
Por María Elvira Santamaría Hdez.


Al ver las diferentes manifestaciones con motivo del Día del Trabajo y leer las pancartas que portan los trabajadores, vemos que la evolución de la clase obrera ha sido muy lenta y el avance también muy pequeño.
Siguen dominando los reclamos políticos y las consignas partidarias, dejando en segundo plano las demandas que se refieren a la situación real que viven los empleados y empleadas; los desempleados y las desempleadas del estado de Veracruz y del país.
También en otros ámbitos el avance es todavía muy pequeño. Pero al menos está comenzando a tener repercusiones legales.
Me refiero a frenar las muestras de racismo y homofobia y violación de derechos humanos, que sigue habiendo, no sólo en otras partes del mundo, sino en México y seguramente también aquí, en nuestro entorno más cercano.
Precisamente este jueves 1 de mayo, la organización Amnistía Internacional, se congraturó del fallo emitido por la sala superior del Tribunal Federal de Justicia y Administrativa, a favor de un migrante australiano, que sufrió violaciones a sus derechos humanos durante cinco meses de su estancia en nuestro país.
Stephen Compton fue detenido ilegalmente en la estación Las Aguilas, donde fue sujeto a actos de discriminación debido a su orientación sexual.
Fue recluido en una sección especial de confinamiento junto con personas que padecen enfermedades mentales y sufrió acoso sexual.
De acuerdo a información difundida por La Jornada, las autoridades mexicanas dieron una orden de deportación en contra del ciudadano australiano a pesar de que éste cumplía con los requisitos necesarios para su regulación migratoria.
El miércoles 30 de abril, el Tribunal determinó que las autoridades mexicanas deben indemnizar a Compton por haber ejercicio en su contra trato injusto y discriminatorio.
Esto es un primer paso de muchos que hace falta dar, pasos que también deben darse en materia laboral, donde hay mucha injusticia por una parte y mucho solapamiento de prácticas corruptas de líderes sindicales, que tienen sumidas en la mediocridad a instituciones de gobierno y a empresas paraestatales; que perjudican a empresarios y que impiden que los hombres y mujeres que trabajan realmente, mejoren su calidad de vida y las de sus familias.
¿Qué hay del aumento al salario? Esa tendría que ser la demanda unificada de las organizaciones obreras, porque el hecho irrefutable es que los sueldos que actualmente se pagan en este país son de los más bajos de la OCDE.
Hace poco escuché al presidente Barack Obama decir, al proponer un aumento a 10.50 dólares la hora de trabajo en los Estados Unidos, que ninguna persona que trabaja tiempo completo debe vivir en la pobreza.
En México, millones de hombres y mujeres trabajan tiempo completo y mucho más. Y viven en la más absoluta pobreza.
Hasta Pronto.
