
Dos testimonios realmente alentadores que describen la invasión norteamericana de 1914. Uno, el libro de Jack London, periodista agudo y después gran novelista, que obtiene el premio Nobel de Literatura, quién realiza un extenso reportaje desde Veracruz y Tampico, en 1914, en su libro México Intervenido, reeditado por Ediciones Toledo en 1990, en donde, en su introducción, se describe que “el 16 de abril de 1914 London firma un contrato con Hearst: su compromiso fue escribir reportajes sobre la guerra en México para Colliers Weekly, uno de los semanarios de mayor circulación de Estados Unidos en ese tiempo.
Una semana más tarde, London sale de Galveston, rumbo a Veracruz bordo del Kilpatrick con los hombres del General Funston… London recibió por este trabajo el mejor salario que jamás se haya pagado a reportero alguno: mil cien dólares por semana, mas viáticos para él, su mujer y su valet”.
Trabajo periodístico que debió haber sido rescatado, reeditado, en los festejos de este Centenario, confuso y difuso, que las actuales autoridades federales, las mismas que prevalecen en el poder desde hace treinta años, como las más entreguistas a los intereses de Estados Unidos.
Richard Lansing secretario de Estado norteamericano en el gobierno de Woodrow Wilson, viendo que era muy peligroso que se agrediera militarmente a México porque se corría el riesgo de echarse de enemiga a toda la América Latina, sugirió que lo que debían de hacer los norteamericanos era invitar a los jóvenes mexicanos a estudiar en sus universidades, bajo sus principios rectores del libre mercado del capitalismo imperialista: “Esos jóvenes mexicanos ambiciosos, eventualmente llegarán a la Presidencia de la República y entonces, será muy fácil controlar a nuestro vecino, con sólo dominar a un solo hombre: el Presidente de la República.” (Agencia Mexicana de Noticias).
Salinas hizo su doctorado en Harvard, Zedillo en Yale, Fox se diplomó en Coca-Cola, Calderón tomó cursos en Harvard, Peña Nieto en la Panamericana del Opus Dei y el ITESM. Aunque el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI) consideró como inexistente su historial académico, por lo tanto, no hay referencia de las instituciones por donde el mandatario cursó sus estudios. (SIPSE.com)
Festejos, estos, centralizados por la Marina, quién tuvo muchos méritos, pero se ha tratado muy superficialmente la auténtica resistencia de la sociedad civil, obreros, campesinos, estudiantes, académicos, profesionistas liberales en quienes se debería también centrar el reconocimiento no solo de la entidad o del país, sino de toda la Latinoamérica libre.
La gente del pueblo que fue masacrada, apresada, humillada pero jamás sometida.
Lo paradójico, como en toda historia, se dio en la reacción nefasta de las clases adineradas del Veracruz “nice”.
Tenderos, comerciantes, de origen español o libanes, asentados en el puerto de Veracruz, “sacaron” a sus emperifolladas hijas al zócalo veracruzano para dar la otrora tradicional “vuelta” dominical, en los siete meses de ocupación, al lado y del brazo de los invasores cadetes de ojos azules (Jack London. México Insurgente).
Tal como sucedió ante el exilio de Porfirio Díaz cuando al abordar el Iripanga, el 31 de mayo de 1911, la “fresada” veracruzana se desbordó en llanto, lujosamente ataviada, para hacer valla con sus rostros desgajados ante la inminente expulsión del Dictador derrotado.
El otro testimonio de gran valor, por su extraordinaria compilación fotográfica y documental, es la reciente edición especial No 45 de PROCESO: “Evocación gráfica de 1914: LA OCUPACIÓN YANQUI DE VERACRUZ” en donde se valora a la heroicidad de la ciudadanía jarocha y cómo ésta se enfrentó al poderío militar estadounidense.
Ante momentos cruciales que estaban en puerta, la primera guerra mundial y la revolución bolchevique en Rusia. Simultáneo a los acontecimientos nacionales como la caída y exilio de Huerta, la asunción de Carranza y la constante movilización villista, aceleraron la desocupación norteamericana en Veracruz.
El Documento destaca “la acertada negociación de los jurisconsultos mexicanos, Emilio Rabasa, Luis Elguero y Agustín Rodríguez, celebrada en 18 de abril en Niagara Falls entre ambos gobiernos (el invadido y el invasor) junto a la notable y solidaria participación de los diplomáticos de Brasil, Argentina, Uruguay y Chile. Negociación que duró hasta junio pero los yanquis abandonaron México en Noviembre” (PROCESO).
