
En efecto, estamos en pleno siglo XXI, pero en Xalapa los grandes pendientes siguen siendo la falta de educación y la inseguridad pública.
Hay quienes llegaron a Xalapa para establecerse radicalmente, porque encontraron que la ciudad ofrecía confort, crecimiento armónico y seguridad pública sin tache.
Después del DF, una de las ciudades que muchos eligieron para quedarse a vivirla es la capital del estado de Veracruz. Su clima, su ambiente, su fisonomía geográfica y el costo de vida familiar estaba al alcance de los más pobres inclusive, pues se verá que su población mayoritaria se integra a base de burócratas, estudiantes y comerciantes.
Sin embargo, un faltante bastante serio es la educación cívica sobre todo de los ciudadanos. No hay quien sepa perdonar y doblar la página para consentir una población más sensible y cordial. El común de conductores de unidades automotrices, lo hace como autómata, le valen un soberano cacahuate los semáforos y también los peatones. Los motociclistas se han vuelto una plaga impresionante, porque éstos a nadie absolutamente guardan el menor respeto, menos obviamente a los señalamientos viales y las instrucciones del juego de semáforos en donde operan.
Niños, mujeres y hombres de la tercera edad corren los mayores riesgos y no existe la autoridad vial de tránsito o cualquiera de las identificadas con los rubros de la educación cívica, que recobren las viejas prácticas y que tan buenos resultados dieron en un pasado aún no lejano. Fuereños aseguran que cuando el tránsito estaba siendo dirigido por el ayuntamiento, había uniformados cuidando la circulación vehicular en prácticamente toda la capital. En cada cuadra un uniformado, con silbato a la boca y listo para morder, ordeñar, ordenar y atacar y hasta asaltar, pero había un seguimiento a la normatividad vial, sin chistar.
Hoy existe hasta un grupo de policías viales, muy vistosos y lucidores por sus motonetas y uniformes camuflados, pero que sirven para dos cosas, amén de los guardianes enmascarados de azul-negro o gris, que la hacen de agentes de tránsito supuestamente pidiendo de vez en vez a automovilistas que no suban sus unidades a las banquetas, pero muchos se preguntan si ésta es una de las funciones de los sabuesos.
Lo otro, la inseguridad, como nunca en las calles, avenidas, congregaciones y colonias que surgieron arbitrariamente y crecen anárquicamente pero que son tan peligrosas, que hay horas en los cuales nadie se atreve a cruzar una de sus arterias públicas. El robo, el asalto a mano armada y todo ataque a la integridad física de ciudadanos común y corrientes, le hacen recordar a la sociedad civil que su ciudad no tiene tranquilidad, ni paz social, sino todo lo contrario, los actos de barbarie rebasan a las elementales lecciones de urbanidad y orden, que sólo se escucha en boca de los maestros de la escuela primaria y en el discurso de los políticos, en los cuales irremediablemente nadie cree.
* ERNESTO CORDERO
O GUSTAVO MADERO
La contienda interna por el mando de los panistas, se cierra conforme pasan los días y se acerca la fecha de decidir por Ernesto Cordero o Gustavo Madero.
En ambos casos -no se puede negar- se trata de dos panistas de cepa, que han militado siempre en el partido blanquiazul, que el primero de los citados goza de la estima y las recomendaciones que se vienen haciendo entre socios albiazules del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Nadie lo habría imaginado de presidente, cuando fueron escasos meses en los que ostentó el cargo de secretario de hacienda y crédito público y después como precandidato a la presidencia de la república, bandera que finalmente le arrebató la licenciada Josefina Vázquez Mota.
Por su lado, el tataranieto de Francisco I. Madero, viejo lobo del mar político azteca, ha podido conciliar con los priistas estos primeros quince o casi 16 meses de gobierno emanado del PRI y los miembros del Partido de Acción Nacional, lo que le ha valido para que continúe aferrado en el liderazgo de su partido y, por supuesto, que a la vez los más conspicuos militantes del priismo lo consideren un amigo, socio, cómplice y asiduo de la cosa pública y vaya sacando adelante al viejo régimen.
