Por Luiz Velázquez Rivera


•Publican en el periódico las fotos de tres secuestrados
•La única forma de que los padres sean escuchados es protestando en el DF y la prensa defeña
Miras el periódico y te detienes, en seco. El terror que se vive y padece en tres anuncios, seguidos, juntitos, uno al lado de los otros.
Primer anuncio: la foto de Ámbar Nayeli Suárez Rivera, desaparecida el 2 de octubre, 2013, en el puerto de Veracruz.
Segundo anuncio: la foto de Óscar Fidel Hernández Díaz, desaparecido el 19 de marzo, 2014, en el pueblo de Rinconada.
Tercer anuncio: la foto de Mario Manuel Espinoza Llinas, desaparecido el 12 de enero, 2014, en el puerto jarocho.
Oh Dios, te dices para ti mismo, en silencio, en el cuartito Infonavit donde escribes, ¡líbranos, Señor!
Nada tan terrible como el secuestro de un hijo. De un padre. De un hermano. Claro, de un pariente cercano o lejano, pues toda vida humana es invaluable. Valiosa por sí misma.
Te dices: hay en Veracruz un infierno. Peor tantito cuando, ni modo, la familia de la persona secuestrada sólo tiene como única esperanza publicar en el periódico (Notiver, 1 de abril, 2014) la foto del hijo desaparecido, secuestrado, levantado, pidiendo al lector (al ciudadano desconocido) ayude a localizarlo.
Ámbar Nayeli, de 24 años, mira al lector como una sonrisa en los labios y en los ojos que chispotean. El pelo largo cayendo en el pecho. Y a un lado, como en los otros, los teléfonos donde se agradecerá cualquier informe.
Óscar Fidel, 18 años. Su madre publica un celular en el anuncio.
Mario Manuel, 22 años. Dice el anuncio: “Salió de trabajar del Antro Stella entre 6:30 y 7:00 am. Hasta el momento no sabemos de él”.
Es el Veracruz de hoy. Así la Procuraduría de Justicia rechace que en Veracruz hay desaparecidos.
Los hombres, aseguró la dependencia con un populismo ramplón, barato y humillante, huyeron con la amante y por eso nadie sabe su destino. Las mujeres, con el novio.
¡Qué poca…! con tales autoridades estamos perdidos de antemano.
EN LA ESPERA, CADA DÍA, UN INFIERNO
Cada ONG, cada dependencia, tiene su estadística sobre los desaparecidos y secuestrados y asesinados y sepultados en fosas clandestinas. Como quien dice… cada uno tiene su verdad.
Pero más allá de cualquier circunstancia, hubo tiempos cuando en Veracruz la vida era reposada.
Claro, lo dijo el filósofo Arturo Bermúdez, “hay robos en todas partes del mundo”. Claro, lo dijo el filósofo Ramón Poo, “no son alarmantes”. Claro, lo decía el filósofo Felipe Calderón, que primero dijo George W. Bush, aquel presidente de Estados Unidos que hablaba con Dios, “son daños colaterales”.
Pero con todo, en el Veracruz de Fernando López Arias y Fernando Gutiérrez Barrios los robos en hogares y negocios y las muertes y los secuestros eran aislados. Fortuitos. De vez en vez. Incluso, cuando “La Sonora Matancera” se trataba de ajustes de cuentas entre ellos mismos, es decir, entre malandros. Cada quien sabía que si se metía… se aguantaba.
Ahora, sin embargo, más que una psicosis se padece un drama cotidiano.
¿Cómo, por ejemplo, iniciarán el día y esperarán la noche los padres de Ámbar Nayeli, Óscar Fidel y Mario Manuel? ¿Qué pensarán apenas escuchan el ruido del teléfono? ¿Estarán rezando cada día con sus familiares y amigos para ver si Dios tiene espacio y tiempo para lograr el milagro de que vuelvan a casa?
¿Seguirán guardando la ropita de Ámbar, Oscar y Mario… porque tienen la corazonada que de pronto tocarán a la puerta y serán ellos, sanos y salvos?
¿Y los padres, por ejemplo, del reportero de 20 años, Gabriel Manuel Fonseca, secuestrado el 17 de septiembre del año 2011, en Acayucan, y de quien desde entonces, nunca, jamás, han vuelto a saber nada?
Hace 30 meses…
TOCAR PUERTAS EN EL DF
Lo peor del asunto sería que cualquier mañana se compre el periódico, y de pronto, zas, una página completa esté llena de anuncios de los desaparecidos, cuyos familiares ruegan al lector les avisen por si tuvieran algún dato.
Y que al otro día de nuevo la página estándar del periódico siguiera repleta de anuncios con fotografías de los desaparecidos.
Y de pronto, zas, la página apareciera en algún periódico de la prensa de la ciudad de México.
Y de pronto, zas, los familiares de todos los desaparecidos se unieran en un haz de voluntades para tocar puertas en la prensa televisiva y radiofónica del Distrito Federal y fueran a la procuraduría General de la República y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos y al Congreso de la Unión y a las ONG nacionales y extranjeros y a las corresponsalías en México de periódicos extranjeros…
Entonces, quizá, acaso, el gobierno de Veracruz podría cimbrarse…, pues sólo así parecieran escuchar.
El anuncio, cierto, en la prensa local impacta y convulsiona. Pero sin mayor trascendencia en el corazón y la conciencia de la autoridad.
El impacto social sólo se alcanza cuando el ruido se hace en el altiplano
Publicado en: http://www.blog.expediente.mx/nota.php?nId=5913
