Por Rodolfo Calderón Vivar

Según informaciones periodísticas de los últimos meses, 47 familias de la zona de los Tuxtlas serán beneficiadas económicamente con la explotación de la roca basáltica en la zona de Balzapote, destinada y aprobada por SEMARNAT, cuya representación está a cargo de Antonio Sánchez Suárez, quien con la premura que requieren los intereses económicos detrás de la ampliación del puerto de Veracruz, se ha pasado por el arco del triunfo su pasado de defensor ambientalista, para dar luz verde a una acción de destrucción de una muralla natural de piedra que está en la zona de los Tuxtlas, zona proclive a la entrada de huracanas, ignorando dictámenes técnicos de organismos como la Dirección Regional de Planicie Costera de la la Comisión Nacional de Áreas Protegidas, que señalan lo inviable de las labores de destrucción de esa área por razones de daño al ecosistema de la región
De poco o nada sirvieron los estudios realizados al respecto por la dependencia mencionada, respecto a la imprecisión de los trazos de caminos del proyecto de destrucción de la empresa APIVER, ni sobre la posibilidad de que la extracción de la roca requiera de cargas de dinamita, explosivo prohibido para esa zona natural protegida. Menos aún la opinión de expertos del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sustentabilidad de la UNAM, quienes dictaminaron que aparte del daño a la flora y fauna del lugar que causará la empresa APIVER, se corre el riesgo de destruir una barrera natural de contención que haga frente a ciclones y huracanes en el golfo, aparte de afectar el corredor de la selva de esa región.
Todo se reduce a la opinión de la SEMARNAT y a la voz de conscriptos legislativos como Octavio Pérez Garay, quienes están en pos del bienestar de la región y sobretodo, de esas 47 familias, que sin duda, en la medida que les llegue al precio la empresa APIVER, darán su visto bueno para que la obra destructora comience, total, que tanto es tantito, ya que el propio Director General de Administración Portuaria Integral de Veracruz, Don Juan Ignacio Hernández Carvajal, ya aseveró que el daño causado apenas si significará la punta de cabeza de un alfiler, dada la extensión de la zona biosfera de los Tuxtlas. l, mucho mayor en su parte selvática, que en la muralla de piedra basáltica que será cercenada. Además, para ser francos, con esta será la segunda puntita de alfiler con la que se despacha la mencionada empresa la explotación del basalto, pues ya en 2008, extrajeron materiales sin más oposición que el alboroto de los pelícanos, el espanto de aves y reptiles que abundan en la región y el oleaje que se estrella en las rocas de Balzapote.
¿De que tamaño será la untada para tapar tal hoyo en la mencionada región que a la aprobación de la extracción de piedra basáltica en esta región del estado de Veracruz, se suma el silencio de habitantes de las zonas de los Tuxtlas, representantes populares y grupos ambientalistas del Estado de Veracruz? Ni que decir de muchos medios periodísticos donde el interés radica en dar vueltas y vueltas en tornos al mediocre ambiente político veracruzano, en tanto se consuma una acción contra natura y contra opiniones técnicas que, sin duda, están advirtiendo del terrible daño ecológico que se pretende consumar en esta región de los Tuxtlas.
La opinión técnica de la CONAMP señala en su estudio respecto a la viabilidad del proyecto de extracción de piedra basáltica que el proyecto presentado por el organismo portuario a cargo de la extracción del basalto, contraviene los artículos 28, 35, 45 y 57 de la Ley General de Equilibrio Ecológico y de Protección Ambiental, además de violar dos fracciones del artículo 70 del programa de Conservación y Manejo de la Reserva. Nada de eso importó, la aprobación se dió sin consideraciones legaloides de por medio, lo que importa es el progreso de Veracruz y la generación de empleos, argumento tan manido que se enarbola para soltar la zanahoria a los 47 ejidatarios que serán sujetos de compraventa de sus terrenos donde se desarrollará el complejo extractor de la piedra, hh, y un muelle turístico, que en principio servirá para los intereses primarios de la propia APIVER.
Claro que pueden argumentar que solo se autorizó la construcción de un muelle, pero aún no la explotación del cerro basáltico. Que se cuidará que el daño será mínimo; que los beneficios serán mayores que los daños; que los principales involucrados, que los dueños de los ejidos, están más que de acuerdo para que reciban su correspondiente pago por permitir la explotación de la zona; que las voces en contra son los enemigos del progreso de nuestro estado; que las opiniones técnicas no son concluyentes ni definitivas porque se procurará afectar en lo mínimo la región de la biosfera de los Tuxtlas. En fin, el sinnúmero de mayores beneficios que serán detonadores, una vez, de la riqueza de nuestro estado. Solo que éticamente no están actuando en pos de defender la ecología de la región, sobretodo al desoir las opiniones técnicas que ya se vertieron en contra. Actúan en función del negocio, tanto colectivo como individual.
Si la opinión técnica de CONAMP y de los especialistas de la UNAM, no pudo evitar que «el ambientalista» José Antonio Sánchez Azuara fuera el tapete perfecto para el inicio de la obras en Bazalpote, entonces la gran pregunta que queda en al aire es ¿que opinan los ciudadanos veracruzanos, ambientalistas de por medio , del destrozo que se causará en la región de los Tuxtlas en pos del gran progreso de ampliación de la zona portuaria del puerto de Veracruz, otro asunto también de daño ecológico en el norte de esta ciudad? ¿Puede más el poder de los grandes intereses económicos que están detrás de este ecocidio manifiesto que la reacción de los ciudadanos en defensa de la naturaleza veracruzana? La pregunta está en el aire.