“Los voluntarios, en Veracruz, México, asumieron la defensa cuando las fuerzas federales no podían combatir al mismo tiempo a los invasores y a los revolucionarios, así que apelaron a la ciudadanía para defender su ciudad.
Se improvisaron varios cuerpos armados (las autodefensas de antaño) que pese, a su heroísmo, tuvieron enormes bajas…lo marines creían que tomarían el puerto en pocas horas, pero las luchas se prolongaron por días, tanto trabajo le costó al invasor doblegar a la defensa. Los militares (léase marinos) mexicanos (veracruzanos) combatieron con bravura, a sabiendas de que nunca llegarían refuerzos” (PROCESO).
De los luchadores anónimos, que fueron decenas de miles, es de mención la participación de Alejandro Sánchez Vargas, el indio intransigente, quién donó a la ciudad, su rifle y una fotografía portándolo, utilizados en la defensa de Veracruz, los cuales se exhibieron durante años en el recinto de la Reforma. Desaparecidos en tiempos de Gerardo Poo, ex alcalde porteño.
Curiosamente edil, cuando se permitió en su mandato 1985-1988, que en la filmación de la película ATRAPEN A HARRY, el centro histórico veracruzano se convirtiera en set hollywoodense y nuevamente hondeara la bandera de las barras y estrellas, sin balas pero con dólares, en pleno edificio del Palacio Municipal veracruzano, y así propiciar que en pasillos y despachos se postraran actores que representaban a soldados y burócratas americanos, y lo peor, en la solemne Sala de Cabildo del Primer Ayuntamiento de América se transformara en oficina de Agricultura estadounidense, mientras que en pleno zócalo se instalaran “tanquetas, cascos, metralletas de los marines gringos”.
Hoy en día los invasores persisten, suavemente, en el saqueo de las riquezas nacionales. Invasión no militar, invasión de capital extranjero, de corporaciones financieras internacionales que insisten en llevarse el petróleo, como en 1847, pero ahora incluida el agua, el gas, la electricidad, el oro, la plata, y todo lo que se produce en el campo.
Invasión financiera. Bien describió Hernández en su cartón de la Jornada, en donde el caballito de mar (Oceanografía) o el pececito (Evya), depredadores de la paraestatal, no serán quienes se devoren al logo rojizo de Pemex sino el gigantesco tiburón blanco de Exxon.
Hechos simultáneos a la desaparición de gasolineras concesionadas, por PEMEX, a empresarios y políticos, para ahora convertirlas en despachadoras de Chevron, Exxon, Seven o Repsol; al igual que la destrucción constante de mantos acuíferos o de los terrenos ejidales con las inminentes explosiones de cianuro – próxima su inminente autorización- a cargo de otro neo-invasor, ahora canadiense, o la destrucción del sistema veracruzano de arrecifes que pretende la extracción de rocas basálticas de Balzapote –en la región de Los Tuxtlas- mediante la utilización de explosivos, para que las piedras sean utilizadas en la ampliación portuaria.
Lo más grave, todos presumen permisos del gobierno mexicano y la venia complaciente del estatal.
Los nuevos defensores ciudadanos siguen siendo parte de la sociedad civil, ambientalistas, luchadores sociales, religiosos honestos, académicos, estudiantes, intelectuales, obreros, campesinos.
Mientras los poderes político, judicial, legislativo, eclesiástico, mediático y empresarial se frotarán las manos y agrandarán sus bolsillos para la abundancia que se avecina.
Feliz Centenario. Con un nuevo malecón para albergar shows televisivos y mítines partidistas sin el obelisco a los marinos (¿y los ciudadanos apá? ); con una remozada Plaza de República que albergará un centro comercial trasnacional, además sumado al temor que el Recinto de la Reforma lo conviertan en Walmart; con la despojada escuela de la mujer industrial de siglo y medio de existencia; con la destrucción del tradicional monumento a los niños héroes, de gran belleza escultórica, mismo que fue sustituido por un horrendo obelisco que solo sirvió para que Chirinos, ex gobernador, postrara sus manos y rodillas ante las resbalosas losas de mármol.
Conmemoración no celebración, dijo Duarte, en la entidad que administra, existen más cantinas que escuelas, para “muestra un botón” en la avenida Martí del Reforma porteño, tiene solo una escuela y más de una veintena de antros, bares, cantinas, licorerías que el nuevo Poo heredó de Carolina de Tuxtepec.
Feliz Centenario. Pasado y Presente, entrelazados por la ambición de unos y la hambruna por dinero de otros.

