construcción de una agenda de profesionalización y definición de líneas de acción para futuras reformas legislativas que abonen en la construcción de nuevas condiciones para el periodismo, las empresas periodísticas y la situación laboral de las/os periodistas.

Lamentablemente el ejercicio abusivo y discrecional de los fondos del erario público, los excesos –ergo, el pago de salarios a directivos y la secretaría Ejecutiva-, la abulia de muchos de los integrantes del organismo a los que el legislador depositó su confianza, la improvisación y deficiencias en la atención de casos, han contribuido también a debilitar sus capacidades y potencialidades, a restarle crédito y confianza.

¿Podrá el organismo remontar esta circunstancia? Un voto de confianza ¿para qué? ¿hasta cuándo? No lo sé. Desgraciadamente, una idea brillante, porque estoy convencido que lo es, como se lo reconocí hace poco a la misma Gina Domínguez, impulsora de la institución, enfrenta este dilema por las fallas humanas, no por su diseño legal e institucional, ni su medianamente buena intención. Sólo el tiempo lo dirá. Por lo pronto, sólo queda seguir luchando y soñando por los ideales de libertad y de democracia, dentro las instituciones o en el ámbito civil. El camino nunca ha sido fácil. De eso ya estamos curados de espanto.

Publicado en: http://apuntesycronicas.wordpress.com/2014/02/22/debe-desaparecer-la-comision-de-periodistas/

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