Por María Guadalupe Rico Martínez

Caminar entre pasillos de los supermercados es penetrar en un mundo sin fin. Nada fácil resolver por el producto a adquirir. Tratar de tomar del anaquel lo que deseamos es una decisión de suspenso, infinidad de artículos, colores y sabores presentados ante nuestros ojos. Antaño, una oferta sencilla, no había mucho de dónde elegir.
Cerca de 60 expertos internacionales elaboraron el Informe Comercio y Medio Ambiente de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) “Despierta antes de que sea demasiado tarde” que advierte que la agricultura orgánica y a pequeña escala es la única forma saludable para alimentar al mundo.
La agricultura orgánica utiliza al máximo los recursos de la parcela, dándole énfasis a la fertilidad del suelo y la actividad biológica, al mismo tiempo minimiza el uso de los recursos no renovables, absteniéndose de fertilizantes y plaguicidas sintéticos.
En México, los principales estados productores de orgánicos son Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Chihuahua y Guerrero. El país cultiva más de 45 productos orgánicos, de los cuales primero es el café, luego el maíz azul y blanco, tercer lugar el ajonjolí.
Hay dos tipos de daños ambientales irreparables que ya han sido causados por la agricultura: la contaminación del suelo y el agua por el nitrógeno y, la pérdida de biodiversidad; el uso de fertilizantes en el mundo multiplicó por ocho en los últimos 40 años aún cuando en ese período la producción mundial de cereales solo haya duplicado; los gases de efecto invernadero emitidos por la agricultura son la mayor fuente del calentamiento mundial en el Sur. Digno de reflexionar sobre nuestra forma de seguir alimentándonos.
COLOSIO: “Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla» hoy Luis Donaldo, vigente a través de sus palabras pronunciadas hace 20 años.
