Por: Héctor Saldierna
El retorno del PRI al poder presidencial ha tenido grandes sinsabores. De hecho, los cambios que se han introducido a su declaración de principios lo ubican a una apreciable distancia de los reclamos sociales y el sustento que le había otorgado la revolución mexicana, ahora podría afirmarse que es letra muerta.
El concepto de Sufragio Efectivo, no reelección que fue prácticamente la firma del ideario de la revolución mexicana ha sido ahora modificado y los cambios operan hacia una reelección de presidentes municipales y de diputados, con lo que tal principio queda totalmente eliminado.
Esa frase era lo típico en la correspondencia oficial. Ahora, lógicamente, tiene que eliminarse ese pensamiento de todo documento gubernamental. En el caso que siga apareciendo, entonces estaría violando una nueva realidad.
El Partido Revolucionario Institucional que fue fundado en el año 1929 con el nombre de Partido Nacional Revolucionario, producto de la estrategia diseñada por Plutarco Elías Calles logró aglutinar a los diversos sectores del país, divididos en ese entonces en una serie de facciones.
Con ello se logró la unificación y México se convirtió en un país de instituciones que dejó el caudillismo. Aunque no han faltado algunos observadores que han señalado que la idea partió desde Estados Unidos, con lo que se quiere afirmar que los mexicanos no somos capaces de proyectar nuestro propio futuro.
A partir de esa época México empezó a transitar por un camino difícil, pero con el tiempo fue asentándose. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas logró la expropiación petrolera, con lo que expulsó a las empresas trasnacionales que estaban explotando nuestros recursos naturales en detrimento del pueblo.
Con los siguientes gobiernos se llegó a una etapa de desarrollo estabilizador, con lo que México crecíó con el registro de índices económicos que no hemos logrado obtener. Eran los tiempos de la economía cerrada, con poca exposición hacia el exterior, pero con grandes resultados para los habitantes del país. Teníamos un peso fuerte, cuyas dimensiones físicas impresionaban a los extranjeros.
Todo iba bien e incluso hasta en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, cuyo pecado capital fue la represión estudiantil de 1968. Con la llegada de Luis Echeverría Alvarez y luego José López Portillo se generaron acontecimientos agridulces. Se produjeron devaluaciones, aunque Luis Echeverría impulsó el campo y le otorgó un notable desarrollo hacia la industria naval, apuntalada con SICARTSA, que en Lázaro Cárdenas, Michoacán producía el acero necesario para esa industria.
Con José López Portillo se mantuvieron algunas políticas nacionalistas. Fue la etapa más interesante en la extracción de los hidrocarburos con un extraordinario personaje que conocía a fondo la industria petrolera. Estamos hablando de Jorge Díaz Serrano que logró incrementar la producción a niveles inimaginables y que propició que José López haya dicho que México estaba en la abundancia.
Con la experiencia de Díaz Serrano el país se catapultó y se convirtió en una de las principales naciones productoras de petróleo, con lo que se logró afianzar la economía. Sin embargo, a la llegada de Miguel de la Madrid, ya representante de la etapa neoliberal, empezó a destruir algunos avances trascendentes para la nación.
En principio inventaron una infamia en contra de Jorge Díaz Serrano y lo metieron a la cárcel, sin argumentos. Todo porque había cometido el pecado de empujar a México a su propio progreso y haber detonado la Sonda de Campeche, cuyas cifras de producción de petróleo llegaron a registros históricos.
Se demostró también que los mexicanos tenemos la suficiente capacidad para administrarnos y para lograr conquistar los grandes desafíos.
MEXICO EN PICADA
Actualmente el panorama que se observa no es nada alentador. Las reformas que se pretenden imponer vía el Congreso de la Unión, no tienen una coincidencia de beneficio hacia las grandes mayorías.
Se pretende ahora que nuevamente retornen las empresas trasnacionales para explotar nuestros recursos naturales, bajo la idea que se incremente la producción y con ello supuestamente incrementar el índice de crecimiento, que no es lo mismo desarrollo y bienestar para la población.
En los últimos 30 años, que han sido el signo distintivo de la etapa neoliberal, que pone como plataforma el concepto privatizador sobre lo público, la pobreza se ha incrementado a niveles insospechados. No hay argumentación para defender a un esquema gubernamental que únicamente ha traído la pauperización de su población.
Para consuelo de algunos, se trata de un embate que se ha generado a nivel internacional. Es la explotación de los recursos naturales a través de los grandes corporativos, con lo que la riqueza se acumula en unas cuantas manos y perjudica a los muchos.
Afirma el secretario general de la OCDE (O rganización para la Cooperación y Desarrollo Económico), Angel Gurría, que México logrará obtener una renta per cápita igual a otros países desarrollados de esta organización dentro de ¡50 años!. Vamos, ni siquiera existe una adecuada argumentación porque tal promesa no tiene el mínimo y razonado sustento.
México incrementa año con año su pobreza. Ello se refleja también en el elevado número de connacionales que tienen que marcharse hacia los Estados Unidos en la búsqueda de una vida mejor, pero que al final de cuentas no es así.
Sí se consultara a la ciudadanía en torno a las grandes decisiones para este país, lógicamente que no se practicaría el autosuicidio. Es evidente que las grandes reformas que se pretenden implantar no tienen nada que ver con el bienestar del pueblo. Se trata únicamente del beneficio de unos cuantos, que codiciosamente pretenden seguir obteniendo más utilidades, en perjuicio de millones de mexicanos que observan un panorama desalentador al ver que su futuro está en unas manos poco escrupulosas.
Y hasta la próxima.
EfACICO 