En Pocas Palabras: Bizcochos


Por Maria Elvira Santamaría Hernándezpanaderias1

 

Por María Elvira Santamaría Hernández, egresada de la Facultad de Ciencias y Tècnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por María Elvira Santamaría Hernández, egresada de la Facultad de Ciencias y Tècnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

Por las calles donde crecimos los que rebasamos –ampliamente-, los 50 años, era común escuchar el pregón del panadero con su canasto sobre la cabeza. También lo era el ir diario a pie, a la panadería más cercana a comprar los bolillos, las conchas, los cuernos y los caprichos.

Pan dulce y salado a precios accesibles. Casi siempre, todo el mundo, podía comprarse una o varias piezas. Habiendo también, desde luego, repostería fina, con influencia francesa y española.

Las panaderías, de antes y las todavía existentes, han impregnado los barrios de ricos olores y son los típicos establecimientos amigables que acercan a los vecinos.
Pero las cosas han evolucionado y también el pan.

Ahora consumimos grandes cantidades de productos empaquetados, tomados de anaqueles, en cuya compra, ya no media la conversación ni el aroma a recién horneado.

Este año, el acompañante favorito del café recibió una carga fiscal. El Congreso consideró que era justo que se pagara impuesto por comer pan y aprobó el arancel. ¿Qué ha sucedido en estos primeros dos meses del año?

Pues, según los fabricantes, la industria panificadora del país ya está analizando la interposición de amparos contra el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS), pues asegura que por su aplicación las ventas se han desplomado 15 por ciento.

“La biscochería ha tenido una caída alarmante”, dijo Erick Navarrete, quien preside la Cámara que aglutina a estos industriales del ramo panadero.

Dice que la gente de menores recursos es la que ha tenido que renunciar a la compra de pan y que peligran empleos de panaderos.

También atribuye a este impuesto la proliferación del comercio informal.

No se duda que el gravamen del 8 por ciento ha pegado a las panificadoras. Seguramente muchas panaderías pequeñas de la ciudad están sufriendo una disminución en sus ventas y batallando para mantener su plantilla de trabajadores.

La que no se ve afectada, quizá por su gran capacidad para tener presencia en todas las tiendas y estanquillos y porque le basta reducir cada vez el tamaño y peso de sus productos, es la Bimbo y sus afiliadas.

De nuevo, mientras los precios suben, los salarios siguen estancados y los mexicanos reducen su capacidad de compra.

Ya ni siquiera le queda a la población el consolarse con la vieja conseja de que: las penas con pan son menos.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.