
Por María Elvira Santamaría Hernández

En la columna Serpientes y Escaleras, que firma Salvador García Soto y que publicó ayer miércoles Diario del Istmo, se plantea una explicación muy interesante de lo que está ocurriendo en el caso de Oceanografía.
García soto señala que “hay como trasfondo, enormes intereses que tienen que ver con el millonario negocio y el volumen de contratos que mueve Petróleos Mexicanos.”
Salvador García sostiene que “casi podría decirse que con el desmoronamiento de Oceanografía, empresa que posee la mayor flota de barcos petroleros y uno de los contratistas más grandes de Pemex, se está buscando repartir todos los contratos que acapara la compañía, a nuevos jugadores que el gobierno de Peña Nieto quiere meter a la industria del petróleo”.
El autor de Serpientes y Escaleras nos proporciona más pistas. Dice que “el nombre de una poderosa televisora, muy cercana a la actual administración, aparece como uno de los que resultarían favorecidos con el cambio de jugadores en pemex y el escándalo de oceanografía, sólo que jamás aparecerán en las nuevas empresas ni el nombre de la televisora ni el de su millonario dueño”.
Sería a través de prestanombres y sociedades en las que no figuren los auténticos dueños, a los que, de esta manera, se les resarcirá de las afectaciones en telecomunicaciones sufridas por las nuevas reglas de preponderancia dictadas por la Ifetel.
Pero en Petróleos Mexicanos no sólo Oceanografía ha servido para hacer grandes negocios, enormes fraudes y enriquecer a funcionarios corruptos. Hay nombres de ex directivos de Ppemex y ahora legisladores, como el de Juan Bueno Torio, que están siendo vinculados a millonarias irregularidades en la paraestatal.
Juan Bueno, quien es actual diputado federal, funge como Secretario de la Comisión de Energía y participa -fíjese usted-, en la elaboración de la legislación secundaria de la reforma energética, lo que ha dado lugar a la broma de que el Congreso “puso la Iglesia en manos de Lutero”.
El se ha deslindado del caso de Oceanografía y las implicaciones las tribuye a golpeteo político, porque aspira abiertamente a la candidatura del PAN para ser gobernador Veracruz.
Sin embargo, las sospechas se ciernen sobre el cordobés, quien entró a Acción Nacional como “Amigo de Fox” y después se acomodó mejor en el poder, que los más recalcitrantes panistas del país.
Juan Bueno Torio ha sido señalado de haber adjudicado contratos millonarios a empresas del área de remediación, mientras fue director de Pemex Refinación; también le atribuyen la utilización de prestanombres para obtener millonarios créditos y contratos en Pemex; por lo que es cada vez más fuerte la insistencia de que se investiguen sus nexos con ciertas empresas contratistas, pese a contar con fuero constitucional.
El director de Pemex, Emilio Lozoya, quien por cierto, estará hoy en la región para asistir a un foro de proveedores, no puede ignorar el juego y rejuego de los prestanombres en la paraestatal que no se limitan a una empresa.
Tampoco puede desconocer la cómplice flexibilidad de sus funcionarios en el manejo de documentación y en la asignación de contratos
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En el caso de Oceanografía, hay ahora además un cuestionable rescate financiero por parte del SAT, al haber pagado salarios de los trabajadores de esa inmensa compañía, lo cual no se hizo, por ejemplo, con Mexicana de Aviación, cuando otro particular, Gastón Azcárraga dejó sin paga de sueldos a pilotos, azafatas y tabajadores de tierra de la compañía.
Definitivamente el auge de la falsificación de facturas y de los prestanombres no terminará, si la investigación que se sigue en el caso de Oceanografía, es sólo, como vislumbra el articulista Salvador García Soto, cuestión de “cambio de jugadores”.
Hasta pronto.
