Siete Párrafos: El costo de la popularidad de Enrique Peña Nieto y lo que viene


Por Rodolfo Calderón Vivargabinete_Peña_Nieto

Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Rodolfo Calderón Vivar, egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana

El día de ayer, la encuestadora GEA ISA dió a conocer los resultados de la encuesta sobre la popularidad del Presidente Enrique Peña Nieto, en el primer trimestre del 2014, que lo ubica en el 37 por ciento de preferencia de los encuestados, significando un descenso de 18 por ciento en relación al mismo periodo del año pasado. Entre los factores que propician este clima de opinión adverso a la gestión del presidente, algunos analistas consideran que está el rechazo de la población económicamente activa y cautiva fiscalmente contra la nueva forma de aplicar impuestos, pero también el factor de inseguridad que no decrece significativamente, en comparación con el sexenio calderonista.

Como ningún otro presidente de México, en los últimos 30 años, Peña Nieto presenta un descenso de popularidad tan significativo, aunado también a una serie de medidas estructurales que están cambiando el panorama económico, político y social del país, también como ningún otro presidente lo pudo haber logrado en el mismo lapso señalado. Esto es una extraña paradoja, más marcada si se agrega que el país no se está derrumbando en su paz social como el caso de Venezuela, donde en estas horas la oposición derechista, con el claro apoyo soterrado de Estados Unidos -por supuesto-, tiene contra la pared al gobierno de Nicolás Maduro, tras 40 días de violentos incidentes en las calles de las ciudades más importantes del país sudamericano.

¿Por qué no se ha generalizado la revuelta en México, si el presidente no es tan popular ni parece tener la aprobación mayoritaria de una parte de la población con más influencia a nivel empresarial y social? Sin duda, no se ha generalizado porque el equipo de colaboradores del presidente, y él mismo, han mostrado una hábil conducción del país, en todos los terrrenos, para navegar en aguas turbulentas, y adversas,  Hace mucho tiempo, quizás desde el siglo XIX, que un gabinete tan completo en experiencia y previsión política no había rodeado a un presidente de la república, como el que ahora acompaña  al presidente oriundo del estado de México.

Pero no hay que soslayar, y eso estaba previsto en núcleo de poder cercano al presidente, que los niveles de organización y  participación ciudadana siguen a la baja en nuestro país, como una reacción de abulia y desinterés marcado entre los habitante de México, en edad activa para participar políticamente, debido a la falta de confianza que tiene no solo hacia todos los niveles de gobierno, sino también en relación a los cada vez más desacreditados partidos políticos y sus integrantes mas notorios. De hecho, la idea de generar el pacto por México, surgida desde las filas del PRD, fue una estrategia eficaz que apoyó el gobierno de México, apuntando hacia un futuro gobierno de coalición, en los sexenios venideros, porque de los tres partidos importantes en México (PRI, PAN y PRD) no se hace uno, ni se logran acuerdos por el exasperante estilo político de la vociferación, sectarismo e intolerancia, generado en los últimos treinta años en nuestra vida política nacional.

Ante ese panorama, no extraña que los virreyes del país, aliados a siniestros gerentes de la política y la delincuencia organizada, apuesten a mantener sus prebendas, aguantando lo suficiente, simulando que se siguen algunas políticas peñistas, con la esperanza de que el presidente se debilite más y más, mientras los virreinatos se arman y pertrechan para afianzar poderes transexenales. Para lograrlo, están aplicando la estrategia de la tortuga, cobijándose dentro de un caparazón en el cual están almacenando grupos cerrados que se reparten el poder,  apoyados en cortesanos incondicionales y caciques regionales, en aras de presentar un frente común ante el gobierno de la república, según ellos, cada vez más debilitado.

Solo que,  no consideran que ellos son fuentes de poder también sin respaldo ciudadano, porque  también padecen el descrédito ante su gobernados, quienes , hasta ahora permanecen en el nivel de críticos de verbo y no de acción, porque, como han detectado estudios que concentra la Secretaria de Gobernación en sus estrategias rectoras,  el 69% de las y los mexicanos no confía en la mayoría de las personas y el 65% no se ha organizado con alguien más para resolver un problema en común.  Es decir, los virreyes perviven, gracias a que su  población no canaliza su crítica hacia formas de protesta organizada, con mayor contundencia que la construida de manera verbal o escrita.
Los escenarios más cercanos que se avizoran, son en el sentido de afianzar la imagen del presidente buscando ese respaldo ciudadano que hoy parece escabullirse en los vericuetos de la animadversión prohijada por reformas que están cambiando a México radicalmente. Dos líneas, aparte de la económica, son las que deberán trabajarse con ahínco para atraer una base social más amplia a favor del presidente: la de acotar la violencia para devolverle al pais niveles de seguridad semejantes a lo que había antes de  la década de los ochentas, y comenzar a aplicar el poder  y la ley para realizar acciones anticorrupción  ejemplificantes, en los distintos niveles de gobierno en el país. Ambas líneas le van a pegar a muchos virreyes que hoy confían en la estrategia de la tortuga y su concha, como defensa ante el gobierno federal. Ambas líneas deberán acrecentar la popularidad del presidente. Ya lo veremos.

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