
Por Raúl González Rivera
El abogado de profesión pasa por una situación verdaderamente trágica y muy lamentable.
Se estrelló con su camioneta contra un árbol y otro vehículo, falleciendo al instante su señora esposa Blanca Casas de Cruz, con quien inició una relación de noviazgo desde sus años estudiantiles en la facultad de leyes, dependiente de la Universidad Veracruzana. Una pareja diferente, porque desde entonces permaneció unida, hasta los días que corren.
A Cruz Parra en los años de la ex facultad de periodismo, lo conocieron los alumnos del nunca olvidado maestro Alfonso Valencia Ríos, porque atendía la sindicatura primera del ayuntamiento jarocho, al lado del alcalde Mario Vargas Saldaña, y de alguna forma el joven edil de aquel entonces mantenía relaciones amistosas con los futuros periodistas.
Más tarde como alcalde de la ciudad y puerto de Veracruz, Cruz Parra mostró el recio carácter de un presidente municipal atento de la voluntad mayoritaria de los porteños. Carismático, preparado y haciendo de la tarea política una enseñanza, la que dejaron los viejos socios del priismo al quehacer público, que por algo mantuvo el poder 71 años ininterrumpidos.
En el vecino puerto de Veracruz, Cruz Parra es todo un personaje, querido, respetado y con numerosas amistades en su torno. Más aun, porque durante el gobierno de Agustín Acosta Lagunes dejó de ser de la gracia del PRI, entonces representado en la tierra de Salvador Díaz Mirón por Adalberto Tejeda Patraca, quien le haría la existencia un tanto pesada, así que Virgilio se retiró a la vida privada, guardando discrecionalidad, pero sin ofuscamientos ni revanchismos políticos. Simplemente guardó silencio, como lo hizo hasta nuestros días.
Sin duda, Cruz Parra pertenece a la dinosáurica familia del partido tricolor, distante o ajeno a los escándalos, venganzas políticas ni mucho menos jamás ha hecho declaraciones que le evidencien denuestos contra la clase política a la que de siempre ha pertenecido; discreto, sencillo y afable. Un profesional en la política y en el ejercicio de su profesión, allí en su natal puerto de Veracruz. Un desgraciado accidente le quitó de su lado a la compañera de toda su vida, la señora Blanca Casas, ojalá su pronta recuperación le permita igualmente alcanzar su reencuentro con la paz y tranquilidad espiritual.
* CAROLINA, DEL IEV, A LA
BIBLIOTECA DE JURÍDICAS
Carolina Viveros García, es sincera.
Una vez que la renuncien como presidenta consejera del Instituto Electoral Veracruzano, con motivo de haberse fundado el Instituto Nacional Electoral, la licenciada Carolina Viveros García encaminará pasos hacia la chamba que alguna vez ostentó como bibliotecaria del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Veracruzana.
Por diversos motivos, la licenciada Carolina inició su carrera como bibliotecaria en la facultad de derecho dependiente de la UV, en donde además incursionaría en la impartición de la cátedra y finalmente, bajo la dirección del abogado Manlio Fabio Cazarín Navarrete, pasaría a ocupar la secretaría académica.
Cuando se desempeñó como bibliotecaria, el entonces director del plantel forjador de nuevos licenciados en derecho, Víctor Manuel Hernández Viveros, la comisionó en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, pero cuando éste concluyó su mandato de director, lo sustituyó Jorge Ortiz Escobar, quien renunció posteriormente al cargo, momento que aprovechó Carolina Viveros García para conquistar la dirección, que le serviría como paso a la titularidad del IEV, pues duraría en el cargo dos o tres meses únicamente.
En el IEV, la abogada Carolina ha cubierto una larga trayectoria de diez años, entre golpeteos, escándalos y constantes actos de abierta corrupción hacia los interiores del árbitro electoral, en su contra, denunciados por comisionados de partidos políticos, consejeros electorales, como los eventos que sirvieron para el desgarriate publicitario, entre otros el escenificado por funcionarios que fueron grabados en videos, cuando espiaban a las mujeres y secretarias realizando sus necesidades fisiológicas en los sanitarios del local que ocupa el mencionado instituto.
