60 Segundos: ESTUDIANTES CONTRA ALZAS DE CAMIONEROS


Por Raúl González Riverataxi y camioneros

Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Por Raul González Rivera, egresado de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Usted o cualquiera de los usuarios o clientes de la banca, seguramente ha tenido que afrontar los vericuetos por donde tienen que cruzar cuando tocan a una ventanilla o van al cajero y les roba virtualmente el dinero que pretende retirar y después tiene que callar y escuchar las tantas advertencias que «gentilmente» le libra el selecto grupo o equipo de funcionarios y demás colaboradores con que cuenta el staff de sus titulares. 

Un cliente del Banamex centro, fue al cajero. Introdujo su tarjeta de débito, de color azul, y pretendió hacer el retiro de rigor. Marcó en el rubro de consulta de saldo, luego pasó al cuadrito que marca retiro y finalmente rechazó el que pide su donativo y, finalmente, pisa la tecla de salir, cuando la máquina produjo los chasquidos consecuentes, pero grande fue su sorpresa cuando le devolvió su tarjeta mas no el dinero.
El cliente fue al funcionario bancario a la mano, un hombre bajito treintañero, camisa impecable de color azul, corbata amarilla y espejuelos de aumento. A este personaje le hizo saber lo que le había pasado y el menudo hombre le explicó: no hay problema, el dinero ciertamente salió virtualmente, pero también virtualmente se regresará a su cuenta.
El cliente le pormenoriza al funcionario que son ya varias las que le hace el banco y que no encuentra en qué firma confiarse. El funcionario aquél le espeta que todo acto tiene su razón y que en ese sentido no hay ningún banco confiable.
Sin embargo, todavía el cliente le pregunta y entonces qué hace la Condusef, qué hace ante los funcionarios bancarios y el jefecito aquél le cita que dicha institución y nada es igual. El trato que recibe el usuario o cliente, es el que se da a la mencionada representación oficial federal, precisamente creada para defender de alguna forma a los consumidores de los atracos que suelen cometer en su contra instituciones financieras sobre todo.
Empero, ya molesto, el jefecito del banco sugiere al cliente que vaya y le diga lo mismo el quejoso a la mesa «de servicios al cliente». El usuario encamina pasos, saca su ticket de rigor y se dispone a formar fila y confiar en que tras una larga espera hasta que lo llame la mesa de «atención a clientes», presenta su pase y explicó en pocas líneas su problema. La funcionario bancaria hace como que escucha a los clientes.
Este último vuelve a repetir lo que a menudo funcionario, que el cajero suelta el dinero virtualmente, pero que virtualmente regresa a la cuenta del usuario en un lapso de 24 horas. Que la Condusef en casos de quejas o denuncias, vale lo que un soberano cacahuate. Y que los errores son siempre de los clientes, nunca del banco.

* GRUPO PRIVADO,
LA HACE DE VELADOR

Sin previo anuncio o aviso y tampoco, la secretaría de seguridad pública ha dicho o hecho el anuncio que a muchos estremece.
Se trata de un cuerpo de uniformados de verde oscuro y negro, el que viene haciendo algunos rondines nocturnos, no todos los días, por los diversos sectores que conforman la ciudad, como veladores o policías de a pie, con el fin de salvaguardar la integridad de las personas y sus patrimonios consistentes en viviendas y automóviles, de primera intención.
Lo que sí lleva a cabo el grupo en cuestión es el cobro semanal, al tocar las puertas de cada hogar de la ciudad, para pedir su cuota «voluntaria» de diez pesos por casa, a cambio de una tarjetita con un texto que dice a la letra: «Empresa de seguridad privada Pantera….veladores para el estado de Veracruz».
Obviamente, este grupo no ha sido anunciado ni presentado por ninguna autoridad policiaca, de seguridad o la municipal de la capital del estado. Nomás aparecieron los uniformados, puntualitos a cobrar semanalmente la cuota y a la interrogante del común de ciudadanos, los señores veladores aseguran que ellos son los auténticos vigilantes.
Lo curioso es que a la par, en las calles y los cobros de cooperaciones «voluntarias» también los vienen haciendo los uniformados de azul, quienes al igual que los otros guardianes que visten de verde y negro, coinciden en señalar que ellos son los auténticos vigilantes, apareciendo así en esta otrora Atenas veracruzana, dos comandos diferentes, sin que ninguna autoridad, del nivel que usted quiera diga o aclare algo al respecto.
Inclusive, diputados locales entrevistados, más interesados muchos de ellos en los chismes políticos que en ver por los asuntos que en verdad preocupan a la ciudadanía, para conocer lo que opinan de este novedoso sistema de vigilancia nocturna en la ciudad, coincidieron en señalar que ignoraban que existiera dicho grupo y menos que el estado, de esta forma, conforme a su texto de presentación ante la población, deje de ostentar su control y dirección. Y es que la instancia principal del caso, que es la SSP, nada ha informado ni dicho en este escenario de la seguridad pública.
La idea quizá no sea mala, el enfoque y presentación del proyecto tal vez merece una orientación como es debido. Si la decisión de contratar a cuerpos de seguridad privada, está sostenida con los hechos que requieren de su presencia, bienvenida, pero que la autoridad rinda la información del caso. La población lo merece.

* ESTUDIANTES CONTRA
ALZAS DE CAMIONEROS

Autobuseros están cobrando seis pesos y no los cinco pesos con cincuenta centavos convenidos con las distintas agrupaciones estudiantiles, pero además, los jóvenes están aprendiendo a muy temprana edad todo lo que hace a un comportamiento prepotente y arbitrario que desvirtúa las complejas relaciones de empresarios y usuarios, como ocurre en el servicio urbano que se presta en la ciudad.
El costo del pasaje es de 5 pesos con cincuenta centavos. Esta cuota fue aprobada por los camioneros del servicio urbano tras de escuchar las exigencias estudiantiles, las cuales se sustentan en la necesidad que tienen los muchachos de contar con un servicio urbano funcional, limpio y a costos que ellos realmente puedan pagar.
Sin embargo, la gota que derramó el vaso de agua se viene dando con los camioneros del servicio urbano –para nada parecidos a los eficientes servidores del volante en un pasado no muy lejano–, es su carácter de perdonavidas, violentos al conducir sus unidades en nuestras calles, ajenos a cualquier orden vial, violadores por excelencia de los semáforos y el Uno x Uno, donde existen.
El viejo servicio urbano dejó de brindarse en la ciudad. Conductores limpios, honestos y sencillos forjaron una poderosa empresa camionera, de la cual no queda más que el recuerdo en buen número de sus usuarios que rememoran precisamente ese pasado, que fue diferente y mejor, a decir de las generaciones entre los últimos cuarenta y quince años inclusive.
Obviamente, hay un tráfico de influencias con las cuales la titularidad de tránsito y transporte público no ha podido superar y poner el orden en un servicio necesarísimo, como es el del autotransporte público de pasajeros en la ciudad y el resto de la entidad.
Los empresarios del servicio urbano han de tener alguna razón o muchas para elevar tarifas de manera arbitraria, pero no se vale cuando con anticipación tres instancias –gobierno, empresarios y estudiantes– celebraron un acuerdo, que no se está cumpliendo en detrimento del elemento que se constituye en un importante factor para que los autobuseros puedan contar con pasajeros y así obtener sus correspondientes percepciones salariales. Pero sobre todo, cuidando a sus usuarios.

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