Empero, la batalla se aprecia hasta un tanto crucial, porque si bien es cierto que los bandos panista y perredista, de no cuidar pasos que asientan en la dura carpeta de la función partidaria y de cara a la sociedad mexicana, son igualmente los dos membretes que estarían sujetos a una caída inminente ante el arrastre, presencia y fuerza que trae consigo Morena, el nuevo partido que estaría por recibir su registro en los meses por venir y al que seguramente van a seguir millones de compatriotas, que continúan aspirando al cambio radical y auténtico, que sigue sin llegar.
La derecha conservadora y ultraderecha radical están plenamente identificadas en el binomio que busca la chamba de dirigente nacional del Partido de Acción Nacional.
Tirios y troyanos rogarían porque hubiera un cambio no de nombre, ni de hombre, sino de conductas de cara a las exigencias de este país metido en muchas de las mediocridades a que empuja precisamente el quietismo de los membretes partidarios, como ha podido apreciarse en los últimos acontecimientos electorales que ha registrado este país.
Los laboratorios-escuela, forjadores de hombres públicos, como los definía el profesor Rafael Arriola Molina, fallan irremediablemente.
Y es que a las diferentes maquinarias partidarias se les olvidó que no todo es buscar huesos políticos, sino también justamente en la conquista de tareas sociales, que se conviertan en catapultas del reclamo popular ante la carestía de la vida, las injusticias que se cometen diariamente en las oficinas públicas y las que prestan servicios a la sociedad, como son las oficinas tramposas de la CFE, agua potable, energía eléctrica, cambio de placas, pagos por verificación de vehículos y otras tantas.
Que son todas aquellas que sirven para que terceros transen, roben, horaden y lastimen bolsillos y las sensibilidades más diversas de un pueblo lastimado, como es el mexicano a los cuatro costados de este anchuroso territorio, sin duda.
* FUERZAS ARMADAS
EN ELECCIONES
Las propias autoridades electorales, representadas localmente por el Instituto Electoral Veracruzano, están pidiendo que en las próximas elecciones extraordinarias que se celebrarán en Tepetzintla, Chumatlán y Las Choapas, sean las fuerzas armadas de la Marina y el Ejército mexicano las que vigilen el desarrollo del proceso mencionado antes.
Es decir, que el propio árbitro electoral duda de la civilidad y de que los ciudadanos en las tres municipalidades mencionadas operen bajo los signos de la democracia, el orden y por supuesto la participación alegre, espontánea y limpia de sus electores.
La abogada Carolina Viveros García, titular del IEV, acepta los riesgos de violencia que pudieran registrarse en los tres poblados referidos. Mas no garantiza ninguna estabilidad y sí, en cambio, es muy probable que en los avecindados en las tres entidades pueda darse el estallido de la violencia.
Las preseas en este caso, son tres alcaldías no precisamente adineradas y sí con herencias descomunales en deudas, pagos pendientes de laudos laborales y otros lastres que vienen arrastrando dichas comunas, que necesariamente pueden provocarle grave desquiciamiento social entre los habitantes de tres municipios, que en su oportunidad se negaron a un juego electoral abierto, decente y democrático.
En los últimos comicios municipales, de término de trienio, las tranzas destacaron y las autoridades judiciales electorales dieron el cerrojazo cancelando sus respectivos procesos electorales. Obviamente, la abogada Viveros García se lavó las manos diciendo que para nada su gente obstaculizó y rompió con el orden establecido en las tres municipalidades en crisis.
Hay quienes achacan a sus consejeros electorales el derrumbe electoral en cuestión, y en la otra esquina de este cuadrilátero del debate, se afirma que son los partidos políticos los responsables de la ruptura del orden establecido en dichos municipios.
Lo grave, que los actores y actrices políticos acusen que los partidos tienen culpa y compromiso, sobre todo cuando es sabido que el PRI, si no gana en las urnas, entonces arrebata victorias frustradas.
Lo preocupante, que todas las instituciones pidan, incluido el TEEV que encabeza Daniel Ruiz, que en la vigilancia al desarrollo de comicios electorales acudan elementos del Ejército mexicano y la Marina. Ojo, vea usted la gravedad de un asunto ciudadano, llevado al escenario de lo violento y lo bárbaro. Quién hará el milagro de que nada que huela a sospecha y crimen ocurra en Las Choapas, Chumatlán y Tepetzintla. Esperemos.