Reconocida por su sometimiento a las exigencias de los hombres del poder en la entidad, la permanencia de Carolina en su puesto de presidenta consejera le duró l0 años, lo cual, de alguna forma le será reconocido, accediendo como acaba de ocurrir, con el anuncio de la abogada Carolina, en el sentido de que una vez renunciada a la dirección del IEV, pasará a la facultad de derecho a recoger el acuerdo asumido por el consejo técnico de la misma facultad, de manera unánime, para que la abogada pase al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la misma Universidad Veracruzana.
Se informó que iría como bibliotecaria, aunque hay las voces que insisten en que va a cobrar como investigadora del cuerpo colegiado de investigadores, ya que en materia electoral, según cuentan sus íntimos, cuates y beneficiarios, goza de un amplio conocimiento y experiencia. Esperemos.
* BARES, CANTINAS Y
ANTROS COMO NUNCA
Los xalapeños todavía recuerdan la Hora Méndez, impuesta por el ex alcalde Armando Méndez de la Luz.
Se impuso bajo esta sigla, debido a que en punto de las 0:30 horas todos los días, bares, antros, cantinas y lupanares dejaban caer sus cortinas y se encerraban cantineros, bailarinas, encueratrices y alguno que otro homosexual y lesbiana, que empezaban a salir del clóset.
Famoso era don Abraham Murrieta, con su cantina allí sobre la calle de Madero, rumbo a la avenida de Poeta Jesús Díaz. Allí se reunían bohemios, artistas y borrachines que más tarde serían conocidos como los «teporochos». Sus bebidas espirituosas las acompañaba de las botanas, que muchos bebedores disfrutaron muchos años y hasta la partida definitiva de don Abraham.
Los bares que despachaban en las esquinas de Doctor Lucio y Enríquez y Enríquez y Clavijero, hicieron historia. Bebidas y comidas, fueron únicas, recuerdan algunos consumidores de antaño.
Posteriormente, ya en el sexenio del gobernador Fernando López Arias, en donde se yergue la unidad habitacional de Pípila, se autorizó entre telones, la apertura de una improvisada zona roja, la cual funcionó hasta que el gobernador Rafael Hernández Ochoa ordenó que en su lugar se construyera la unidad habitacional, bajo la conducción del Instituto de Pensiones del Estado a cargo de José Luis Lobato Campos, dando lugar a la edificación del mayor número de viviendas que en beneficio de los derechohabientes del organismo paraestatal se haya erigido sobre territorio veracruzano.
Sin embargo, la ciudad fue convirtiéndose en una cantina abierta en la inmensa totalidad de su territorio. Esto cuentan las familias buenas de la ciudad, que no consienten precisamente la idea de que operen más antros y bares, que escuelas, ya que conservadoramente los numeritos oficiales consignan la existencia de cuando menos cinco mil bares operando en los cuatro costados de la capital del estado.
Se considera que sobre la avenida Circunvalación, ahora Lázaro Cárdenas, partiendo de los límites de la vecina ciudad de Banderilla entrando por la carretera procedente del DF y la entrada a la avenida Araucarias, del fraccionamiento Indeco-Veracruz, se apostan cotidianamente por las noches de tres a cuatro mil damas y caballeros, para ofrecer sus servicios de la carne, haciendo de éste un lucrativo negocio, para quienes lo vienen regenteando desde hace una década cuando menos, con singular presencia.
Una mayoría de estos negocios ejercen sin control sanitario y emplean inclusive a menores de edad.
Autoridades municipales y sanitarias advierten que si realizan inspecciones con vistas a ver por la salud de sus y trabajadores y trabajadoras sexuales, sin embargo, hay quienes aseguran que las adicciones y el consumo de bebidas espirituosas van a la alza. O como advierte el ex alcalde y hoy diputado local David Velasco Chedraui, las condiciones en la ciudad son propicias para que sigan siendo una expectativa de grupos delincuenciales que buscan acomodarse y asentar sus centros de negocios en la otrora Atenas veracruzana. Terrible realidad, ¿no le parece?
