Posdata: Colosio vive


Por Luis Velázquez Riveracolosiocolosiomuerto

Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Luis Velázquez Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (Desde el puerto de Veracruz)

En gigantesco espectacular y con gigantesca sonrisa, la foto de Luis Donaldo fue colocada a unos pasos donde los carteles tiraran 35 cadáveres en la avenida Ruiz Cortines, en Boca del Río, frente a plaza comercial; otra pifiada de Elizabeth Morales

En la avenida Ruiz Cortines, en Boca del Río, frente a plaza comercial “Las Américas”, a unos metros de donde los carteles tiraron 35 cadáveres en el año 2011, hay un espectacular gigantesco con un gigantesco rostro de Luis Donaldo Colosio, el mártir priista del siglo XX, como en su tiempo, digamos, y perdón por la historia, Francisco I. Madero y Emiliano Zapata y hasta Pancho Villa.
A un lado de la gigantesca sonrisa de Colosio hay una leyenda bíblica. Colosio vive, dice una ocurrencia, digamos, de Elizabeth Morales, la presidenta del CDE del PRI que acuñara la frase de “Don Aldo”, a menos, claro, que se trate de una orden del presidente del CEN del PRI, Carlos Camacho Quiroz, en el resto del país.

El ciudadano pasa en el autobús urbano y en el automóvil y a pie y mira a Colosio, sonriendo, como si en la madrugada, con algunas copitas, declamara el poema “La chacha Micaela”, que tanto le gustaba, además de entonar canciones rancheras.

Pero se entiende que Elmo, la tía de las barbies de Xalapa, habría decidido instalar el anuncio espectacular como un desagravio a su desliz neurológico.

Sin embargo, y más allá de su asesinato por un homicida solitario, Mario Aburto, como siempre fue cacareado, nada impactó tanto en la vida priista como su frase el 6 de marzo de 1994, fecha de fundación del partido abuelito del PRI, aquella que repitió hasta el cansancio diciendo «Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada; de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla», el país de la miseria, la pobreza, el desempleo, la migración, la injusticia social, la desigualdad económica, la inseguridad, la baja calidad educativa y el pésimo servicio de salud pública.

Incluso, Colosio sólo reproducía el discurso del último ideólogo de la revolución, Jesús Reyes Heroles, cuando hablaba de que ningún político despertara el México bronco, integrado por indígenas, campesinos, obreros y clase media indignados ante la miserable calidad de vida, deseosos quizá, acaso, de tomar las armas, como, digamos, los guardias comunitarias en Michoacán y Guerrero.

Solo de tal forma se entendería que Colosio vive…

VEO UN VERACRUZ BRONCO Y PROFUNDO…

Por tanto, nadie dudaría de que Elmo, la tía de las barbies, estaría enviando un mensaje clarito a la elite priista de que también ella, igual que Colosio, mira un Veracruz bronco y profundo.

Veo un Veracruz, diría la presidenta del CDE del PRI, donde las familias padecen indignación crónica, hartas de tanto priismo que cada tres y seis años se enriquece a costa del poder en medio de la impunidad absoluta.

Veo un Veracruz, diría la tía de las barbies, a la que solo han dejado la marcha y la protesta y el bloque de carreteras y la toma de presas Yuribia y la denuncia ante las ONG nacionales y extranjeras para clamar seguridad en sus vidas y en sus bienes, y también, y por añadidura, justicia.

Veo un Veracruz, exclamaría la última ideóloga del duartismo, donde los niños y los ancianos mueren de una diarrea, una calentura, la anemia y la desnutrición, y en donde los enfermos de las regiones indígenas son trasladados en un catre sobre el hombro a orilla de carretera durante 2, 3, cuatro horas, al centro médico más cercano, con el gran riesgo de que en el camino la muerte los sorprenda.

Veo un Veracruz, gritaría “a voz en cuello” la presidenta (otra cosa significaría decir la dirigente, la lideresa) del CDE del PRI, donde hay menosprecio de la elite gobernante para los indígenas y los campesinos, los analfabetas y los migrantes, los padres de los secuestrados y desaparecidos.

Sería, pues, y desde aquí, la única manera de que Colosio viviera en Veracruz.

Lo demás es demagogia, populismo y mesianismo barato y ramplón.

LAS VIRTUDES ÉTICAS DE LOS POLÍTICOS SEGÚN COLOSIO

¡Ah!, en el discurso del 6 de marzo de 1994, Colosio también preguntó las virtudes éticas y morales y cívicas con que los políticos gobiernan y ejercen el poder.

Se refería, digamos, a la honestidad, la integridad, la justicia social, la democracia, la rendición de cuentas, la transparencia, el respeto a la dignidad humana, la tolerancia, la prudencia política, la mesura, la reflexión, el diálogo, la comprensión de los hechos y las personas, la sencillez.

Y, bueno, desde tal mirada de Colosio se deja al lector dar respuesta a la pregunta del mártir priista para cotejar si cada uno de los atributos mencionados en el párrafo anterior los llamados ‘’Niños de la fidelidad’’ están cumpliendo al pie de la letra.

De lo contrario, el gigantesco espectacular de Colosio en la avenida Ruiz Cortines, a unos pasos de donde 35 cadáveres fueran arrojados en la víspera de la cumbre nacional de procuradores de Justicia y presidentes de Tribunales Superiores de Justicia, se entendería como una vacilada, una tomadura de pelo, de Elizabeth Morales.

Publicado en: http://www.blog.expediente.mx/nota.php?nId=5981

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